El presidente estadounidense Donald Trump y el presidente  brasileño Jair Bolsonaro siguen en una encrucijada cuando el “feroz virus” anota y anota puntos a su favor superando ya las 30.000 víctimas fatales (los casos llegaron ya a 600.000)  que deja la pandemia en todo el mundo. En España murió de coronavirus el escritor chileno Luis Sepúlveda.

Estados Unidos sigue siendo el foco rojo de la covid-19 y ya supera los 600.000 contagios con más de 30.000 muertes, la cifra de fallecimientos más alta del mundo hasta ahora. El Estado de Nueva York, el foco rojo mundial de la pandemia, ha registrado 606 muertes en las últimas 24 horas.

 El mundo supera los 130.000 muertos por el virus. La Universidad Johns Hopkins augura cifras mucho peores por la falta de transparencia en China y la poca claridad de los diagnósticos.

Chile superó hoy la barrera de los 100 muertos y anotó cerca de 9.000 casos.

Paralelamente, Donald Trump ha presentado un plan para reanudar la actividad económica a partir de junio. El epicentro latinoamericano está en Brasil, que ya registra 1.736 muertos y donde el ministro de Salud ha sido destituido por sus diferencias con el presidente Bolsonaro.

En México, el número de contagios ha escalado hasta 6.297 y la cifra de muertos a 486. El país norteamericano proyecta que alcanzará el pico máximo de la epidemia entre el 8 y el 10 de mayo, y el fin de la epidemia el 25 de junio, según los expertos.

Ecuador suma ya 8.225 contagiados diagnósticos positivos y reconoce 403 fallecimientos, pero esa cifra asciende a 1.035 decesos si se suman los pacientes que murieron por covid-19 como causa probable. Los líderes del G-7 han hecho eco de las críticas de EE UU a la Organización Mundial de la Salud y han llamado a un proceso para reformar al organismo internacional.

Trump siguiendo su esquema encaminado a la difícil y casi imposible tarea de normalizar la situación de desastre, recomendó este jueves un plan para «reabrir» Estados Unidos de forma gradual y dando esta facultad a los gobernadores, después de que las restricciones para contener el coronavirus asestarán un duro golpe a la economía y aumentara el desempleo.

«Según los últimos datos, nuestro equipo de expertos concuerda ahora en que podemos empezar un nuevo frente en esta guerra, que vamos a llamar reabrir Estados Unidos», dijo Trump, en un momento en que la pandemia deja más de 31.000 muertos en el país.

En una rueda de prensa en la Casa Blanca, Trump afirmó que mantener las restricciones «no es una solución sostenible a largo plazo». Indicó que su gobierno emitirá una guía para dar a los gobernadores la facultad de tomar decisiones, según el número de casos.

«Nuestro enfoque esbozará tres fases para restaurar nuestra vida económica. No vamos a reabrir de una vez, sino en un proceso cuidadoso, paso a paso, y algunos estados van a poder abrir antes que otros», dijo Trump.

Desde mediados de marzo, más de 22 millones de personas han pedido subsidios por desempleo y, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía estadounidense se contraerá un 5,9% en 2020.

El presidente de la Reserva Federal de Nueva York, John Williams, dijo este jueves que «probablemente tomará uno o dos años, unos pocos años, para que la economía de Estados Unidos recupere su plena fuerza».

Trump aseguró que serán los gobernadores locales y no la Casa Blanca los encargados de tomar la decisión.  «Si ellos necesitan seguir cerrados, vamos a permitirles que lo hagan. Si creen que es tiempo de reabrir, vamos a darles la libertad y la orientación necesaria», dijo el presidente.

Anthony Fauci, el principal asesor médico de la Casa Blanca para la crisis de COVID-19, dijo que este plan apunta a «volver a la normalidad», pero explicó que Estados Unidos es un país muy grande con diferentes dinámicas.  «Si hay una recaída, puede que tengamos que retroceder», dijo el médico.

Este jueves el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, dijo que el estado estará en cuarentena hasta el 15 de mayo, pero afirmó que se logró «controlar a la bestia».

«Bajamos el ritmo de la tasa de contagio» gracias a la cuarentena generalizada decretada hace un mes, añadió Cuomo. El coronavirus ha dejado 11.580 muertes en el estado de Nueva York, el principal foco de la epidemia.

Brasil es otro caos: Ministro de salud destituido

El diputado Luiz Henrique Mandetta anunció este jueves que fue destituido del cargo de ministro de Salud de Brasil por el presidente Jair Bolsonaro, a quien intentó convencer sin éxito de la gravedad de la pandemia de COVID-19.

«Acabo de oír del presidente Jair Bolsonaro el aviso de mi dimisión del Ministerio de Salud. Quiero agradecer la oportunidad que me fue dada», escribió Mandetta en su cuenta de Twitter poco después de una reunión con el mandatario.

La destitución de Mandetta, un firme promotor de las cuarentenas adoptadas por muchos gobiernos regionales para impedir el avance del coronavirus, sigue a un agravamiento de su relación con Bolsonaro, quien ha minimizado los efectos de la pandemia y sostenido que el país «no puede parar», pues el «pueblo precisa trabajar».

La salida de Mandetta ha sido decidida en momentos considerados críticos y con la pandemia de coronavirus en plena expansión en el país, donde hasta ahora se han registrado más de 1.700 fallecidos y y cerca de 30.000 casos y se espera que el pico se alcance en cuestión de unos treinta días.

Mandetta, médico de 55 años, ha ganado una enorme popularidad gracias a la firmeza de sus posiciones frente al coronavirus, cuya gravedad no escondió de los brasileños, pese a la crítica constante de Bolsonaro, quien en los últimos días ya ni siquiera lo recibía.

La muerte del escritor Sepúlveda

El ecritor chileno Luis Sepúlveda  murió este jueves en el Hospital Universitario Central de Asturias de coronavirus, enfermedad que se la contagió en la ciudad portuguesa Póvoa da Varzim, en las inmediaciones de Lisboa .

La noticia de su muerte a los 71 años de edad fue lamentada por la comunidad literaria en Italia, Francia, Alemania y España. “Nos ha entristecido profundamente”, explicaba al teléfono el editor de Tusquets, Juan Cerezo. “Luis era un escritor muy querido. Activo en la comunidad literaria en la Semana Negra de Gijón, en las jornadas de literatura iberoamericana que se organizaban cada año en Asturias. Es terrible constatar que este virus mata”.

Aunque había comenzado a sacar poemas y relatos en su juventud, Sepúlveda se convirtió en un fenómeno editorial internacional —con miles de lectores en Italia, Francia y Alemania, y traducido a más de 20 idiomas— con Un viejo que leía novelas de amor, aquel libro que llegó a manos de Beatriz de Moura en Francfort y que publicó en 1993.

Antes de sensación literaria latinoamericana, en sus muchas vidas anteriores, Sepúlveda había sido desde pinche de cocina hasta activista ecologista. Su biografía era digna, sin duda, de varias novelas. Hijo de un militante del partido comunista chileno y una enfermera de origen mapuche, se formó en producción teatral en la Universidad de Chile.

El compromiso político Sepúlveda lo llevaba inscrito en el ADN. Siempre dijo que había nacido “profundamente rojo”. Se unió al partido comunista cuando era estudiante. Durante el Gobierno de Salvador Allende ayudó en la publicación de una colección de clásicos de bolsillo para que llegaran al gran público. Detenido tras el golpe de Pinochet, estuvo preso dos años y medio y logró salir gracias a las gestiones de la rama alemana de Amnistía Internacional. En Alemania acabaría residiendo años después, aunque antes pasaría un año en la clandestinidad organizando un grupo de teatro de resistencia, se exilió en Uruguay, Brasil, Paraguay, y en Ecuador donde viviría con la comunidad de indígenas shuar.

En 1979 se unió a las brigadas internacionales de apoyo a la guerrilla en Nicaragua y, tras la victoria, se trasladó a Alemania. Allí arrancó su carrera como periodista, y en los ochenta prendió de nuevo su activismo volcado esta vez al plano ecologista y en la lucha por la conservación del medioambiente, uniéndose a la tripulación de un barco de Greenpeace.

Sepúlveda fue un gran viajero. Sus libros de aventuras entroncaban de alguna forma con la tradición decimonónica de Verne o Conrad, postulando un cierto “neoexotismo”, como lo define el editor Gustavo Guerrero. Aquello conectó con el gran público en Francia y el fenómeno se volvió contagioso. Después firmó más de una veintena de novelas, libros de viaje, guiones y ensayos. Su último libro, Historia de una ballena blanca, salió el año pasado. También han sido adaptadas al cine algunas de sus obras, como Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, por el italiano Enzo D’Alò y en versión animada, o Un viejo que leía novelas de amor, dirigida por el australiano Rolf de Herr. Fue condecorado como Caballero de Las Artes y las Letras de la República Francesa y doctor honoris causa por la Universidad de Urbino, Italia.

El novelista se instaló en Gijón en 1997 tras reemprender su relación con Carmen Yáñez, su pareja en los setenta en Chile, y madre de su hijo Carlos Lenin. En Alemania mantuvo una relación con Margarita Seven y tuvo tres hijos. Compartió generación, nacionalidad chilena, el exilio en España, y un gran éxito internacional con Roberto Bolaño, un autor cuya literatura poco tenía que ver con la de Luis Sepúlveda. “Pero los dos son huérfanos de la aventura de la izquierda latinoamericana”, apunta Guerrero.