

Duda
Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta en Polonia, el 28 de mayo, pertenecen, uno Andrzej Duda (actual Presidente), al sector de la centro derecha polaca y católico, muy cercano a la doctrina social de la Iglesia, candidato del Partido Ley y Justicia que en primera vuelta obtuvo 43,6%. El otro candidato es Raral Traskowski con 27,4%, candidato de una coalición liberal democrática, quien obtuvo altas votaciones en las principales ciudades: Varsovia, Cracovia, Byalistock, Katowice. El domingo se definirá la situación electoral entre ambos postulantes.

Traskowski
Duda, cuyo discurso se centra en «queremos que se respete la familia en Polonia, que tenga su forma tradicional, que nadie nos prive de estos valores», quedó así con muy buenas posibilidades, pero no puede decirse que la situación electoral ya esté definida. Trakowski deberá organizar una coalición liberal capaz de ir más allá de los grandes centros urbanos, difícil pero no imposible; el es un europeísta, toma la membresía en la OTAN como una situación inevitable, se mostró reticente a considerar fuerzas estadounidenses en territorio polaco.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales polacas – con una concurrencia electoral del 63,97% del padrón el 28 de mayo – dejó abiertas las dos posibilidades mencionadas. Mientras Trakowski obtuvo una votación fuerte en las ciudades más grandes, el presidente Duda (foto abajo izquierda) logró su fuerza en las ciudades de menos de cien mil habitantes así como, en especial, en el sector rural, agricultura y campesinado parcelario que son importantes en Polonia. Duda está por la permanencia de Polonia en la Unión Europea, pero no es un europeísta; firme partidario de mantener a su país en la OTAN, quiere tener fuerzas estadounidenses en Polonia actualmente todavía estacionadas en Alemania.
Un interesante tercer lugar correspondió a un político católico de perfil económico-social liberal como se le considera en Europa Central, Szymon Hownia, con el 11,9% de los votos, obtenidos casi en su totalidad en las principales ciudades; su discurso se percibe compatible con el liberalismo de Traskowski antes que con el conservadurismo de Duda.
En cuarto lugar remató Krustof Bozak 9,6%, candidato de un partido de ultra derecha nacionalista, opuesto a seguir en la Unión Europea, considera el Banco Central Europeo un «ente dictatorial», partidario de abolir reconocimiento legal a organizaciones de homosexuales y lesbianas, cerrar las fronteras a emigrantes. Duda podría verse en la necesidad de lograr acuerdo con Bozak, la cuestión sería como presentarlo a la opinión pública.
Cierra la lista Roberr Bierozon, de la coalición Amplia de Izquierda con 2,21%, partidario de legislar el matrimonio homosexual y el aborto libre, solo le queda abstenerse o apoyar a Traskowski.
No contento con una campaña explícitamente partidista en la cadena de televisión pública, que ha convertido en tribuna de propaganda de su candidato y de descalificaciones a su opositor liberal, el Gobierno de derecha nacionalista, incluido el primer ministro, Mateusz Morawiecki, se ha volcado con Duda, recorriendo provincias y ofreciendo regalos, dádivas y subvenciones de todo tipo, así como alertando contra el “caos” y la “guerra” que desataría la victoria del opositor.
Pese a que la pandemia del coronavirus no da señales de remitir en Polonia, con centenares de nuevos contagios diarios y decenas de muertos, Morawiecki, anunció de repente que la epidemia había terminado y que los votantes, especialmente los mayores de 60 años, el grupo de mayor riesgo, “no deben tener miedo” de ir a votar el próximo domingo. El secreto del llamamiento del primer ministro, criticado por irresponsable por los epidemiólogos, es que Duda tiene más apoyo entre la población de más edad.
El propio presidente está dando señales de nerviosismo. Recorriendo incansablemente provincias polacas de mitin en mitin, Duda ha perdido los papeles en varias ocasiones, eleva el tono a grito e insulto, deja de disimular que representa a todo el pueblo y no sólo a su partido, Ley y Justicia, del que ha sido firme aliado a lo largo de todo su primer mandato de cinco años, y recurre a los más rudimentarios argumentos nacionalistas para recabar apoyos y movilizar el voto del miedo.