Por Marcel Garcés Muñoz
Se acerca la hora del resumen 2019. Pero, más allá del balance personal, de los logros, los éxitos y sobre todo de las esperanzas, de los sueños, está el umbral del futuro, el camino, la construcción del porvenir, del rumbo personal, familiar y colectivo.
Lo que se hace presente en el análisis es aquello que nos compromete, de los desafíos que enfrentamos como ciudadanos, como pueblo.
2019, nos deja una experiencia colectiva notable, una enseñanza socio política, una épica, un renacimiento, una alegría y una esperanza, una lucha y un mundo por conquistar, una emoción plasmada en frases importantes y definitorios, versos y consignas, aspiraciones, sueños, una poesía insurgente, romántica, insolente, valiente, contundente, escrita en los muros, en las barricadas. Y en los corazones.
Pero también nos interpela sobre la enseñanza de la necesidad de la unidad y la lucha, de la coherencia entre el discurso y la acción política concreta, en el valor de lo colectivo, en la obligación de poner en el centro la responsabilidad política y la honestidad de los fines, en el realismo del discurso y la épica movilizadora de la consigna, de la pasión inspiradora del discurso.
Deben los políticos, los que aspiran a ser líderes en las nuevas trincheras sociales, los partidos, los analistas, los académicos, los dirigentes sociales, los comunicadores, recuperar la confianza de los ciudadanos, saber plantear las metas de hoy y de mañana, representar las demandas de los ciudadanos y encabezar sus aspiraciones.
Hay que ponerse a disposición de los sueños colectivos.
Ser los instrumentos de la voluntad de los chilenos, asumir sus sueños y objetivos de vida, y no pretender llevar solo la batuta, con meros fines electorales o retóricos.
Tienen los ciudadanos, el pueblo, la calle, el derecho a exigirles consecuencia, honestidad, realismo, justicia y valentía, pero sobre todo capacidad de recoger sus demandas, de encabezar sus luchas, la valentía de reconocer sus errores y deficiencias, volver a enarbolar sus banderas.
Los meses de octubre y noviembre de 2019, pasarán sin duda a la historia social y política del país.
Pero es solo el reinicio de una lucha constante, histórica, con nuevos bríos sin duda, y nuevas perspectivas.
Pero solo a condición de que todos entendamos que no ha sido un mero fenómeno inusitado, repentino, sorpresivo, espontáneo, de gente molesta, lo que ha sido simplificado meramente como un gran ”estallido social”, de gente sumamente molesta y “hasta la coronilla” con gobernantes, políticos, empresarios e instituciones como la Iglesia, la policía, los políticos, los poderes del sistema y los generales.
En realidad esos grupos sociales e institucionales se tienen bien ganado el rechazo ciudadano, pero el malestar ciudadano va mucho más lejos, y el enjuiciamiento social, tiene fundamentos, razones y consecuencias más profundas.
Es cierto que la democracia pos dictadura, ha sido demasiado condescendiente, temerosa, en cierta medida también cómplice u obsecuente, con el modelo social de mercado, con los enclaves dictatoriales, con la colusión, con la corrupción, pero también con la represión criminal contra los pueblos originarios, y los estudiantes y los movimientos sociales críticos de la política medioambiental.
Octubre y noviembre 2019, por su lado, han constatado que el país, su sociedad política e institucional no ha dado el ancho ante las demandas sociales, ante la protesta, la indignación social.
En la sociedad existe la certidumbre que la democracia no ha respondido al desafío de la justicia social, económica, de los derechos humanos, del progreso, del bienestar, del futuro de la sociedad y las nuevas generaciones.
El desafío político y social de octubre-noviembre de 2019 puso las cosas en su lugar. Y constató que existen bríos, capacidad de reacción social, esperanzas, en fin, en fuerzas que asuman el protagonismo, la volunad del cambio.
Los estudiantes desafiaron al sistema y detonaron un mundo en crisis, injusto y sin esperanzas.
El “oasis” proclamado por el presidente Sebastián Piñera, su una campaña mediática para presentar y “ofrecer” el país como un mercado abierto a las inversiones y a las ganancias del capital nacional e internacional, y como un país confiable para el modelito global del imperio, mostró sus fracturas, sus débiles fundamentos, y finalmente hizo eclosión, sorprendiendo a quienes se negaron, dados sus intereses y falta de sensibilidad social, a reconocer los síntomas, y asustaron a otros con la magnitud, y quizás también, por qué no, por la fuerza de una violencia contenida desde hacía años.
Lo cierto es que las movilizaciones de octubre y noviembre de 2019 marcaron un hito histórico en la vida social y política de Chile, tras la derrota de la dictadura de Augusto Pinochet y la derecha política y económica.
Se trató de una experiencia colectiva de nuevos protagonistas sociales y generacionales, constituida por la calle, estudiantes, artistas, organizaciones sociales de nuevo cuño, sin banderías políticas partidistas que los identificaran a la historia del país, convocados a través de los nuevos mecanismos comunicaciones del siglo 21, con un espíritu de lucha, de creatividad, de valentía, de una nueva épica.
Irrumpieron, sin duda, atropellando barreras policiales y prejuicios o miedos ancestrales al desafío y el cambio del llamado “orden constituido”, a la creatividad de los sueños colectivos o los límites que pone a los sueños lo “políticamente correcto”.
Hubo mucha gente sorprendida, y el millón 200 mil o dos millones en la Plaza Baquedano, hoy de la Dignidad, los millones de chilenos a través de todo el país, asustaron a los poderes que no pudieron prever la magnitud del malestar social y de la voluntad de lucha por demandas largamente contenidas en el corazón y la conciencia del pueblo.
El presidente Piñera recurrió a la fuerza represiva de Carabineros y de las Fuerzas Armadas, declarando la “guerra interna”, y acusando de un complot internacional sobre su gobierno, Recurrió al Estado de Emergencia, al Toque de queda, a decenas de muertos, miles de detenidos, , centenares de heridos, cegados por bombas, lacrimógenas y balines criminales contra sus rostros y ojos.
De esta responsabilidad politica el presidente Sebastián Piñera deberá responder ante la historia, por más que persista, en buscar “enemigos externos”, a quienes culpar de la ineptitud de sus políticas , que corresponden a los intereses de quienes están detrás del poder político y económico que representa.
Por otro lado las organizaciones internacionales de Derechos Humanos, Naciones Unidas, la OEA y la opinión pública y la prensa internacional recordaron a la dictadura de Pinochet y sus criminales asolando el Chile
Finalmente la movilización popular- obligó a La Moneda, a levantar el Estado de Emergencia, el Toque de Queda, obligaron a un cambio de Gabinete ministerial, y a un apresurado paquete de reformas, que –dijeron- “acogía”, las “legítimas” demandas de los manifestantes, prometiendo “diálogos”, escuchar las “demandas” de los ciudadanos.
Claro que tras las declaraciones de buena conducta del gobierno, siguió con la prédica del odio, de la violencia represiva, así como el intento de deslegitimar la movilización popular, atribuyendo a ésta saqueos a comercios, incendios de estaciones del Metro, y autobuses y hasta ataques a unidades policiales.
La Moneda insistió en la militarización de la vida política y social, amenazó con Estados de Sitio, con defensa militar de instalaciones “criticas” y chantajeó a los partidos y al poder legislativo con una nueva ofensiva punitiva a través de leyes, enviadas a las Cámaras con “suma urgencia”.
Hay que tener en claro es que cuando, incluso el gobierno y la Derecha proclamaron a regañadientes, su disposición a discutir una “Nueva Constitución”, algo cuya esencia, propósitos y sinceridad está por verse, habrá que esperar el curso de los acontecimientos, el criterio de la práctica.
Hay muchos temas que quedan por verse, en cuanto a la sinceridad de los propósitos democráticos de los actores de la escena política nacional, de cuanto de verdad y sinceridad hay en las supuestas invitaciones a dialogar que cada cierto tiempo son proclamados mediáticamente desde La Moneda,
O sea, el país sigue a la expectativa, y queda mucho por verse. Y como decían algunos viejos amigos, hay que afirmarse los pantalones con rieles.
LA REBELION DE OCTUBRE Y LAS DEBILIDADES DE LA IZQUIERDA
CARTA ABIERTA A LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA
Asi como a fines de los 80 las clases dominantes en Chile sintieron temblar el piso y avizoraron su derrota ante las masivas protestas antidictatoriales del pueblo, la misma sensación vivieron desde el 18 de octubre cuando Chile despertó.
Y tal como los representantes politicos de las clases dominantes hace poco más de 30 años se las jugaron por una componenda entre cuatro paredes para salir del embrollo, así lo hicieron esta vez en sus maratónicas y secretas negociaciones del 13 y 14 de noviembre.
La tragedia de fines de los 80 resultó en una nueva forma de dirigir el estado, pasando de una dictadura cívico-militar a un régimen semidemocrático, pero no cambiando el objetivo central del estado: la defensa del dominio absoluto del capital chileno y transnacional en defensa de su modelo de dominación.
El mismo proceso se proponen hoy revivir los defensores del modelo.
La pregunta que se desprende es: Había otra alternativa al caos y el desgobierno, otra alternativa a la asonada militar, a mediados de noviembre?
En el presente texto se sugiere la hipotesis de que sí hubo tal alternativa: El derrocamiento del gobierno de Piñera. Y que además sólo hubieron 48 horas para consumarla.
Y como segunda hipótesis: Que tal alternativa no se pudo realizar producto de los vacíos de la izquierda política, vacíos arrastrados durante tres decenios.
La discusión sobre las deficiencias de la izquierda no es una invitación a hacer un harakiri o a que rueden las cabezas. Es más bien un llamado a recoger las experiencias de esta primavera de rebelión para actuar con mayor potencia y efectividad en las batallas que sin duda nos esperan. Es lo mínimo que podemos ofrecer al pueblo, a las víctimas de la represión.
I – PIÑERA CAIA
Entre el martes 12 y el jueves 14 de noviembre el gobierno de Sebastian pudo ser derribado.
La marea de protesta social había escalado en intensidad tras la gigantesca concentración del 25O en Plaza de la Dignidad en Santiago y otras ciudades. Ni la salida de los militares a la calle había logrado parar la revuelta.
El martes 12N se daba en el marco de una huelga general llamada por la Mesa de unidad social, MUS, la que al final del día estimó en dos millones las personas que participaron de la huelga. Puede tratarse de la movilización más masiva y de mayores efectos económicos en los últimos 45 años.
Piñera solicita ese dia a los militares volver a las calles pero los uniformados se negaron a salir sin garantías de impunidad. Los hechos posteriores indican que el oficialismo decidió, como aferrándose a la última tabla de salvación, dar un paso atrás y contactar a la oposición política en el parlamento para negociar una solución, con el objetivo de desinflar el globo de la protesta social, salvar el gobierno y dividir a la oposición.
El oficialismo contó con los mismos partidos y sectores que ayudaron a salvar el modelo a fines de los 80 y a Pinochet de ser juzgado ocho años después, además de parte del FA.
Los partidos de la antigua Concertación estaban paralizados ante el estallido social incontrolable para ellos. No hay que menospreciar la importancia que tienen los intereses económicos, políticos y de status social que representantes y líderes de estos partidos han tenido y tienen en el marco del actual modelo.
Honrosa actitud del PC, Verdes regionalistas y el PRO, que no se sumaron a la farsa #salvapiñera.
El acuerdo logrado tras casi 30 horas de arduas negociaciones a puertas cerradas y con gran cobertura mediática en los pasillos, se transformó en los hechos en la tabla de salvación del gobierno de Sebastián Piñera.
Pero, caía el gobierno sin esa tabla de salvación?
1. Las masas en la calle lo pedían, renuncia Piñera, en consignas y rayados
2. Los uniformados se negaban a salir a reprimir
3. Los de arriba tambaleaban, ofreciendo dádivas
Las condiciones básicas de un triunfo estaban dadas los días 12N al 14N: Los de arriba no eran capaces de mantenerse en el poder.
La otra condición para un triunfo es: Los de abajo son capaces de derribar el orden dominante y sustituirlo por otro nuevo. Pero, lo estaban? La hipótesis levantada aquí es que NO.
Dos semanas antes del 15N circulaba por las redes sociales un afiche que concentraba los puntos de una salida revolucionaria a la crisis :
1. Renuncia de Piñera
2. Creación de un gobierno provisional
3. Disolución del congreso
4. Llamado a nuevas elecciones en tres meses, incluida la elección a una nueva asamblea constituyente.
Desgraciadamente el afiche no estaba firmado, su autoría es desconocida. Es probable que la consigna era prematura a principios de noviembre pero también es probable que ya no estaba desfasada de la realidad el 12N, en el contexto de huelga general y un levantamiento potente que tenía en las cuerdas al gobierno.
Ese día el estado de ánimo de las masas era de rebeldía absoluta. El pueblo movilizado exigía la renuncia de Piñera, el presidente recurrió al último sostén de su poder, a las FFAA, y estas se negaron a salir a defenderlo.
En esas condiciones se daban ciertas premisas necesarias para el derrumbe del gobierno y, si el proceso hubiera seguido su curso, de todo el edificio neoliberal.
II – LAS FLAQUEZAS DE LA IZQUIERDA
Por qué no ocurrió esa revolución? Faltó un factor subjetivo clave: La CAPACIDAD de los de abajo de voltear el orden establecido y reemplazarlo por otro. No basta con querer, también hay que poder.
Y no se pudo por que carecían de la organización y la dirección única necesaria que les permitiera elevar la lucha a tal nivel que alcanzaran el triunfo.
La consigna Renuncia Piñera repetida una y mil veces en las calles era movilizadora y aglutinadora. Pero esta consigna tan central NO la asumieron ni los dirigentes politicos ni los dirigentes sociales de la Mesa de Unidad Social, Mus (salvo algunas honrosas excepciones como la Confusam y seguramente otros).
Por el contrario, se difundió el discurso de que era una irresponsabilidad exigir la salida de Piñera, pues el país necesitaba gobernabilidad.
La voz de la calle que pedía la renuncia de Piñera no tuvo representación en aquellas organizaciones políticas y sociales que luchan contra el neoliberalismo y por más democracia.
En este aspecto crucial tanto los partidos de izquierda representada en el parlamento como el grueso de las organizaciones sindicales y sociales dejaron al pueblo movilizado en la completa orfandad, precisamente cuando el pueblo más los necesitaba.
Y esta orfandad es una de las más importantes razones que explican por qué el levantamiento de la primavera chilena todavía no ha llevado a los cambios profundos que Chile exige.
Es una responsabilidad histórica muy grande.
La izquierda tiene la superioridad moral de haber levantado durante decenios las exigencias que ahora las masas de manera más bien espontánea han hecho suyas..
Pero este texto no está escrito para destacar el gran valor que tiene la izquierda para Chile, que lo tiene y muy grande. El presente texto quiere poner el foco en el lado flaco, el lado débil, que también es enseñanza para las batallas que vienen.
Qué le faltó a la izquierda ?
Una organización o grupo de organizaciones legitimadas ante el pueblo, con la autoridad moral y la capacidad de convocatoria suficiente para tomar el liderazgo y llevar hasta el fin la consecusión de las demandas politicas y sociales.
La espontaneidad y la autoconvocatoria anteceden siempre a la lucha más organizada, demuestra la historia. Las masas en su lucha se dan la organización que el momento requiere. Esta vez fueron principalmente los cabildos abiertos y en la calle la autodefensa con el traslado y asistencia de heridos, la primera línea, etc.
En esos procesos estuvieron tanto la gran masa de chilenos sin partido como los militantes de los partidos de la izquierda.
Pero ningún partido político como organización tenia el 12 al 14 de noviembre la legitimidad necesaria entre la gente para erigirse vanguardia del proceso.
La legitimidad se gana en el tiempo, y se gana en el diario vivir, en la cotidianieidad, en el día a día. Nada o muy poco de eso habían hecho los partidos de izquierda en los últimos 30 años, según el testimonio vivo de la propia rebelión de octubre.
III – EL VACIO EN EL TRABAJO DE MASAS
A la poiitica de desmantelamiento del movimiento social que la Concertacion aplicó de los 90 en adelante, se suma la incorporacion de la izquierda a la institucionalidad, que si bien fue y es necesaria, al parecer significó un despliegue de fuerzas focalizado en los temas electorales e institucionales EN DESMEDRO del trabajo entre las masas.
Un ejemplo espeluznante del desfase entre los lideres de izquierda y las masas movilizadas esta primavera fue el bloqueo politico a la demanda ciudadana de renuncia de Piñera.
El lider socialista Alvaro Elizalde declaró que era una irresponsabilidad exigir la salida del presidente, mientras que el lider del Partido Comunista Guillermo Tellier, en entrevista con El Siglo, al hablar sobre la acusacion constitucional promovida por diputados del partido y otros, aseguró que él no habia llamado a derrocar el gobierno pues eso constituiria una transgresion al estado de derecho.
Sin transgresión al Estado de Derecho no hubiera triunfado ni la revolución rusa, ni la francesa, ni la inglesa, ninguna. Y qué hubiera ocurrido si el pueblo movilizado exigiendo la salida de Piñera sobrepasa los marcos de la institucionalidad, por ejemplo – como ha ocurrido en otros paises – rodea y se toma La Moneda? El PC hubiera criticado esto, se hubiera distanciado? A que «estado de derecho» se refiere Tellier, cuando en esos mismos dias se mataba, torturaba, violaba y mutilaba salvajemente al pueblo?
Las señales de los lideres politicos de la izquierda en la practica bloquearon la posibilidad de que el levantamiento llegara a niveles superiores de lucha.
Y la Mesa de Unidad Social, la Cut y las otras organizaciones, no son prueba de organización?
Lo son. Pero al menos en el plano sindical es conocida la falta de representatividad, toda vez que el 80 por ciento de los asalariados en Chile no está sindicalizado. Ello se refleja en que los llamados y convocatorias de la Mesa no siempre surten el efecto esperado, salvo en las condiciones de levantamiento popular, y en este caso más por la movilización de las masas que por la capacidad convocadora de la Mus.
Son organizaciones superestructurales la Cut y la Mus? En gran medida lo son lo son y ello se refleja por ejemplo en la incapacidad de tomar el liderazgo legítimo e induscutido de esta rebelión.
No se trata de que la presencia de los partidos politicos en las organizaciones sociales sea nociva per si, lo es cuando esos partidos practican el cuoteo, el sectarismo y bloquean una vida democrática sana dentro de ellas.
El trabajo de masas es el ADN de la izquierda, su carta de triunfo. Las deficiencias ahi explican la razón de por que Piñera se mantiene en el poder, por qué la élite dominante ha logrado canalizar la protesta hacia un escenario donde puede neutralizarla y además holgadamente aprobar leyes de represión.
IV – LA AUTODEFENSA
Solo con y entre las masas se puede dar respuesta al otro vacio historico de la izquierda, el factor militar. No se trata aqui de la creacion de guerrillas o milicias armadas. Se trata del trabajo hacia las FFAA y la autodefensa legitima en condiciones de represión.
El rol de las FFAA no ha sido descuidado por el modelo neoliberal. Prebendas y sistemas especiales, como el de jubilación, estan pensados para mantener su rol de garantes del modelo. Pero quizas de mayor significación es la formación clasista que reciben nuestros uniformados, además de los lazos con EEUU, ideológicos y con pertrecho de armas.
Tenemos fuerzas armadas monolíticas que actúan contra el pueblo cada vez que éste amenaza los privilegios de la élite. Hay que develar el mito de la apoliticidad de los uniformados.
Finalmente, el tema de la legítima autodefensa.
Los que han marchado en estos años 30 años de democracia lo saben perfectamente: Carabineros desata una brutal represión independientemente de si la manifestación es pequeña o gigante. Ante esta cultura represiva violenta se ha levantado la línea de autodefensa de las manifestaciones, la llamada Primera línea.
Tras unos días de experiencia se fueron consolidando los centros de atención a los heridos, piquetes de traslado de heridos, los « aguateros » que con botellitas spray ayudan a sobreponerse a los efectos lacrimógenos, los picapiedras, los transportistas de piedras a la primera línea, etc.
Esta logística de autodefensa también apareció de manera espontánea al calor de las necesidades que imponía la salvaje represión de policías y militares.
Y los partidos de izquierda? Como se ha mencionado antes, en las labores de ayuda a heridos y en la primera línea se ha visto a militantes de las juventudes políticas de la izquierda. No es conocido si las orgánicas partidarias han tomado la autodefensa como un tema central en su actuar y sus directrices hacia las bases.
Lo que está claro es lo que devela la misma rebelión: La audacia y arrojo de la primera línea han sido indispensables para garantizar la manifestación pacífica. Pero ello no ha sido suficiente para pasar a estadios más elevados de la autodefensa.
Este no es un tema de escritorio si no más bien un proceso práctico en la lucha callejera. La idea que queremos señalar es que en esa escuela de la calle también puede erigirse la dirección consciente y planificada de los partidos de izquierda, como lo hicieron en la época de la dictadura.
Noel Salazar, ex-militante del PC
Julio Oliva Garcia, activista DDHH y ex-miembro del CC del PC