Foto de Portada: Los daños más graves se registraron en 80 de las 136 estaciones del metro de Santiago.

 

Por Walter Krohne

Con el título de “El Chile que viene” se ha publicado  el último  estudio de opinión  de la agencia Cadem donde se destaca que la «cara visible de las movilizaciones» es la de la población menor a 35 años de edad con un reconocimiento de participación en estas acciones (marchas y cacerolazos o caceroleos)  de un 57% de los jóvenes  contra el 34% del grupo entre 35 a 54 años, y el 20% del segmento de mayores de 55.

En el grupo de 35 años existe una parte (79%) que está de acuerdo con las llamadas «evasiones» masivas (destinadas a lograr reformas)  contra un 66% que no esta de acuerdo con la agenda social del gobierno de Sebastián Piñera.

El grupo entre las edaddes de 18 y 34 años representa al 27% de la población del país (4.664.902 habitantes), 43% de ellos viven en la Región Metropolitana y 57% en regiones. Son además, dice el estudio de Cadem,  aquellos que en un alto porcentaje comparten que la actual crisis corresponde a un descontento social generalizado (81%). También quienes más validaron las evasiones masivas del Metro como una forma de protesta (79%) y los que peor evalúan la agenda social impulsada por el gobierno para contener el malestar (66%).

La actual crisis social, aunque viene arrastrándose desde hace años -desde el complicado legado dejado por el dictador Pinochet que los políticos en democracia no han sido capaces o no han querido resolver o modificar-,  estalló con toda su fuerza el 14 de octubre último y con un «pick» en esa semana,  el viernes 18. En esos días se mostró un descontento social marcadamente juvenil y de mucha violencia que no fue detectado oportunamente por ningún servicio de inteligencia ni del Gobiernos ni de las Fuerzas Armadas ni de Carabineros (Policía uniformada) ni tampoco de la policía civil PDI. El detonante (punta del iceberg) fue el alza del precio del metro en 30 pesos (0,040 centávos de dólar) llegando a un máximo de 830 pesos (US$1,17 aproximadamente), pero como dijeron posteriormente y siguen diciendo los que siguen en las calles «no son los 30 pesos sino los 30 años de frustración y postergaciones económicas y sociales de los chilenos» (Un chileno que gane el sueldo mínimo de $350.000 (US$ 479) debía gastar sólo en el metro $33.199 (US$45).

El Gobierno de Sebastián Piñera se vio forzado a ceder y suspender el alza en la tarifa del metro afirmando que había escuchado «con humildad la voz de la gente» y, además,  decidió declarar el Estado de Emergencia que contempló el despliegue de militares armados y de dispositivos de la policía uniformada y el toque de queda. Esta medida, aparte de  no frenar la furia de los centenares de manifestantes en varias ciudades de Chile complicó más la situación por el registro de numerosos casos de violación a los derechos humanos registrados durante la intervención militar, situación que  decidió a la Alta Comisionada de los DD HH de la ONU, la ex presidenta Michelle Bachelet a enviar a Santiago de Chile una comisión especial de investigación que se encuentra actualmente en el país.

Una semana de disturbios dejó un saldo de 20 muertos, 1.132 personas heridas (38 por disparo de bala), 3.535 detenidas (entre ellas 593 mujeres y 375 niños y adolescentes) y 120 acciones judiciales (datos del INDH – Instituto de Derechos Humanos de Chile). Aparte los daños materiales en las ciudades que son multimillonarios, desde el comercio y la industria del turismo admitieron que las pérdidas son gigantescas, especialmente con la suspensión de las dos cumbres internacionales APEC y COP25 (es «un gran revés» dijeron los hoteleros que, sólo en Santiago sufrieron el saqueo e incendio de tres de sus recintos.

En este escenario, frente a la disconformidad generalizada por la agenda social del gobierno que se refleja en el sondeo de Cadem, los menores de 35 años figuran también como los más críticos a los anuncios del Ejecutivo para paliar el descontento social.

A los jóvenes que protestan se les ha denominado «los acéfalos», porque aparentemente carecen de una dirección superior o líderes conocidos y supuestamente salen a las calles por su propia cuenta y riesgo u organizados en grupos vecinales. Ni siquiera el mundo político, que aparece ubicado en el último lugar de las encuestas, sintoniza con ellos, aunque el Partido Comunista, que se ha manifestado no dispuesto a colaborar con el Gobierno para resolver la crisis, ha tenido participación en la «rebelión» dentro del mundo anónimo y sin declaraciones, más bien en silencio, pero atacando al neoliberalismo, el modelo económico imperante en Chile.

En medio de esta delicada situación no faltaron «los desatinos» del Presidente quien afirmó en una cadena nacional de televisión y radioemisoras que «estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite, incluso cuando significa la pérdida de vidas humanas, con el único propósito de producir el mayor daño posible». A esto se agregó el audio de la Primera Dama Cecilia Morel diciéndole a una amiga:  «Yo creo que lo más importante es tratar de nosotros mantener la cabeza fría, no seguir calentándonos, porque lo que viene es muy, muy, muy grave” (la veracidad de este audio fue confirmada por La Moneda).

En el grupo de la calle habrían estado los  líderes más jóvenes que surgieron a propósito del movimiento estudiantil y  según el estudio demoscópico habría una mayor sintonía con ellos, pero el resto del mundo político está muy distante de la forma de entender la política de este grupo”, según los investigadores de Cadem.

“¿Cuál es la principal razón que explica que los chilenos estén enojados?”, señala una de las preguntas de la encuesta Cadem, cuya respuesta sitúa a los políticos como la principal causa del descontento social.

 Los más jóvenes no tienen una diferencia tan sustantiva con el resto de la población en ese punto (56% frente al 59% de quienes tienen entre 35 y 54 años de edad y el 56% de los mayores de 55), habla de que no son jóvenes apolíticos. No tienen nada que ver con el ‘no estoy ni ahí’ de los años 90, se informan sobre política”, se lee en el diario La Tercera.

También se dan ciertas similitudes generacionales al asignar responsabilidad a los sueldos y a la situación económica familiar (47% frente al 52% mencionados por adultos entre 35 y 54 años). Sin embargo, los jóvenes aparecen distinguiéndose del resto de la población al asignarles un grado de importancia a la calidad de vida y el tiempo libre. “Eso lo ven con más claridad que el resto de la población. Es muy notorio que para ellos la falta de tiempo libre sea un motivo por el cual la población podría estar molesta”, agrega el diario.

La Moneda llama ahora a «un gran diálogo ciudadano» que está en manos  del ministro de Desarrolllo Soicial y Familia Sebastián Sichel. Es una invitación a conversar como ya se hizo en los cabildos realizados durante el período presidencial de Michelle Bachelet (2014-2018), una de las vías abiertas para darle a Chile una nueva Constitución, lo que quedó sólo como un proyecto interesante, lo mismo ocurrió con la reforma tributaria que hubo que corregir posteriormente porque no alcanzó para financiar la educación gratuíta en Chile, como se prometió y que fue el tercer gran pilar del proyecto de Gobierno de la hoy Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y antes Directora de ONU Mujeres.

Hoy no sabemos, porque somos más experimentados o más incrédulos que antes, si por la vía del «gran diálogo ciudadano» saldrá algo realmente concreto, porque los problemas están a la vista: Jubilaciones de hambre administradas por  entes privados como las AFP (negocio); sueldos mínimos de hambre; una salud cara y deficiente pública y privada, controlada por el negocio de las isapres, los hospitales y clínicas privadas; pago de contribuciones de quienes han logrado adquirir en la vida laboral una casa propia (deben pagar al Estado cuatro veces al año altas sumas incluidos los jubilados, que al último se ven obligados a vender lo único que tienen o tenían); el impuesto agregado a las gasolinas, los peajes en autopistas que antes eran administradas por el Estado y que ahora han hecho millonarios a muchos inversionistas en este «negocio» de privados (incluidos algunos que trabajaron u ocuparon altos puestos en la burocracia estatal; la educación mala y cara y…..para que seguimos con la larga lista de abusos porque parece que el Chile de hoy, por la flojera e incapacidad de los mismos políticos, habría que hacerlo completamente de nuevo.