Por Jessika Krohne
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¿Qué está pasando en nuestro país? La crisis estalló hace cuatro semanas en un país que parecía el más tranquilo de Latinoamérica y que para las miradas de economistas extranjeros era el mejor en América Latina para vivir, invertir y disfrutar.
Pero hace cuatro semanas la gota rebalsó el vaso como diríamos en buen chileno. La desigualdad y la injusticia social llegaron a su límite y la crisis social estalló con un vandalismo brutal destruyendo una de las cosas que enorgullecen a Santiago: el metro y otros puntos neurálgicos de la ciudad. De ahí en adelante la destrucción ha sido sin límite destruyendo importantes puntos importantes y emblemáticos del país.
La desigualdad e injustica social es una evidencia, pero no se entiende tanta destrucción, tanto vandalismo y que dure tanto tiempo.
Creo que aquí confluyen dos grupos sociales que tal vez hayan tomado un protagonismo en este estallido social: El primero son los jóvenes que efectivamente vienen de una situación social carente y no cuentan con posibilidades para surgir en la vida. No han recibido afecto y muchos se han creado en instituciones estatales y lo han pasado mal. Pocos han recibido una educación adecuada y hoy sienten que nada les pertenece y que no tienen nada que perder.
El segundo grupo son jóvenes entre 18 y 22 años que cursan los primeros años de una educación superior y que esperan cambios inmediatos. La paciencia no es su fuerte, ya que nacieron con los celulares, donde los mensajes son instantáneos, donde pueden adquirir información por Google rápida, donde todo fluye inmediatamente y con una velocidad impresionante. No conocen otro ritmo. Todo es para ahora. Es la generación Z que exige cambios, pero que se salta un tremendo paso: Esperar y ser paciente. Esta generación participa de las movilizaciones y muchas veces se involucran en situaciones complejas, en manifestaciones que no tienen un final positivo.
Muchos dicen que esta revolución social se esperaba en Chile, pero no se si a esta gran escala y con esta magnitud.
Ahora se preguntan muchos cómo salir de esta gran crisis, donde los índices económicos están por el suelo, donde la imagen país ha caído profundamente y donde las pequeñas y medianas empresas lo están pasando pésimo. Se proyectan importantes alzas en las cifras de cesantía y el quiebre de muchas empresas.
Se vienen tiempos difíciles para Chile y para los chilenos, pero los más positivos dicen que siempre después de la crisis hay una esperanza, hay un cambio importante que puede ser positivo para toda una sociedad, pero al parecer el costo va a ser alto, ya que a esto no se le ve fecha de término.