América Latina no quiere tampoco al neo liberalismo como sistema económico y las protestas chilenas contagian a Colombia, el único que va quedando, en parte, con este draconiano sistema, además de ser una excepción porque nunca ha sido gobernado por el “progresismo” como ha sido el caso de Chile.
Las masivas protestas ciudadanas del jueves dieron un toque de atención o de alerta para el Gobierno del cuestionado Iván Duque y para quienes aparecen como defensores a seguir aplicando el modelo capitalista que hace más rico a los ya ricos y más pobres a los pobres de siempre. Es la desigualdad con letras mayúsculas.
El “virus” chileno contagió a la clase media y a los jóvenes globalizados colombianos que quieren tener la oportunidad también de vivir como ricos o, al menos, parecerse a ellos.
Todo comenzó cuando el 12 de octubre grupos chilenos, hasta ahora no identificados, incendiaron unas veinte de estaciones del Metro de Santiago de Chile y varios buses. Así grupos colombianos dijeron: “Aja, que sí se puede” , y lo hicieron al estilo chileno con saqueos de tiendas.
Una huelga general con marchas a la chilena, pero lamentando tres o cuatro víctimas fatales, fue el despertar colombiano.
El Gobierno anticipó sus temores «de lo peor» y comenzó rápidamente a tomar medidas después que los sindicatos estudiantiles se sumaran a la convocatoria de las centrales obreras y que las reivindicaciones se ampliaran a ámbitos no exclusivamente laborales. Y efectivamente, la protesta se volvió una queja general contra el modelo económico liberal y presentó elementos similares al movimiento callejero de Chile. Aunque los analistas no creen que, por el momento, se vaya a repetir y establecer una movilización permanente, ayer ya se repitieron algunos disturbios y anoche se convocó por las redes sociales otro cacerolazo.
Con inspiración chilena
“¡El pueblo unido jamás será vencido!” (grito chileno desde los tiempos de Salvador Allende en los años setenta). Los cacerolazos al estilo argentino no son habituales en Colombia, pero la noche del jueves se extendieron por las principales ciudades, especialmente en Bogotá, donde cientos de manifestantes se congregaron incluso frente a la vivienda particular de Duque en el barrio de Cedritos entonando el himno de Quilapayún, cuya letra vuela por el continente con la vigencia de su creación, poco antes del golpe contra Allende en Chile (1973).
Otro grito del jueves en Cedritos fue más contemporáneo y explica mucho de la incipiente crisis colombiana: “¡Uribe, paraco, el pueblo está berraco!”. Donde “paraco” sería paramilitar y “berraco” equivaldría a valiente, aunque a estas alturas ya podríamos traducirlo como cabreado o indignado.
El expresidente (2002-2010) Álvaro Uribe, cuya figura es tildada de ultraderechista desde la izquierda por las acusaciones de vínculos con el paramilitarismo, es considerado el mentor de Duque (Centro Democrático).
Como publicó el Diario La Vanguardia de Barcelona, Duque, sin embargo, no ha podido ni ha querido soltar el lastre de Uribe, como en su día hizo su primer delfín, el expresidente (2010-2018) Juan Manuel Santos, igual de conservador en lo económico pero salvado por la izquierda gracias al proceso de paz que llevó al fin de las FARC. Tras poco más de un año en el poder, el índice de aprobación de Duque es del 26%, casi la mitad del porcentaje (54%) con que ganó en segunda vuelta las presidenciales.
Más o menos con el tono de Sebastián Piñera en Chile, Duque dijo en un discurso que “hoy hablaron los colombianos y los estamos escuchando, el diálogo social ha sido la bandera principal de este gobierno, debemos profundizarlo con todos los sectores de esta sociedad”.
Sin embargo mucho más rápido que Piñera, el presidente colombiano ordenó el viernes un toque de queda en Bogotá en medio de los continuos disturbios provocados en una manifestación masiva de 250.000 personas que salieron a las calles en el marco de una de las marchas más grandes de la historia reciente de Colombia.
El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, anunció el mismo viernes la declaración del toque de queda en tres áreas de la capital del país en una nueva jornada de movilizaciones. «Vamos a establecer el toque de queda en tres localidades, en Bosa, en Kennedy y Ciudad Bolívar a partir de las 20.00 horas, señaló. (la ciudad de Bogotá se encuentra dividida en un total de 20 áreas, llamadas localidades).
«Entre ayer y hoy fueron capturadas 98 personas, 207 más fueron conducidas a estaciones de Policía para su protección, ocho menores fueron aprehendidos y se llevaron a cabo 53 allanamientos en cumplimiento de las ordenes de la Fiscalía», ha detallado el ministro durante una rueda de prensa en la Casa de Nariño.
La alcaldía de Bogotá, informó que 79 buses del sistema local de transporte público fueron vandalizados el viernes y 40 estaciones cesaron sus operaciones tras recibir ataques de enmascarados.