Por Martín Poblete
El Senador José Miguel Insulza y el Diputado Mario Desbordes, dieron la partida de una interesante  sucesión de artículos en la prensa escrita, entrevistas radiales y telesivas, centradas en su declaración conjunta llamando todas las fuerzas políticas a un gran pacto social,  con visión de largo plazo, todo expresado en lenguaje bien escogido a ratos inofensivo.
El documento dado a conocer por Insulza y Desbordes no tiene nada especial, tampoco impactante, ni siquiera insultante; es el producto de conversaciones de dos políticos, en busca de generar acuerdos amplios con la esperanza de crear un clima favorable a entendimientos, en medio de la crisis sanitaria nacional y global.  Las reacciones han sido variadas, desde neutral tibieza al vulgar rechazo con expresiones como «…no hay agua en la piscina», nadie se ha pronunciado decididamente a favor de la propuesta.  El asunto es complejo y a la vez simple.
De ser ejecutado, un proyecto como el anunciado por Insulza y Desbordes necesitaría,  inevitablemente, del liderazgo del Presidente de la República; problema, el Presidente Sebastián Piñera tiene muy bajas evaluaciones ante la opinión pública, distintas encuestas operando con diferentes metodologías le dan alrededor del 25% de estimación positiva, bastante mejor de la de hace dos meses, pero todavía muy baja como para encabezar un proyecto de gran diseño con proyección política de largo plazo.  Tampoco hay seguridad del eventual compromiso del Presidente Piñera con la idea de pacto social, en todo caso no en la forma ideada por Insulza y Desbordes.   Además, por qué había de gastar capital político Sebastián Piñera, el ocupante de la Presidencia de la República siempre tiene capital político, en una idea ajena, ni siquiera producto de alguno de sus colaboradores mas cercanos.
En nuestro sistema institucional, una propuesta «políticamente política (Jaime Castillo Velasco)» necesita de los partidos políticos y sus líderes.   Si la evaluación del Presidente Piñera es baja, la de los partidos políticos de oposición y sus dirigencias es un desastre, solo la DC marca entre un 17% y 19% de apreciación positiva; el Frente Amplio rasguña el 14% (medición anterior al escándalo financiero que lo sacude), los demás arañando el 10% o muy por debajo.   Con el agravante de haber arrastrado a la institución desde la cual operan, el Congreso, a bajísimos niveles de aprobación y respetabilidad.
Queda la opción de la coalición de apoyo al gobierno del Presidente Piñera, Chile Vamos, con niveles de aprobación entre el 27% y 29%, ninguna maravilla, pero en el país de los ciegos el tuerto es rey; ninguno de los partidos de dicha coalición se han manifestado a favor de la idea de gestionar un pacto social, ni siquiera Renovación Nacional del cual es presidente el diputado Desbordes.   De hecho, Evopoli ya se manifestó adverso a considerar la cuestión.
Luego está el ambiente de intensa polarización imperante, fuerzas mas allá de los partidos políticos deberían ser parte de la discusión de un pacto social; sin embargo, ni siquiera las exigencias de la seria emergencia sanitaria consiquen aplacar las retóricas confrontacionales.
De todas maneras, la idea quedó lanzada, el próximo año será de elecciones municipales y tal vez de constituyentes, seguidas con distancia de siete meses por la elección presidencial, junto a la de diputados y senadores.   Entre medio habrá variadas elecciones primarias.   En este agitado ambiente electoral, alguien podría rescatar el pacto social de su letargo, en política se han visto muertos cargando adobes.