El gobierno italiano más nacionalista, populista y disfuncional en décadas, encabezado por Guiseppe Conte, colapsó este martes después de que el primer ministro anunciara su renuncia de cara a una ofensiva por parte de su propio ministro del Interior, el ultraderechista Matteo Salvini.

El antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y el Partido Demócrata (PD, centroizquierda) sondean ahora la posibilidad de formar un nuevo Gobierno en Italia sin la ultraderechista de la Liga (ex Liga Norte).

El PD y Cinco Estrellas pueden unirse (tienen apoyos suficientes para gobernar) y frenar en seco   las ansias del líder de la Liga y actual ministro del Interior en funciones, Matteo Salvini, de celebrar comicios, consciente de que los sondeos le otorgarían la mayoría absoluta en coalición con los conservadores de Forza Italia de Silvio Berlusconi, y la ultraconservadora Hermanos de Italia.

Pero para que el PD y el M5S puedan acabar uniéndose deben aún fijar posturas comunes en asuntos de interés general.

“El ministro del Interior se movió según sus intereses personales y partidistas” al pedir que hubiera un voto de confianza y después retirar su respaldo a la coalición gobernante, dijo Giuseppe Conte, el primer ministro, en una sesión extraordinaria del parlamento que interrumpió las vacaciones legislativas de verano.

Salvini estaba sentado al lado, con la mirada hacia el frente en medio de un gran escándalo político, cuando Conte lo acusó de “oportunismo político” y dijo que la conducta del ministro del Interior mostraba un menosprecio hacia las instituciones italianas y su constitución; lo acusó de lanzar a Italia a un abismo de incertidumbre política e instabilidad financiera”.

Conte renunció en una visita que le hizo en el Palacio del Quirinal al presidente Sergio Mattarella.

“Querido Matteo, al impulsar esta crisis has asumido una gran responsabilidad”, le dijo Conte a Salvini y este último le respondió que no le teme al juicio de los italianos, como otros parlamentarios que, señaló, solo tienen miedo de perder sus puestos si la gente vota.

En opinión de Conte, la decisión de Salvini de romper la coalición entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) es «una decisión objetivamente grave, que comporta consecuencias muy relevantes para la vida económica y social del país». Sus palabras han sido recibidas con desaprobación y protesta por los miembros de la Liga, a los que el propio Salvini ha hecho gestos para que mantengan la calma.

En este sentido, ha expresado su sorpresa por el hecho de que tras abrir la crisis de gobierno no optara por sacar a los ministros de la Liga del Gobierno. Además, ha opinado que el hecho de que la ruptura se produjera tras la aprobación del decreto de seguridad que el propio Salvini había promovido demuestra «oportunismo político».

Además, ha sostenido que aunque «hacer votar a los ciudadanos es la esencia de la democracia, solicitarles votar todos los años es irresponsable», en referencia al hecho de que Salvini buscaría forzar elecciones anticipadas dados los buenos resultados de su partido en los sondeos.

Mattarrella ahora deberá empezar procesos de consulta con líderes de los distintos partidos para ver si es posible formar una mayoría para un nuevo gobierno o tenga que convocar a elecciones anticipadas para octubre.

El fin de la coalición entre la Liga, el partido antiinmigrante y de derecha extrema liderado por Salvini, y el Movimiento Cinco Estrellas, antisistema, llevó a Italia a este nuevo periodo de crisis y caos político tan solo 445 días después de que la inesperada alianza política asumiera el poder.

Durante ese periodo, la coalición de nacionalistas con populistas adoptó una postura de fuerte antagonismo hacia la Unión Europea con la contravención de las leyes presupuestarias del bloque, nuevas medidas que demonizan a los migrantes, su acogida de políticos como Vladimir Putin, el presidente ruso, y las políticas de corte caudillista.

Mientras, el país quedó aislado en Europa con una situación financiera sombría. El crecimiento fue de cero por ciento y el gobierno no logró atender problemas prometidos como el enorme desempleo juvenil y una deuda pública de más de 2 billones de euros, más del 130 por ciento del PIB italiano.

Sin embargo, los críticos del gobierno actual no necesariamente estarán celebrando la salida de Conte.

Si Salvini logra que se realicen las elecciones que anhela, en las que los sondeos indican que le iría muy bien con un índice de popularidad del 40 por ciento, podría consolidarse en el poder y hacer crecer su reputación como uno de los líderes nacionalistas más influyentes —y destructivos, según sus críticos— en toda Europa.

La crisis ha reactivado nuevamente a Forza Italia, del ex primer ministro Silvio Berlusconi, aunque por razones eminentemente electorales, esta fuerza también respaldaría a un gobierno de Cinco Estrellas con el Partido Demócrata.