La medida en Chile aplicada por el Gobierno es nada más y nada menos que el aislamiento social total, medida que no conocemos exactamente cuales pueden ser sus consecuencias o implicancias psicológicas que esta «automarginación pueda tener». Hablamos del miedo, estrés, ansiedad e irritabilidad, entre otros.
En este contexto, el desafío es doble: ¿Cómo fomentamos el aislamiento social sin transformarlo en soledad para la tercera edad? Acá algunas recomendaciones.

Expertos aseguran que en una situación como la actual, donde las personas deben quedarse en sus casas de manera total o parcial, pueden desencadenarse graves trastornos a la salud mental. Desde insomnio, cuadros depresivos, ansiedad hasta la violencia intrafamiliar van las consecuencias del encierro en el contexto de una pandemia. Sin embargo, todo esto se puede minimizar realizando actividades, manteniendo una rutina, pero siempre buscando espacios para la recreación.

Todo tipo de sensaciones se pueden intensificar, y lo peligroso es cuando esas sensaciones son negativas”. Con esta frase, la psicóloga de la Universidad Católica del Norte, Marisol Urrutia analiza la situación que están viviendo quienes hoy, de manera voluntario u obligatoria se encuentran realizando cuarentena debido a la pandemia global del Covid-19.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como un conjunto de reacciones fisiológicas que se presentan cuando una persona se somete, por factores internos o externos, a un estado de tensión nerviosa y que no es capaz de manejar de buena manera. Lidiar con estos factores no es fácil, considerando además las limitantes propias que puede significar una avanzada edad.

“Si bien el coronavirus no ha contagiado a toda la población, sí ha impactado psicológicamente en cada uno de nosotros. El miedo y la incertidumbre sobre cuánto durará esta emergencia y cuáles serán sus efectos, son actualmente una importante fuente de estrés para la gran mayoría de nosotros”, señala Daniela Thumala, doctora en Psicología e investigadora del Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo de Chile (GERO),en declaraciones a la prensa local chilena.

En este sentido, el estrés gatillado por el Coronavirus se asocia a diferentes aspectos de esta epidemia, algunos más controlables que otros: “¿Qué tanto puedo hacer para evitar contagiarme? ¿Me atenderán a tiempo en el hospital? ¿Por cuánto tiempo tendré que aislarme? ¿Me voy a deprimir?. “El primer consejo es identificar cuál de ellas se pueden controlar y cuáles no”, asegura Thumala, quien recomienda reconocer y asumir la incertidumbre, “pues cuando no podemos cambiar una situación, sólo podemos ajustarnos a ella”.

El principal error es negar o evadir la situación

Para los especialistas es mejor permitirse sentir miedo o angustia como parte inicial de un proceso de elevado estrés emocional, para luego socializar estas emociones, buscar contención y, de esta manera, comenzar a regularlas.

“Un error común en la sociedad es creer que la mayoría de las personas mayores tienen menos recursos psicológicos de lo que realmente poseen. La fragilidad física, propia de la vejez, no es sinónimo de fragilidad psicológica, esta puede presentarse a cualquier edad. La mayoría de ellos posee recursos psicológicos para enfrentar situaciones de estrés. No olvidemos que vienen aprendiendo durante toda una vida, tienen más práctica y llevan más años enfrentando situaciones que no pueden cambiar”, explica la investigadora de GERO.

El verdadero desafío ahora es lograr que el necesario aislamiento social, que busca resguardar a las personas mayores, no se transforme en una sensación de soledad. Para ello, su círculo más cercano debe tener una actitud planificada, con un contacto sistemático vía telefónica hacia personas cercanas de la tercera edad. Establecer rutinas que aseguren cuándo y a qué hora los llamarán, buscar formas de hacerlos sentir tranquilos, transmitirles que no les faltarán alimentos o medicamentos durante su cuarentena y, por sobre todo, generar espacios de conversación sobre temas cotidianos que no estén relacionados con la pandemia.

“Gracias a la tecnología, estar aislado físicamente no significa quedar aislado socialmente. Habiendo comunicación hay interacción y contacto social. Es fundamental el contacto que permiten los dispositivos de comunicación virtuales, incluyendo el teléfono. Ayudarlos a mantener rutinas, aprovechar de realizar tareas gratificantes o que están pendientes en casa los mantendrá activos y ocupados”, recalca Daniela Thumala.

Recomendaciones para adultos mayores con trastornos cognitivos

En el caso de adultos mayores que tengan trastornos cognitivos como demencia o Alzheimer, el aislamiento social puede ser particularmente difícil, no sólo para ellos sino que también para quienes los acompañan. Andrea Slachevsky, Coordinadora de la Clínica de Memoria y Neuropsiquiatría del Servicio de Neurología del Hospital del Salvador de Chile, señala que “las personas con demencia pueden tener dificultades para entender la epidemia y adaptarse a los cambios de rutina que las autoridades solicitan”, como lo dieron a conocer medios de comunicación chilenos.

Esto va en línea con lo descubierto en  recientes investigaciones de la Universidad de Pekín, donde las personas con demencias mostraron mayor dificultad para comprender la pandemia y adaptarse. La falta de rutina y el aislamiento social provocaron desorientación y exacerbación de los trastornos de conducta en este grupo etáreo

“Este también es un problema  para los cuidadores o quienes acompañan a los adultos mayores, quienes deben tener claro que verán exacerbadas conductas propias del trastorno, como ansiedad y estrés. El cambio de rutina, la ausencia de actividad física y el escaso contacto social, sin duda llevarán a una agravación de problemas como desorientación, irritabilidad y falta de sueño” añade Slachevsky.

Con el fin de reducir las complicaciones, especialmente en personas mayores con trastornos, se recomienda mantener el contacto familiar a través de la tecnología y disminuir el consumo de noticias y comentarios relacionados al COVID-19, que tienden a sobre preocupar o confundir. Por ello, “es mejor acompañar y fomentar la participación en actividades que les interesen y que se ajusten a sus habilidades. Es bueno proporcionarles tareas hogareñas como doblar ropa, hacer la cama o barrer. Además de validar sus acciones y entregarles refuerzos positivos”, comenta la Coordinadora de la Clínica de Memoria.

Por último, ambas especialistas concuerdan que una gran herramienta a utilizar con personas de edad avanzada, tengan o no trastornos cognitivos, es el uso del humor para hacer frente a este nuevo contexto. “Un humor simple puede amortiguar las emociones negativas y entrega una sensación de paz”, concluye Daniela Thumala.

Las claves para pasar el confinamiento

Marisol Urrutia enfatiza en que una de las claves para sobrellevar estos momentos, es la capacidad de adaptación, ya que “la pandemia ha revestido un cambio vital radical en nuestros hábitos y costumbres y nos exige readaptar el que es uno de nuestros principales recursos: el apoyo social o las relaciones con otros. Así que habrá desajustes, porque ya no tenemos esa posibilidad, la de relacionarnos con otros. Entonces, mientras más capaces seamos de aceptar la realidad y adecuarnos a ella, menor será el impacto que tenga esto en nuestra vida, ahora y en el futuro”, expresó la psicóloga.

Desde luego que las personas que tengan problemas psicológicos o psiquiátricos desde antes, serán más propensos a reaccionar de manera negativa al encierro.

“Dentro de los factores individuales que menciono -agrega Urrutia- también están las patologías que se puedan presentar con anterioridad, para alguien que es obsesivo compulsivo, por ejemplo, le afectará mucho que le cambien la rutina, y también quienes tengan enfermedades de base como depresión, estarán más irritables porque van percibir el entorno como amenazante”, puntualiza, agregando que a esto se suma que el estrés al que nos estamos enfrentando, “es un estrés sostenido, que se viene extendiendo y que nos llena de incertidumbre”.

Los niños, los más afectados

Los niños  son uno de los grupos más afectados por el estrés, porque han debido cambiar su rutina diametralmente. Cuando deberían estar en sus colegios con sus compañeros, aprendiendo en pleno periodo de crecimiento, se les vino la pandemia que obligó a suspender las clases. Ahora, la mayoría está en modalidad online, y al no poder salir de sus casas, buena parte se ha aferrado a los juegos virtuales, lo que también le cambió el panorama a algunos padres.

«Muchos papás han basado la crianza de sus pequeños en que estén la menor parte del tiempo frente a los computadores, y ahora nos vemos enfrentados a esta necesidad y yo creo que es muy relevante ahí que la familia esté al lado acompañándolos en nuevas rutinas, que no necesariamente implique que estén solos frente a una pantalla. Sabemos que nadie tiene mucho tiempo, pero las familias tienen que hacer un corte, y estar con los niños. Esto, también les va a permitir a los padres generar una rutina que también les va a servir a ellos”, precisó.

La psicóloga de la Universidad del Norte enfatiza en que una de las claves para sobrellevar estos momentos, es la capacidad de adaptación, ya que “la pandemia ha revestido un cambio vital radical en nuestros hábitos y costumbres y nos exige readaptar el que es uno de nuestros principales recursos: el apoyo social o las relaciones con otros. Así que habrá desajustes, porque ya no tenemos esa posibilidad, la de relacionarnos con otros. Entonces, mientras más capaces seamos de aceptar la realidad y adecuarnos a ella, menor será el impacto que tenga esto en nuestra vida, ahora y en el futuro”, expresó la psicóloga.

Desde luego que las personas que tengan problemas psicológicos o psiquiátricos desde antes, serán más propensos a reaccionar de manera negativa al encierro.