Por Martín Poblete

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En año normal, a mediados de mayo la campaña presidencial  en Estados Unidos estaría en «full swing», ambos partidos en plena actividad en todo el país, manifestaciones, mitines en todas partes, ni hablar del tráfico electrónico y los programas en los diversos canales de televisión.   Pero, este no es un año normal, de eso se ha encargado el Covid 19.
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La autoridad electoral continúa insistiendo en mantener la fecha de la elección presidencial, el martes 3 de noviembre próximo, mediante votación presencial con instrumental computerizado.
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El Presidente del Partido Demócrata, Tom Pérez, en otro intento por poner algo de normalidad en el mas anormal año electoral imaginable, confirmó la Convención Demócrata el domingo 16 y lunes 17 de agosto solamente, en Milwaukee, Wisconsin;  en el hermoso estadio techado con capacidad para 80.000 espectadores habrá apenas 16.000, cosas de la distancia social.   Mientras los líderes del Partido Republicano, en su propio empeño por proyectar algo de normalidad, ratificaron su Convención del lunes 24 al jueves 27 de agosto en Charlotte, Carolina del Norte.  En realidad, todo está ligado a la evolución de la pandemia.

El ex vicepresidente (bajo Obama) es hoy el candidato presidencial del Partido Demócrata para las elecciones de noviembre en que deberá competir con al actual Presidente Donald Trump.

En su residencia cerca de Wilmington, Delaware, el ex-Senador, ex-Vice Presidente Joe Biden, candidato presidencial del Partido Demócrata,  procura conducir la campaña desde el subterráneo de su casa habilitado como estudio electrónico;  la crisis sanitaria impone severas restricciones a Joe Biden, a los 78 años de edad en el grupo etario de mas alto riesgo.

 

El actual Presidente y candidato republicano a  la reelección, Donald Trump.

La percibida mala conducción política del Presidente Donald Trump durante la pandemia, pareció abrir las puertas al triunfo  Demócrata en noviembre, si bien Trump sigue siendo  un adversario peligroso.   Las cosas parecían ir bien  para Biden salvo por dos situaciones, una previsible, la otra totalmente inesperada.

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Los expertos y mecánicos electorales republicanos enfocaron su ataque en la selección del candidato a Vice Presidente, centrando sus argumentos en la edad del candidato presidencial, dijeron esto era «fair game», de ser elegido Biden asumiría a los 79 años de edad, alzar la cuestión sucesoria era táctica legítima.  Buscando recuperar la iniciativa, Biden  anunció su decisión de seleccionar una mujer para acompañarlo.
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La senadora Elizabeth Warren (Massachusetts) quedó descartada desde un comienzo, una lista con dos políticos de la élite del noreste no era viable;  el sector de izquierda liberal avanzó el nombre de una política negra sureña, Stacey Abrams como su primera carta, un poco mas atrás una mulata, Kamala Harris.   El sector mas conservador (entre los demócratas hay un grupo conservador)  propone a la Senadora Amy Klobuchar, con quien el candidato pareciera sentirse mas confortable.  Nada inmanejable para Joe Biden, hasta la erupción en escena de Tara Rearden.
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De tipo irlandés inconfundible, atractiva, Tara Rearden formó parte del equipo de trabajo en la última campaña senatorial de Biden, hace ya poco mas de veinte años.   Ahora, vuelve al escenario político en año de elección presidencial, acusando a Joe Biden de haber incurrido en impropios avances de connotación sexual, los cuales son enérgicamente negados por el acusado.  Este asunto es incómodo para el Partido Demócrata, instala un tema muy cercano a los grupos feministas y otros cercanos a cuestiones de género, parte importante de su electorado, por extensión sensible a todo el sector liberal en el sentido americano del concepto.   Los propagandistas republicanos en los medios escritos y electrónicos, dan amplio espacio al «affaire» Rearden;  la prensa escrita y electrónica liberal no tenido alternativa sino dedicarle tiempo y pantalla.   Está por verse si este carro tendrá ruedas, por el momento tiene rasgos de seria inconveniencia  para una candidatura presidencial con claras posibilidades de triunfo.