Rusia sigue acomodando sus cartas en América Latina. Si hasta ahora eran sólo Cuba y Venezuela, el presidente Vladimir Putin ha extendido los lazos rusos también a Nicaragua, país al cual, igual que los anteriores, le ha ofrecido ayuda económica.

Putin aprovechó el 40 aniversario de la revolución sandinista para hacer pública su oferta que incomoda absolutamente al gobierno estadounidense de Donal Trump.

El líder ruso le escribió un mensaje al presidente nicaragüense Daniel Ortega en que lo trata de “querido amigo” y “hermano”.

“Nicaragua siempre podrá contar con la ayuda de Rusia», le asegura Putin a Ortega. Entre nuestros países se ha establecido un diálogo constructivo, y se desarrolla la cooperación en el ámbito económico-comercial, humanitario y en otras esferas», subrayó el presidente ruso en su misiva.

El texto señala también que Rusia «aprecia las relaciones con Nicaragua, que se fundamentan sobre buenas tradiciones de amistad y respeto mutuo» e incide en que «el Gobierno y el pueblo de Nicaragua siempre pueden contar con la ayuda de Rusia en la realización de sus objetivos de desarrollo y en la defensa de su soberanía nacional». De hecho, Moscú y Managua mantienen una estrecha cooperación en el ámbito militar.  Asimsmo, el presidente ruso le desea a su homólogo nicaragüense «salud y éxitos».

En junio, el Gobierno nicaragüense donó a Rusia un terreno de 5.656 metros cuadrados en una zona residencial de Managua llena de embajadas valorado en unos 750.000 euros. La decisión fue adoptada después de que una amplia delegación del Gobierno de Ortega participara en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF) y firmara con la parte rusa varios acuerdos de cooperación económica y comercial.

Entre los asistentes al SPIEF estaba Laureano Ortega Murillo, hijo del presidente Ortega y de la vicepresidenta, Rosario Murillo, que está sancionado por Estados Unidos y Canadá por corrupción, violaciones de los Derechos Humanos e implicación en la brutal represión de las protestas contra el régimen que estallaron en abril de 2018.

Moscú, que ya en la época soviética mantenía una fluida relación con los sandinistas, restableció los viejos lazos cuando Ortega recuperó la Presidencia de Nicaragua en 2007. Rusia, a diferencia de los países de Occidente, no ha reprochado a Ortega el asesinato de centenares de manifestantes. Al contrario, el Ministerio de Exteriores ruso exigió el cese «de la presiones externas» al régimen de Ortega, cuyo único objetivo, según afirmó en marzo la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, era «desacreditar al Gobierno legítimo del país». «Estamos convencidos de que los nicaragüenses son capaces de solucionar sus asuntos internos de forma independiente y sin injerencia exterior», declaró entonces Zajárova.

Con el apoyo de Rusia, Ortega ataca ahora a Trump

A su vez en Managua, el presidente  Ortega, cerró este viernes las puertas a las negociaciones que mantenía con la oposición para superar la crisis que vive el país desde hace más de un año, descartó adelantar los comicios previstos para 2021, y cargó contra EE. UU. por sancionar a funcionarios de su Gobierno.

Ortega, quien encabezó un acto en conmemoración de los 40 años de la revolución que derrocó la dictadura de los Somoza en Nicaragua, dijo en su discurso que mantendrá un diálogo con campesinos, artesanos, pequeños productores, obreros y «con aquellos que están dispuestos a trabajar por la paz y el desarrollo económico».

«Ese es el único diálogo que tiene cabida y sentido en las actuales circunstancias que vive Nicaragua», sostuvo.

La opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que es la contraparte del Ejecutivo en una mesa de negociación con la que esperan superar la crisis que estalló en abril de 2018 y suspendida desde mayo pasado, propuso reiniciar el próximo 31 de julio las conversaciones, conforme lo dispuesto por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

La Asamblea General de la OEA resolvió, en junio pasado, que el Gobierno y la oposición reiniciaran unas negociaciones «de buena fe» para encontrar una salida a la crisis que ha dejado cientos de muertos en 15 meses, y dio un plazo de 75 días para analizar la situación de Nicaragua.

El 20 de diciembre pasado, el presidente estadounidense, Donald Trump, firmó la «Nica Act», que impone sanciones individuales a miembros del Gobierno de Ortega, además de limitar el acceso de Nicaragua a préstamos internacionales como los del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).