Por Jessika Krohne

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Chile no lo ha tenido fácil en estos últimos siete meses. Empezando por el estallido social en octubre donde la incertidumbre, la angustia y el miedo empezó a invadir a los chilenos que se extendió por varios meses y ahora, con la pandemia que estamos viviendo, se ha perturbado aún más el estado de ánimo de los chilenos.

Los trastornos de ansiedad han aumentado en el último tiempo y seguirán aumentando en el futuro. La incertidumbre es lo más difícil. No saber lo que va a pasar y cómo los chilenos van a salir de esta situación y de la crisis social y económica, que se espera posterior a esta compleja situación sanitaria, es una sensación muy negativa para nuestra mente, lo que influye directamente en el estado de ánimo de los chilenos y puede gatillar un trastorno de ansiedad.

A esta incertidumbre se suma el aislamiento social y el encierro, a los que  una gran parte de los chilenos se ve ahora afectado al vivir en cuarentena obligada y estricta, especialmente en la capital.

Debido a lo que estamos viviendo, se espera que casi el total de la población mundial pueda presentar algún nivel de malestar e incluso síntomas de alguna patología mental producto del coronavirus.

La organización social de la salud ha sugerido a los países que se debe poner atención al bienestar psicológico en todos los círculos sociales, ya que el “miedo a enfermarse”, a morir, a perder seres queridos son solo algunos de los problemas a los que las personas se enfrentan durante la cuarentena.

El bienestar emocional está claramente bajo amenaza y los trastornos de ansiedad se acentuarían y dentro de ello la agorafobia. Este tipo de fobia, en la cual el individuo evita estar en espacios públicos donde se congregue una gran cantidad de personas,  se va a acentuar debido a que  el miedo al contagio va a persistir por un largo tiempo en el inconsciente colectivo de los chilenos, inclusive después del peak de la pandemia. 

Esta fobia también se da en espacios cerrados como cines o ascensores o en el transporte público en general, entre otros contextos sociales. Por otra parte, también podrían acentuarse los ataques de pánico. 

Salir a la calle con mascarillas y mantener una distancia social significativa entre las personas, serán relaciones o contactos que van a ser más virtuales que presenciales; una nueva forma de interactuar, sin contacto real; todo eso, obviamente impactará al individuo. Habrá como un miedo al contacto con otras personas, que es algo nuevo.

Para cuidar nuestra salud mental y tratar de vivir lo mejor posible en esta contingencia sanitaria es importante que se mantengan las rutinas y se “normalice” de la mejor forma posible el día a día con un horario claro y preestablecido. Pensar en que esta es una situación especial y no va a durar para siempre sino que tendrá un tiempo límite,  también calma bastante la mente.

Es necesario organizar la vida con los recursos que se tengan a mano y abrir espacios de conversación donde se pueda expresar lo que se siente. 

Los ejercicios de respiración y relajación ayudan mucho a mantener la calma y el bienestar. Establecer objetivos claros por semanas y pesquisar los momentos más críticos de la ansiedad son fundamentales para tratar de combatirlos de la mejor manera.