Por Enrique Fernández

Cuando la joven haitiana Joane Florvil llegó a Chile hace tres años. lo hizo llena de sueños y proyectos, reflejados en la jovial sonrisa de su rostro. Pero nadie le advirtió que en esta sociedad del libre mercado su vida valía cinco UTMs (Unidades Tributarias Mensuales).

Joane tenía 28 años y una hija de dos meses cuando fue detenida en Lo Prado el 30 de agosto de 2017, acusada de abandonar a su bebé. Es el comienzo de una pesadilla que culmina un mes después con su muerte, en la Clínica de la Universidad Católica de la calle Marcoleta, en el centro de Santiago.

Tuvieron que pasar casi tres años para que la Corte Suprema determinara que parte de la responsabilidad por la muerte de Joane recae en la Municipalidad de Lo Prado, que no la escuchó cuando ella pidió ayuda a un guardia municipal, sin conocer el idioma español.

La UTM, que es un marco de referencia tributario inventado por la dictadura de Augusto Pinochet en 1974, equivale hoy a 50.221 pesos. Y es aquí donde brota una realidad brutal y grotesca, porque el máximo tribunal de la justicia chilena, con su dictamen, estableció que la vida de esta joven madre valía 251.105 pesos, que es el monto de cinco unidades tributarias mensuales.

Menos que el sueldo mínimo, que llega a 319.000 pesos.

Poco antes de ser detenida, un desconocido se acercó a Joane y le ofreció llevarla, junto a su esposo, hasta la Oficina de Protección de Derechos de la Municipalidad de Lo Prado, donde podrían encontrar un trabajo para él. Aguardaron en un patio del lugar, hasta que advirtieron que el desconocido había desaparecido, llevándose la mochila de Joane con todos sus documentos, que para un migrante tienen un valor incalculable.

Al día siguiente, 30 de agosto, Joane regresó a la Municipalidad para intentar recuperar su mochila. Pidió entonces a un guardia que cuidase el cochecito donde estaba su bebé y partió a buscar al ladrón. Al cabo de un rato, como la madre no aparecía, el guardia llamó a Carabineros que se llevaron a la niña a un recinto del Sename (Servicio Nacional de Menores). Cuando Joane volvió sin su mochila, se encontró con la policía y una denuncia en su contra por abandonar a su hija.

“¿Por qué razón los funcionarios de la Municipalidad no facilitaron la denuncia del robo ante Carabineros con la misma presteza que al día siguiente denunciaron el supuesto abandono de la menor?», se preguntó en un informe la Fundación Fre, organización vinculada a la Iglesia Católica que apoya a los migrantes.

– Ella no entendía bien lo que pasaba… Pero cuando la esposaron empezó su tormento -recordaría más tarde su esposo Wilfrid Fidele.

Al verse prisionera en la cuadragésimo octava Comisaría de Carabineros -encargada de asuntos de la familia-, la acusada desahogó su rabia y su pena golpeando su cabeza una y otra vez contra los muros de la celda, según relató Wilfrid. Otra versión sugiere que sufrió un ataque de epilepsia. En estado inconsciente fue enviada a la Posta Central y de allí a la Clínica de la Universidad Católica, donde murió sin recuperar a su hija el 30 de septiembre de 2017.

Este miércoles se cumplirán dos años del funeral de Joan Florid en Haití, su país natal.

Y el precio de esa vida que se pagó fue de cinco unidades tributarias mensuales.