Por Mario Waissbluth 

Chile está ya en un estado de insurrección generalizada. Desde fuera nos miran pasmados, y la democracia está en peligro casi terminal. La culpa originaria es de la élite chilena, la de derecha pero también de la izquierda que durante 30 años permitió que el “modelito” quedara impoluto, y que lo permitió en el Ejecutivo y el Congreso. Es el “modelito” el que incubó a los 10 mil violentistas, Sename y delincuentes incluidos. Tragedia griega. Este incendio (no es metáfora) hay que pararlo ya, ahora mismo.

El problema es que estamos entrampados entre grupos diversos que confluyen desde distintos ángulos a crear el grave daño: la derecha dura que no quiere abrir los bolsillos en serio; los narcoanarquistas que quieren la destrucción del Estado para expandir su negocio; los miles de jóvenes violentistas que por primera vez en su vida sienten que están viviendo una épica grupal imparable pero nihilista; los ayudistas de izquierda y sus partidos -Comunista y Frente Amplio-  que no quieren comprender la gravedad de la situación y siguen aplaudiéndolos o bien guardando silencio frente a sus atrocidades; y la fuerza pública que ha cometido graves errores, por los cuales ahora están tratando de parar a los violentistas sin poder desplegar la necesaria y proporcional firmeza.

Las cuatro propuestas

La primera, la más potente y a la vez más simbólica, es que el Presidente reconozca la verdadera magnitud de la crisis, que entienda que su programa de Gobierno ya feneció, y convoque a un Gabinete de Unidad Nacional, que abarque el más amplio espectro político partidario (excluyendo ambos extremos), y con participación de algunos independientes que gocen de respeto transversal. Solo así podremos salir adelante.

La segunda es el llamado urgente a una misión internacional, sea de la ONU u otro ente respetado y neutral, que venga a revisar la “verdadera verdad” de la violencia perpetrada por ambas partes, tanto la innecesaria y no proporcional de Carabineros, como la de los vándalos contra los Carabineros y contra la sociedad en su conjunto, para esclarecer de una vez por todas las responsabilidades de todos y para explicarle a la ciudadanía, de manera creíble toda, los daños causados hasta ahora, humanos, económicos y morales. Hoy nadie le cree al Gobierno, ni tampoco a este y las Fuerzas Armadas les convino creer a la reciente visita de Amnistía Internacional. Necesitamos desesperadamente creerle todos juntos a alguien, en no más de un par de semanas. Cruzo los dedos por que el inminente informe de Humans Rights Watch cumpla este propósito y sea aceptado por todos. Simultáneamente, es necesario crear una Comisión de Verdad y Reconciliación para reparar los daños a las personas, o a sus deudos en casos de fallecimiento.

La tercera propuesta urgente es un pacto social y económico en serio, consistente en un plan a 10 años, en que se aumenten gradualmente los tributos o aportes de las personas más ricas en 5% del PIB anual, para ser destinados a una detallada y consensuada lista de beneficios sociales en pensiones, salud, educación, salario mínimo, etc. Lo destinado hasta ahora por el Gobierno es una migaja, 0.4% del PIB, y no llegará a ninguna parte.

La cuarta y última propuesta, que me hace temblar la mano al escribirla, es que haya un nuevo pacto político “por la paz y la justicia en serio”, que abarque a toda la izquierda y la derecha, para devolver el monopolio de la fuerza al Estado, el único que la puede y debe tener, y que la debe aplicar de manera firme pero proporcional, justa pero eficaz. Esto significa en primer lugar que los ayudistas de izquierda comprendan en plenitud adónde nos están llevando con sus gustitos y que comiencen a denunciar la violencia en serio. Es necesario poner a los Carabineros en la calle con todo su poder, carabinas, guanacos y zorrillos, pero con todo el apoyo político necesario para ejercer la fuerza pública con la proporcionalidad necesaria. No tengo duda alguna de que Carabineros deberá ser intervenido y reestructurado completamente, más temprano que tarde, pero eso toma tiempo y no se puede hacer en medio de este megaincendio. Y si se necesitaran militares imponiendo un toque de queda real y no de escaparate, también. A estas alturas no podemos tenerle miedo a ninguna medida relevante, ni tampoco el Gobierno.

Veo con angustia a mi país hundiéndose, con cada vez más y más amplios territorios controlados por los narcos, con nuestros hospitales, escuelas y supermercados incinerados, eso sin pensar todavía en nuestros preciados bosques, que estoy seguro que son la tragedia que se avecina.

Para parar las denuncias o defensas espurias de ambos lados, debemos poner en la calle observadores internacionales tipo “cascos azules”, a quienes todas las partes crean, que estén autorizados para ver cómo se para esta crisis sin cometer atrocidades, en esta verdadera guerra de los narcos, anarquistas y violentistas, no solo contra el Estado, sino también contra la nación y sus ciudadanos. Este desastre hay que pararlo ahora mismo y los vándalos no van a escuchar razones. La guerra no es contra los ciudadanos indignados, es contra los narcoanarquistas, armados y temerarios que no solo amenazan la seguridad e integridad de la nación, sino que están a punto de tomársela, con 17 millones de rehenes adentro.

Si no hacemos todo esto, el escenario más probable es que los militares terminen haciéndolo igual, muy pronto y sin nuestro permiso, con un baño de sangre, y que la democracia se nos vaya al demonio por mucho tiempo.

(1) Hay ayudistas peores: el PC y parte del Frente Amplio. Lo que les interesa a ellos es que caiga Piñera, aún a riesgo de poner en riesgo la democracia tan difícilmente recuperada a inicios de los 90. Me parece sencillamente intolerable y me trae al recuerdo las palabras de Camila Vallejo de admiración por Venezuela y los llantos del PC por la muerte del asesino Kim Jong-il. Están siendo cómplices activos, no pasivos, de una banda de anarquistas, narcos y violentistas que tienen de rodillas al país. Qué tragedia… Marcela Cubillos y Camila Vallejo unidas jamás serán vencidas, dijo el poeta Nicanor Parra.

(2) El trabajo-ensayo-artículo completo de  Mario Waissbluth fue subido este lunes al portal de El Mostrador.