Las fuertes caídas en las bolsas que se registran tras la ya calificada “absurda guerra comercial de Donald Trump con China”, parecen indicar que el “plan económico” del presidente estadounidense le está resultando “al revés” de lo que había pensado.
Sin embargo, Trump, con su método agresivo de explicar a su modo los fenómenos político-económicos, restó importancia a las fuertes caídas que vienen sufriendo las bolsas internacionales, insistiendo que estaba haciendo lo correcto.
«Creo que se podía anticipar la reacción del mercado, al menos yo la hubiera hecho, tal vez incluso más», declaró Trump. Sin embargo él no sabe o no quiere saber que “su guerra comercial” estaría empujando a la economía mundial a su primera recesión en diez años, según los analistas.
Wall Street tuvo este miércoles su peor día del año y las bolsas del mundo siguen cayendo en picada.
Según Trump esta situación parece pasajera y «a la postre (las bolsas) van a subir mucho más de lo que nunca hubieran subido», porque el tradicional desequilibrio comercial que EE.UU. mantiene con China ha sido un obstáculo para la economía.
Las bolsas de valores de todo el mundo mantienen una situación de volatilidad debido a la dinámica de imposición de aranceles y cruce de represalias comerciales entre China y Estados Unidos.
En los últimos días se han registrado fuertes caídas bursátiles debido al agravamiento de la situación entre los dos gigantes económicos. En lo que va de mes, el Dow Jones y el S&P 500, las dos principales indicadores de Wall Street, han descendido más de un 5 %, mientras que el Nasdaq ha bajado cerca de un 5,8 % en una tendencia de retirada del mercado de los inversores.
Contrariamente el oro, una de las «inversiones refugio» en rachas de volatilidad de las bolsas, subía hoy a un máximo de los últimos 6 años, por encima del 2,5%, y la plata ascendía cerca de un 4%.
«Alguien tenía que hacerlo (…). Alguien tenía que asumir una posición (firme)» con China dijo Trump, porque «nos estaba matando con acuerdos comerciales injustos, (y) las personas que permitieron que eso sucediera son una desgracia», afirmó el gobernante en referencia a sus antecesores.
US$300.000 millones en nuevos aranceles anunció el Mandatario de EE.UU. en contra las importaciones chinas
Estados Unidos tiene tradicionalmente un déficit en el comercio de bienes con China -y un superávit mucho menor en el de servicios-, que en 2018 ascendió a 419.000 millones de dólares.
Sin embargo, a pesar de la dura política proteccionista de Trump, el déficit en el comercio de bienes con China apenas se ha reducido, situándose en la primera mitad del año en US$179.000 millones, algo inferior a los 200.400 millones del mismo período de 2018.
«Lo que nos estaba haciendo China durante años era sacando cientos de miles de millones de dólares en robos de propiedad intelectual», subrayó Trump, quien no se pronunció sobre el anuncio de las autoridades chinas de que, en represalia a los aranceles de EE.UU. dejarán de importar productos agrícolas estadounidenses, algo que afectará gravemente al sector agropecuario.
Tras la anterior ronda negociadora, que tuvo lugar a finales de julio en Shanghái, la Casa Blanca había emitido un comunicado en el que subrayaba que la parte china se había comprometido «a aumentar las compras de exportaciones agrícolas» estadounidenses. Pero el anuncio de la imposición a partir del 1 de septiembre de nuevos aranceles del 10% sobre importaciones chinas valoradas en US$300.000 millones, llevó a las autoridades de Beijing a anunciar la suspensión de las compras agrícolas.
Ante este desastre comercial, Trump se ha visto obligado a aprobar millonarias subvenciones a los agricultores estadounidenses afectados por la guerra comercial con China, que reclaman apoyo y una solución desde hace tiempo.
En mayo se aprobó un segundo paquete de ayuda de US$16.000 millones a los granjeros y agricultores afectados por la guerra comercial con China, después de que el año pasado se anunciase un programa de asistencia similar de US$12.000 millones.
Hay preocupación también ante el hecho que son los importadores los que pagan los aranceles aplicados por la Casa Blanca a los exportadores chinos, lo que repercutirá a la larga en el precio al consumidor estadounidense.