El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió retirarse de otro importante acuerdo militar, el denominado Tratado de Cielos Abiertos, y comunicará este viernes su decisión a Rusia, lo que, aparte de la pandemia, hace más tensa aún la situación internacional.
Este Tratado fue negociado hace tres décadas para permitir que las naciones vuelen sobre el territorio de los demás con equipos de sensores elaborados para asegurarse de que no se estén preparando para una acción militar.
La decisión puede verse como una prueba más de que el EE UU de Trump se prepara para salirse igualmente del único tratado de armas que le queda con Rusia: el START, que limita a Estados Unidos y Rusia a 1.550 misiles nucleares desplegados cada uno, acuerdo que caduca en febrero, semanas después de la próxima toma de posesión presidencial en Washington.
En fuentes de la prensa estadounidense, como el diario The New York Times, el paso que quiere dar Trump es de amenazar a Rusia para después dejar todo como estaba. Es la típica actitud “matonesca” del Presidente que a veces le resulta y otras no. Le resultó con el presidente de México Manuel López Obrador en la cuestión de los migrantes pero le falló con Corea del Norte con los misiles.
Las fuentes indicaron que Trump habría comentado por fuera de la Casa Blanca que “existía la posibilidad de que hagamos un nuevo acuerdo o intentemos algo para volver a “armar” ese acuerdo, pero creo que lo que va a pasar es que nos vamos a retirar y que (Rusia) va a volver porque ambos queremos llegar a un compromiso».
El nuevo negociador de armas de Trump, Marshall Billingslea (foto izquierda), dijo que el gobierno de Washington (la administración) planeaba mantener conversaciones detalladas con los rusos sobre el futuro de un nuevo START. Sin embargo, la preocupación de Billingslea sería que los chinos no parecen estar interesados en particiopar en la primera reunión, a pesar de que Billingslea insistió en que estaba «seguro» de que finalmente lo harían.
Hasta ahora, sin embargo, los chinos no han mostrado interés en las limitaciones de su propio arsenal nuclear, que es aproximadamente una quinta parte del tamaño de los Estados Unidos y Rusia, y algunos críticos del enfoque de la administración dicen que la insistencia en la participación de Beijing es una “píldora venenosa” para hundir el tratado.
Pero hay o habrá más conflictos internacionales con China
Tras casi un año de protestas y violencia en las calles de Hong Kong, el Partido Comunista chino está decicido a tomar cartas en el asunto para afianzar su control y apartar a los opositores que protestan en la ex colonia británica.
Así el Parlamento chino debatirá a partir de mañana la introducción de una ley de seguridad nacional en Hong Kong para la ex colonia. Para los activistas prodemocráticos, el proyecto supone un golpe macizo al principio de “un país dos sistemas” y permitirá a las autoridades castigar toda disidencia bajo el pretexto de proteger la seguridad nacional.
Tras una tarde de rumores sobre el tema, Zhang Yesui, el portavoz de la Asamblea Nacional Popular (Parlamento chino) confirmó que el proyecto estará en la agenda de los parlamentarios mañana, aunque no ofreció más detalles al respecto, pero se insinúa que “se acabó la fiesta” para los opositores al régimen comunista de Pekín en la Hong Kong “capitalista” (fue una colonia británica y posteriormente un Territorio Británico de Ultramar bajo administración británica desde 1841 a 1997).
El diario hongkonés South China Morning Post, adelantó este jueves que se trata de una ley que castigará los delitos de “secesión, interferencias extranjeras, terrorismo y sedición”.
Desde que Hong Kong volvió bajo soberanía china en 1997, se estableció que debían ser las propias autoridades hongkonesas las que tenían que introducir una ley de esta naturaleza (el conocido como Artículo 23). Su primer intento en 2003 se topó con una gran oposición popular en las calles, lo que les forzó a archivarla a la espera de tiempos mejores. Sin embargo, con el deterioro de la situación política y la creciente tensión que existe desde las protestas del año pasado, nada indica que ese momento esté por llegar pronto.
Frente a este conflicto se da casi por seguro que EE UU levantará su voz para condenar al Gobierno chino por lo que puede ser considerado como una violación de acuerdos anteriores y los derechos humanos.
Pekín podría recurrir al Anexo III de la Ley Básica de Hong Kong (su mini consititución), que le permite introducir leyes nuevas sin necesidad de la aprobación del Consejo Legislativo hongkonés. Una triquiñuela legal con la que la nueva legislación, redactada en Pekín, sería impuesta sin debate en la ex colonia por la vía de la promulgación.
Así el futuro de la ciudad se ha convertido también en un punto más de fricción entre China y Estados Unidos. El año pasado, Washington aprobó una ley que requiere a su Departamento de Estado revisar anualmente si la autonomía de Hong Kong es respetada y todavía se merece mantener los privilegios comerciales preferentes que le conceden.
El miércoles, el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que Washington “está vigilando de cerca lo que sucede” y que pospondrán la publicación de una evaluación sobre la situación en la ex colonia hasta el final de la sesión parlamentaria china.
El Ministerio chino del Exterior acusó a Pompeo de “chantajear” al Gobierno hongkonés y de “flagrante interferencia” en los asuntos internos chinos. Además de las acusaciones de Trump contra China como responsable de la pandemia, se agrega ahora a las tensiones internacionales el caso de Hong Kong.
Cumbre del G-7
A pesar de todos los conflictos, la mayoría causada por el mismo Trump, el Mandatario estadounidense quiere dar una “señal de paz” y convocar en territorio estadounidense a una nueva reunión de la cumbre de líderes del G-7, el club de los países más industrializados del planeta que en marzo fue una de las reuniones que resultaron canceladas por la pandemia que empezó a golpear con fuerza a Europa y EE.UU.
La cita, se había pensado, sustituírla por una reunión por videoconferencia, anunció el que debía ser su anfitrión, el presidente estadounidense Donald Trump. Dos meses después, la situación es algo diferente y Trump sopesa volver a convocar la cumbre y celebrarla de forma presencial. “Sería una enorme señal para todos, ¡normalización!”, defendió este miércoles en su cuenta de Twitter.
“Ahora que nuestro país está en Transición Hacia la Grandeza , estoy considerando reprogramar el G-7, en la misma fecha o algo parecido, en Washington DC, en el legendario Camp David”, propone ahora el líder estadounidense, en alusión a la histórica residencia presidencial situada a 80 kilómetros de la capital federal en una zona montañosa de Maryland.
El G-7 está compuesto por EE UU, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Japón. China no es miembro de este selecto grupo.
Trump ya habló este miércoles sobre el tema por teléfono con su homólogo francés, Emmanuel Macron, informaron fuentes oficiales. La cita sería en junio.
Esta sí como antecedente la conducta de Trump en las últimas cumbres que no ha sido muy decorosa. La cumbre de líderes del G-7 del año pasado, en Biarritz bajo la presidencia francesa, estuvo marcada por las gestiones diplomáticas para tratar de propiciar –sin éxito– un acercamiento entre Washington y Teherán. La anterior tuvo lugar en Québec (Canadá) y acabó en fiasco con la decisión de Trump, cuando ya estaba volando de vuelta a Washington, de retirar su firma del documento final de la cumbre.