El Presidente Donald Trump, que ha sido poco brillante en su gestión de cuatro años para numerosos analistas, se encuentra ahora, al iniciar la campaña para su reelección en noviembre, a múltiples problemas adicionales aparte del covid-19 y el estallido racial, como serían la falta de apoyo en los estados de Arizona, Ohio, Florida e igualmente en los sectores de estadounidenses de mayor edad y/o tercera edad.
Las protestas contra la violencia racista en EE UU han reforzado la caída en las encuestas del republicano presidente Trump, pero está por verse si la energía en las calles se traduce en votos a favor de su rival en las elecciones de noviembre, el demócrata Joe Biden, un aspirante que, sin embargo, entusiasma poco, especialmente a los más jóvenes.
Sin embargo, lo que más ha afectado a Trump, según las encuestas, son las manifestaciones en Washington por el asesinato, el 25 de mayo, de George Floyd (de raza negra) cometido en Minéapolis por un policía blanco y aparentemente racista.
Las protestas repetidas en unas 700 ciudadaes estadounidenses, incluyendo puntos mayoritariamente blancos, han sido apoyadas por el Partido Demócrata, que se ha apresurado a respaldárlas. Los afroamericanos es un sector de votantes históricamente progresista pero cuya participación disminuyó en las elecciones de 2016 respecto de la década anterior (mapa electoral: número de electores por partidos).
Trump comenzó 2020 con una gran ventaja para imponerse en las elecciones de noviembre, gracias a la expansión económica de la que disfrutaba el país, la ventaja inherente que le concede ser un presidente en ejercicio y la naturaleza del sistema electoral de EE UU, que centra la batalla en un puñado de estados claves. Pero todo cambió con la llegada del coronavirus a Estados Unidos -convertido en el país con más casos y muertes por la pandemia- y su impacto en la economía complicaron el panorama para el Mandatario, que ahora también debe afrontar la ola de protestas.
La estrategia de Trump para hacer frente a estos hechos concretos, especialmente el de las protestas ha consistido en rescatar el lema de «ley y orden» de su campaña de 2016, que también utilizaron los expresidentes Richard Nixon y Ronald Reagan y que funciona bien en el 30 % de los votantes que le respalda incondicionalmente.
No obstante, dado que su victoria en 2016 fue muy ajustada, Trump necesita movilizar a una coalición más amplia, y es difícil que el eslogan férreo y sin matices de «ley y orden» consiga hacerlo en el contexto actual: al contrario, «podría desviar al campo demócrata a muchos votantes moderados o independientes», opina el politólogo de la Universidad de Californioa Zoltan Hajnal, autor de varios libros sobre la política estadounidense.
Agrega Hajnal que además «con la COVID-19, el declive económico, aparte de las protestas sobre racismo y la policía, diría que Biden tiene un 60% de opciones de ganar».
Aunque las protestas han generado un debate sobre el racismo que podría influir en el resultado electoral, Hajnal cree que ese impacto será probablemente «marginal» a no ser que las manifestaciones duren «bastante tiempo», porque aún quedan cinco meses para los comicios del 3 de noviembre.
«Estas elecciones están todavía en el aire», subrayó el experto en una reciente entrevista periodística.
La esperanza de la campaña de Biden es que el movimiento «Black Lives Matter» («Las vidas negras importan) originado tras el asesinato de Floyd convenza a los jóvenes a acudir a las urnas.
Pero Biden apenas despierta entusiasmo entre los votantes de 18 a 29 años, que respaldaron mayoritariamente en las primarias a su principal rival, el senador progresista Bernie Sanders.
Otro analista, el presidente del movimiento Black Lives Matter (BLM) en Nueva York, Hawk Newsome, acotó al debate que no creía que la campaña de Biden esté «en una posición tan buena como creen respecto a los votantes negros».
Sin embargo, el mismo Newsome cree que Biden «no ha aceptado una plataforma que apele a la gente negra» y, aunque quiera elejir a una mujer afroamericana para la vicepresidencia, aunque el BLM no vería con buenos ojos la selección de la senadora Kamala Harris, debido a su pasado controvertido como fiscal en California, como se ha planteado entre los demócratas.
«Mucha gente sabe que (Biden) ha actuado en contra de los negros en el pasado, así que tendrán que elegir entre el menor de dos males», resumió Newsome.
Esa falta de entusiasmo por el candidato demócrata puede repercutir en una menor participación que, si se produce en estados claves y no se compensa con la movilización de otros grupos demográficos, podría favorecer a Trump.
Según una encuesta de CNN esta semana solo el 38 % de los estadounidenses aprueba la gestión de Trump, su peor puntuación en un año y medio, y un porcentaje similar al que registraron en este punto de su mandato los expresidentes Jimmy Carter y George H.W. Bush, que perdieron sus campañas de reelección.