Por Walter Krohne

Fue una conmemoración con acciones encontradas, solapadas y cobardes. Parece que una cantidad de chilenos no ha aprendido nada de nada porque sigue sin comprender la realidad política del Chile actual como tampoco la de antes.

Es increíble que un grupo de «ricachones» que, al parecer,  no tiene nada mejor que hacer o tiene demasiado tiempo libre para pensar en cómo molestar al vecino “sin molestarlo siquiera” o sin gestos de enojo, muestran  su peor cara, la de la hipocresía, la catacterística más atroz que sigue vigente en Chile.

Estas chilenas y chilenos no tienen la capacidad ni el interés de ponerse a debatir sobre lo que ocurrió hace 46 años cuando «un loco avispado» y posteriormente también un ladrón, como después se ha confirmado, haya incendiado  el Palacio de La Moneda y arrastrado al suicidio al Presidente elegido por el pueblo para asumir el poder y quebrar nuestro sistema democrático, del cual se puede hablar y criticar mucho, pero es nuestro sistema político que con reflexión y calma podríamos haber quizá mejorado y haber evitado la entregar del país a una dictadura, la más horrenda y asesina en  toda la historia latinoamericana, y para peor apoyada desde Washington. Es el mismo problema que tenemos hoy: Hay que mejorar el sistema político para evitar nuevas catástrofes históricas.

Esto incumbe a los dos extremos políticos: la extrema derecha fachista y golpista; y la extrema izquierda que ataca con los encapuchados que andan libres por las calles y envían «amedrentamientos», como el paquete recibido hoy en la casa de la Intendenta Karla Rubilar (autoridad que no apoyó esta semana la marcha por las 40 Horas en la forma como querían las diputadas comunistas).

Son dos sectores que se parecen mucho  tanto en sus formas solapadas de actuar y criticar como en sus objetivos de provocar el quiebre y el caos en todas las instancias e instituciones  para retomar quizá lo que quedó atrás hace 46 años.

Yo admiro a los chilenos demócratas de todos los partidos que fueron capaces de sacar a este país adelante y construir con inteligencia un camino para decirle al dictador que ya estaba bueno y que se fuera  a su casa, lo que se logró con elecciones «libres», como debe ser,  que permitieron el recomienzo de la demnocracia. El dictador nunca fue procesado ni por sus crímenes ni por sus robos.

No puedo lograr entender cómo el diario más influyente de Chile, que ha sido siempre el medio de comunicación de los ricos y poderosos como también de los golpistas, puede abrirle sus páginas en pleno siglo 21 a un  grupo fascista para entregar una advertencia de lo que podría haber ocurrido o puede todavía ocurrir en Chile escondiéndose detrás de una dramática crisis actual como es la venezolana (leer la declaración arriba).

Ninguna de estas “bravatas” en el inserto publicado por El Mercurio puede justificar ni siquiera aceptar el  «baño de sangre» registrado  durante el régimen militar para  justificar el Golpe del dictador y afirmar seguidamente que «el 11 de septiembre de 1973 Chile se salvó de ser la Venezuela de hoy».

Me pregunto ¿quién es hoy el director de El Mercurio que permite estos insertos tan inadecuados? A lo mejor es un hombre de letras o tal vez un golpista más o un incitador de las  ideas golpistas, porque un director de esta categoría  debería adoptar una actitud distinta, más constructiva e impulsar  una cultura de apoyar la democracia y luchar para mejorarla, con derecho,  por supuesto, a hacer críticas con capacidad periodística y conocimientos humanistas que aparten al país, de una buena vez, del pensamiento golpista o del caos causado por años, hasta hoy, por la extrema izquierda amparada en su grito de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! Este tipo de publicacioones no lo permitirían directores de diarios como el del New York Time (EE UU), Frakfurter Allgemeine Zeitung (Alemnaia), The Guardian de Londres, Le Monde de París o El País de España. Es por eso que me interesa conocer el nombre del director de El Mercurio de Chile.

Los desórdenes en manifestaciones callejeras en poblaciones de Santiago, como ocurría en el aniversario del “11” en años anteriores,  pasaron al parecer a la historia, porque ahora la batuta de este aniversario la llevan los golpistas con el inserto propagandístico que acompañamos a esta columna, pero con ninguna nota, ninguna, sobre los crímenes de lesa humanidad. ¿Responsabilidad social de los medios?, dice y se pregunta el diario El Mostrador (en Kradiario publicamos este miércoles un amplio reportaje sobre lo que fue el 11 de septiembre de 1973 y la dictadura).

La criticada publicación mercurial, firmada por 60 personas que seguramente estuvieron dispuestos también a pagar una suma millonaria por el aviso «pinochetista», hizo reaccionar también a los mismos trabajadores de El Mercurio: “no estamos de acuerdo con el inserto infame que publicó El Mercurio», expresó Camila Díaz Segovia, en redes sociales, en una muy cuerda y valiente declaración que calza justamente con el tiempo actual en que no queremos dictaduras ni de derecha ni de izquierda (ver foto de portada). Porque ciertamente la publicación es infame.

“Vergonzosa decisión del diario El Mercurio de publicar esta inserción. Me duele como periodista, como profesional de ese diario, como familiar de torturados, detenidos y exiliados, como amiga de venezolanos y como ser humano. Una vergüenza”, agregó la periodista Amanda Marton.

Otro reportero, José Tomás Tenorio, quien también reveló ser hijo de uno de los firmantes, declaró: “Me da pena y rabia este inserto, porque soy periodista de El Mercurio y porque soy hijo de un firmante. Mientras exista el negacionismo y mientras se pase a llevar la memoria de aquellos que fueron torturados, asesinados y desaparecidos en dictadura, no se va a avanzar nunca”.

Es como para pensar y preguntarse: ¿Seguiremos suscritos a  El Mercurio?”