Por Felipe Portales
Por fin se introdujo en el fútbol un elemento que es común en varios deportes desde hace décadas: La utilización de la tecnología para asegurar la justicia deportiva en materias de difícil apreciación arbitral. Recordemos que, incluso en los mundiales de fútbol, hubo decenas de penales que no fueron sancionados o que fueron mal cobrados por árbitros que solo podían confiar en su visión y que, además, muchas veces estaban colocados en un ángulo en que sencillamente no pudieron percibir las faltas.
O recordemos decenas de goles cometidos estando fuera de juego su autor; o que se frustraron al equivocarse los guardalíneas, cobrándoles indebidamente fuera de juego. O en que se utilizaron las manos para hacer el gol y este fue validado, al no captar la incidencia ni árbitros ni guardalíneas. O en que faltas violentas no fueron apreciadas, quedando sus autores sin las debidas sanciones.
Incluso, hubo casos de goles que no fueron validados, por estimarse erróneamente que no traspasaron la línea de sentencia. Y al revés, goles que fueron refrendados, sin ser tales. Por cierto, el caso más resonante de error arbitral fue el gol que Maradona hizo con la mano -y que el árbitro validó- en el partido de Argentina contra Inglaterra en el Mundial de 1986 en México.
Por tanto, la introducción del VAR representa un gigantesco mejoramiento de la justicia en los partidos y competencias futbolísticas. Y disminuye enormemente las posibilidades de corrupción arbitral.
Por supuesto que la forma como se emplea el VAR puede ir mejorándose, como se demostró con su aplicación defectuosa durante la Copa América disputada en Brasil. Particularmente lamentable, por ser un partido semifinal, fue la no recurrencia al VAR por parte del árbitro -combinada con la falta de reacción de los jueces que “administraban” el dispositivo tecnológico- para comprobar la ocurrencia eventual de dos penales que habría cometido Brasil en su partido contra Argentina.
En especial, debiera dársele la posibilidad a los
equipos que se sienten afectados -como se efectúa en el tenis- para que puedan responsablemente reclamar en casos de incidencias de significación (penales, fueras de juego, faltas, manos, etc.) que no sean debidamente sancionadas por el árbitro. Por cierto, también habría que establecer mecanismos que evitasen, en lo posible, reclamos irresponsables y sin justificación. En este sentido, podría verse la posibilidad -como en el tenis- de que cada equipo dispusiese de una suma de posibilidades de reclamo en el curso del partido, combinada con la atribución al árbitro de castigar reclamos claramente infundados con tarjetas amarillas o rojas a los jugadores que originen quejas abusivas. Además, debiese transparentarse al público la revisión hecha por el VAR, a través de pantallas gigantes que pudiesen ver todos los jugadores y espectadores.
Respecto del argumento de la “pérdida de tiempo” que significa el VAR hay que decir, en primer lugar, que puede sersimilar al tiempo que se pierde cuando un cobro -o no cobro- arbitral se siente como una grave injusticia por parte deuno de los equipos. Normalmente ello genera situaciones de reclamo al árbitro y/o al guardalíneas que irrogan tiemposno despreciables. Por otro lado, el sistema del VAR permite ahorrar tiempo en casos de fuera de juego dudosos, ya que aquí lo lógico es que el guardalíneas no levante su bandera y si la jugada no termina en gol o penal, no se tenga que ha- cer una revisión del VAR. Ciertamente, como se ha indicado, esto le disminuye su importancia al rol del guardalíneas; pero, a la vez, éste prácticamente nunca se equivocará más en perjuicio de la justicia del resultado del partido.
Hay otro argumento en favor del uso del VAR que generalmente no se ha destacado. Este es, el carácter preventivo y disuasivo que tiene este dispositivo respecto de la frecuencia de faltas. Esto es especialmente relevante en los casos de tiros de esquina, en que muchas veces se producen agarrones por parte de los defensas que, por la dificultad de su discernimiento por la sola visión del árbitro, quedan a menudo sin la sanción debida. Y en este caso se trata nada menos que del no cobro de penales que muy probablemente se traducirían en goles.
Además, junto con la introducción del VAR, sería muy importante incorporar en el fútbol un elemento que ya es prácticamente universal en el caso de los deportes colectivos que se disputan en tiempos preestablecidos. Este es, su medición por un reloj que mida exclusivamente el tiempo efectivamente utilizado en el juego. Con esta medida de justicia, se haría superfluo el recurso de “hacer tiempo” tan frecuentemente usado por el equipo que va ganando. Y tampoco tendría una incidencia negativa para el equipo que va perdiendo la utilización del VAR.
Obviamente, para no “eternizar” los partidos de fútbol, habría que hacer un estudio previo de cuanto es el tiempo efectivo de juego que generalmente se realiza. Es decir, de cuanto se pierde en detenciones de juego producto del cobro de faltas, laterales, tiros de esquí-na, atención de jugadores lesionados, etc. De este modo, se podría llegar a fijar dos tiempos de 40 o 35 minutos cada uno, dependiendo del resultado del estudio.
Por otro lado, un resultado muy positivo de la utilización del VAR -más todavía si es acompañado de la medición del tiempo efectivamente jugado- será la eliminación de uno de los importantes factores que está en el origen de la violencia de las “barras bravas” y hasta de los propios jugadores: la irritación que produce el sentimiento de haber sido injus-tamente perjudicado por un cobro arbitral erróneo; más aún cuando existe desde hace mucho tiempo la tecnologíacuya aplicación permite corregirlo.
Por último, es importante constatar -respecto de lo difícil que fue establecer la aplicación de la tecnología al arbitraje futbolístico- la fuerza del conservadurismo y del atavismo en el ser humano.
Incluso, hemos podido escuchar por décadas ¡en altos dirigentes deportivos y en connotados periodistas! argumentos casi increíbles en su contra, del tipo de que ello disminuiría la autoridad de los árbitros; que aquello iría contra la esencia (¡!) del fútbol; y de que una de las gracias del espectáculo son las polémicas respecto de los arbitrajes…
En fin, rápidamente ha quedado claro para casi todos (siempre hay irreductibles) lo muy positivo del VAR, quedando circunscrita la polémica en torno a las modalidades de su aplicación. Y, en general, las críticas se han centrado, en definitiva, a reclamar por un mayor uso -y más transparente- del instrumento…