Por Jessika Krohne

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Estábamos viviendo en un mundo acelerado donde las pausas eran escasas y detenerse para hacer reflexiones se hacía más complejo aún, hasta que llegó el día donde un virus hizo detener el mundo completo. La economía, las personas, los trabajos, los estudios todo se tuvo que interrumpir y las personas refugiarse en sus casas para cuidarse contra ese enemigo potente y cuidar al resto de la gente.

¿Cómo enfrentar esta nueva vida que tanto cambió? ¿Cómo enfrentaremos la vida después de esta gran crisis?

La necesidad de adaptar nuestra vida a la casa y agregar múltiples roles a los ya existentes parece casi imposible. Primero, porque nos sentimos presionados y segundo porque como humanos le tememos a la inestabilidad, a lo desconocido y al encierro. El aislamiento nos angustia mucho, aunque hace algunos meses tal vez hubiéramos anhelado un fin de semana en casa, ahora le tenemos miedo. Nos asusta.

Para evitar un colapso mental, lo primordial es aceptar que no estamos viviendo una situación normal. Y que no podemos rendir como lo hacíamos antes ni poder cumplir con todos los roles que se nos son impuestos. Tenemos que priorizar en esta etapa y hacer lo mejor que podemos. Si es importante mantener un horario y una rutina, ya que el ser humanos necesita de un cierto orden para sentirse más seguro y sentirse sano mentalmente.  

En esta etapa no hay que temerle a la soledad. Tenemos más capacidad de estar solos y con nosotros mismos que lo que pensamos. Aprovechemos esta instancia para conocernos más y reflexionar. También de hacer cosas que en otros momentos no podemos hacer.

No nos comparemos con otras personas. En eso las redes sociales nos pueden jugar una mala pasada al ver historias de nuestros conocidos que al parecer logran enfrentar muy bien la cuarentena con sus hijos y parejas. Es imposible que esta situación compleja que estamos viviendo no dificulte en algún momento la vida de todos y compararnos con otros solo nos genera mucha presión. Cada uno tiene su ritmo y va a percibir sus propias complejidades. Es muy importante respetar eso. 

No hay que asustarse si no se logra cumplir con el trabajo en casa con la misma eficiencia como uno lo hace en el lugar de trabajo, ya que en casa hay que cumplir con varios roles, especialmente cuando hay niños pequeños. 

Por último, es muy importante tener claro, que el “sacrificio” que hacemos de quedarnos en casa es por el bien de toda la comunidad y que no va a durar para siempre. Eso puede ayudar bastante para bajar la ansiedad.