El presidente Donald Trump ordenó este jueves la reimplantación de la pena capital a nivel federal después de 16 años de pausa sin ejecuciones. El secretario del Departamento de Justicia, William Barr, pidió ya a los responsables de las prisiones que programen un calendario de condenados a la máxima pena por juicios de asesinato.
La previsión es que estas inyecciones letales se produzcan entre diciembre de 2019 –la primera sería el día 9– y enero de 2020. Que se haga una programación no significa que se vaya a cumplir necesariamente. Los reos siempre pueden plantear recursos y reclamaciones que las retrasen.
La ultima ejecución fue en 2003: Louis Jones Jr. murió entonces por matar a una soldado de 19 años.
A nivel federal, sólo se han registrado tres ajusticiamientos de este tipo desde 1963, según datos del Death Penalty Information Center (DPIC), entidad que se opone a este correctivo.
“El Departamento de Justicia defiende el imperio de la ley y les debemos a las víctimas y a sus familias sacar adelante las sentencias impuestas por nuestros tribunales”, subrayó en una declaración.
Los condenados que están en la lista de la muerte suman 62 pero hay casos “más urgentes”, como son:
Dzhokhar Tsarnaev por la bomba del maratón Boston, en abril de 2013.
Dylan Roof, el supremacista blanco que protagonizó la masacre en una iglesia de Charlestone (Carolina del Sur), donde el 15 de junio mató a nueve negros.
Daniel Lee Lewis, otro supremacista que mató a tres miembros de una familia, incluida una niña de ocho años;
Lezmond Mitchell, acabó con un hombre de 63 años y su nieta de nueve;
Wesley Ira Purkey, que violó y asesino a una adolescente de 16, así como a una octogenaria;
Alfred Bourgeois, por abusar y matar a su hija de dos años;
Dustin Lee Honken, cuyos disparos mataron a cinco, dos niños entre ellos.
El secretario de Justicia Barr ha impuesto a los responsables de prisiones que adopten una nueva regulación sobre las inyecciones letales. Esta normativa sería similar a las adoptadas en Georgia, Misuri y Texas, estados en los que han reemplazado el cóctel de tres fármacos por uno sólo, el pentobarbital.
Entre los 50 estados de la federación estadounidenses hay 21 que la han abolido y 29 que la mantienen, muchos en el sur estadounidense, territorio en el que más se cumplen estas penas. Según la encuesta Gallup, hoy el el 56% de los estadounidenses son partidarios de la aplicación de la pena de muerte. En 1994, el 80 % de los estadounidenses eran de esta opinión.
En su prospección más reciente, en 2018, el Pew Research Center situó esa cifra en el 54%, aunque remarcó que se había producido un repunte de los favorables a esta pena en relación al momento más bajo de 2016, con un 49%. Aquí el país también expresa su división. Un 77% de los republicanos piden la pena de muerte por un 35% de los demócratas.