Con análisis de Manuel Acuña Asenjo
Las huellas del impacto económico que la pandemia del coronavirus está causando en Chile se hicieron visibles este lunes cuando un grupo de vecinos salió a las calles a protestar en la comuna de El Bosque y hoy lo hacen en la comuna de La Pintana.
«Estamos pasando hambre», dijeron en sus declaraciones a las televisoras locales varios de los habitantes de las dos comunas afectadas, dos de los municipios con menores recursos de la capital chilena.
Estas manifestaciones se realizan en la vía pública, a pesar de la cuarentena obligatoria vigente. En total han partcipiado en estas acciones unas 200 0 300 personas.
Algunos grupos incendiaron barricadas y cortaron el tránsito de vehículos por la zona para expresar su malestar por la situación «de hambre» que están viviendo, como informó también la BBC de Londres.
Este fue el primer enfrentamiento abierto entre manifestantes y los cuerpos de seguridad desde que la noche del viernes pasado se declaró el confinamiento total en la capital chilena ante el fuerte aumento del número de contagios confirmados en el país que este miércoles superó todos los récords (ver nota separada).
El análisis
El analista de KRADIARIO, Manuel Acuña Asenjo escribe y se pregunta: «¿Porque hay hambre en este país (Chile)? Hambre abierta, en descubierto, hambre que se ha hecho pública, que se arrastra por las calles y manifiesta en los pobres que hurgan al interior de los contenedores buscando bolsas de basura para ver si en ellas hay algo que puedan aprovechar. Es el hambre que existía ya, desde antes del estallido social y de la pandemia.
Agrega que «hay un hambre oculto, un hambre que se vive en silencio, el hambre del trabajador que perdió su trabajo o vio disminuido el sueldo que ganaba, el hambre de quien acaba de jubilar y contempla el exiguo monto de su cheque de una AFP» o de la jubilación estatal que afecta directamente a la clase media, lo que se ha prometido reajustar, pero por la pandemia y la burocracia en el Congreso (Parlamento chileno) y en los partidos políticos ha quedado atrás o postergado.
«El hambre, si no se satisface, tiene consecuencias, puede dar origen a fenómenos insospechados. Promueve la solidaridad entre los seres humanos, sin lugar a dudas. E invita a practicar la cooperación. Y a construir una nueva ética comunitaria. Las ollas comunes, que se organizaron el Chile en 1930, y volvieron en tiempos de la dictadura pinochetista para aparecer, hoy, en plena democracia, son un ejemplo de ello. Hoy, como antaño, juntan a los rebeldes, convocan a los necesitados, aúnan voluntades, incitan al diálogo y a la mutua comprensión, provocan intercambio de opiniones, invitan a la acción mancomunada», escribe Manuel Acuña Asenjo.