Por Walter Krohne

“El despelote es despelote” a la vista y en presencia de todos,  en un país que parecía, para muchos, ideal para vivir y disfrutar de la naturaleza desde  la cordillera al mar o vicevera. Lindos eran aquellos días de felicidad en los que además se conversaba con una cordura que hoy ha desaparecido también completamente.

El respeto a las autoridades elegidas y por ende tambien a las designadas y, muy especialmente a la polícía uniformada, eran temas “casi “sagrados o intocables”. No existían en ninguna forma ataques y funas (podridos, en mapudungún) como lo ocurrido hace un par de días contra el diputado Gabriel Boric, o antes contra el ministro de Salud Jaime Mañalich. Fueron atacados por indignados manejados políticamente desde la extrema izquierda o extrema derecha  porque estaban en contra de lo que ambos servidores públicos intentaban lograr por la paz social.

Los carabineros fueron en toda su historia “vigilantes intachables” del orden público y todo el mundo los admiraba, también turistas o visitantes extranjeros. Hoy es todo lo contrario porque el llamado «cuadro verde» es ahora rechazado por muchos u odiado por otros, hasta por los más críticos que dedican su vida a los DD HH.

Habrá que crear una nueva institución o… ¿cambiarle el color a la actual?  para reemplazar o salvar lo que teníamos, porque lamentablemente será muy difícil que la gente de la calle siga respetando a los policías de verde como fue su historia. Además las manifestaciones por cualquier tipo de quejas continuarán.

Lo que intento decir con esta reflexión mañanera es que el Chile que teníamos está quedando sólo en nuestros recuerdos y fotografías bien guardadas. El miedo de hoy que invade las calles y plazas de las comunas y ciudades está enfermando al chileno común medio y los consultorios psicológicos de todo tipo están copados y concentrados en buscar caminos para reorientar a la gente en estos días de disturbios callejeros casi a diario, que no paran y muchos que a pesar de esconderse en rincones de sus viviendas, escuchan igual  el paso a lo lejos de los vehículos de emergencia que intentan apagar el fuego de un nuevo incendio o detener los desmanes en barrios y plazas.

Poco a poco va quedando claro que esta tragedia se fue cultivando quizá en los últimos cuarenta años donde hemos tenido de todo en el Palacio de la Moneda, incendiado por el abrutado dictador Pinochet quien avergonzado lo volvió a reconstruir gastando millones y millones del erario nacional que podrían haber ido a ayudar a los más pobres de Chile.

Ni Pinochet ni los gobiernos democráticos que vinieron después,  desde 1989 hasta ahora, estos últimos por miedo a que volviera la fuerza militar,  cambiaron las reglas del juego impuestas por la dictadura y el déficit social crecía y crecía y los gobernantes insistían en una economía de mercado que ya había sido calificada como nefasta para el desarrollo efectivo de un pueblo. Esto último significa, tener buenos empleos y adecuadamente mejor remunerados  con colegios en el mismo barrio donde viven los niños o familias, con al menos también una buena posta de salud en las cercanías y lograr pensiones dignas para todos los trabajadores del país que han impuesto y ahorrado para la tercera edad y no como los beneficiarios del pilar solidario, creado por Michelle Bachelet,  que no impusieron nada o muy poco, pero ya, tras la rebelión del 18-O recibieron un 50 por ciento de incremento.

La verdad que todo esto ha sido responsabilidad de los políticos de todas las tendencias. El modelo comenzó a fallar desde el inicio, además se le agregaron a ello colusiones, engaños y actos de corrupción que afectaron al pueblo y los autores o culpables recibieron condenas absurdas si es que….se pueden llamar condenas.

La verdad es  que los que han tenido el poder en sus manos  en Chile no lo han ejercido para nada porque han estado coludidos con el sistema. Peor con los que tienen el dinero –el poder económico-, que se dedicaron a combatir los impuestos y sólo se preocuparon, en forma egoísta, de conservarlo en su base y multiplicarlo con las ganancias.

Millones y millones de dólares salieron en todos estos años hacia los Paraísos Fiscales, y lo peor es que todos lo sabían, pero nadie hizo nada. En esta forma los grandes empresarios y/o capitalistas  siguieron las enseñanzas del general Pinochet que les enseñó a todos sus cercanos de “cómo robar sin que lo pillaran” en los capítulos históricos más importantes de su  enseñanza o manual figuran el Banco Riggs (2004) y las casas CEMA de su esposa  Lucía Hiriart, entre muchos enriquecimientos ilícitos, como venta de armas por ejemplo, que los civiles y el Poder Judicial jamás tuvieron»los cojones» para castigarlos por delitos de Estado.

Todo esto le ha dolido al chileno medio y de bajos recurso. Si uno de ellos roba un alimento para poder darle de comer a su hijo va a la cárcel. Un banquero o empresario comete delitos millonarios y es condenado a «tomar clases de ética» por estafas grandotas. Los casos Penta y Soquimich fueron la moda durante mucho tiempo y políticos de la UDI usufructuaron de esta gran estafa y delitos contra el Estado por financiamiento ilegal de la política). Hoy en este sector del enriquecimiento ilícito todo esta otra vez en órden y sin detenidos. El caso Larraín es otro aparte. Su hijo conduciendo borracho atropella y mata a un poblador de la Región del Maule, pero queda libre y no pasa ni un día en la cárcel por ser de apellido Larraín e hijo de un senador (reproducido el caso en la teleserie «Juegos de Poder» del Mega).

Y las injusticias siguen en esta historia: ¿Cómo puede ser que un parlamentario gane unos 11 millones de pesos mensuales? Esto no ayuda a la paz social, todo lo contrario agita los ánimos y empaña la justicia. Esto motiva además a tener un Parlamento mediocre y diputados y senadores que nada tienen que ver con el Congreso Nacional de la década de los sesenta.  Ellos tienen ayuda del Estado para ser candidatos (no gastan un peso personal) , no requieren mayores estudios y con buenas movidas se hacen elegir por el pueblo. Y ahora se les ocurre que el Congreso debe ser mitad y mitad de mujeres y hombres. Que cosa más ridícula si se piensa que un Parlamento debe estar integrado por los mejores sean hombres o mujeres.

Lo que está ocurriendo en Chile es que no hay buenos políticos, un Poder Judicial poco efectivo, una Fiscalía cuestionada y un poder ejecutivo que no asume ni adopta las medidas necesarias para salir de la crisis. Es decir, al revés de lo que dijo el Presidente Lagos, en Chile las instituciones NO funcionan.  En otra escena está el cobre, el cacareado sueldo de Chile, cuyo precio depende todos los días de los vaivenes  –debilidades o fortalezas financieras- externas. Sus productores no pagan un royalty adecuado y el «sueldo del chileno» sale en buques de gran tonelaje y calado mezclado con otros metales como oro y plata y moblideno. Toda esta riqueza queda como premio o regalo para los países compradores.

La actual crisis es crisis de verdad y de largo plazo. Hasta ahora sólo se sabe el motivo del estallido  en un sospechoso y coordinado incendio de 22 estaciones del metro de Santiago en forma casi simultánea que se investiga. Para recuperar la calma, el Gobierno hizo una lista de mejoras sociales. Ninguna de las anunciadas reformas sociales se han cumplido cabalmente en 60 días ¿olvido o inoperancia? Ahora ven en una nueva Constitución la solución de todos los males y problemas de Chile, lo que es completamente falso, porque los problemas de los chilenos se mejoran con nuevas y buenas leyes y por esta vía es que tendremos una mejor salud, un mejor sistema de Pensiones y una mejor educación. Ya lo dijimos antes la Constitución de Ricardo Lagos tiene 5 o 6 puntos que habría que cambiar o resolver y esto se podría  concretar  en el mismo Congreso, si hubiese una voluntad real para haacerlo.

Chile, el 18-O simplemente se jodió y no volverá nunca más a ser el país que teníamos hasta  antes del estallido social.

¡Lo siento!