Tres factores derrotaron a la izquierda de Alexis Tsipras en Grecia: un sistema mediático hostil, las imposiciones de los acreedores y el hastío de los griegos, elementos que se fueron dando en varios años de recesión. Hasta el final sólo le quedó una sola cosa:  Confiar en un milagro.

En su reemplazo viene ahora la Nueva Democracia de Kyriakos Mitsotakis tras ganar las elecciones con un 39,78% de los votos, una victoria arrolladora que le permitirá gobernar en solitario gracias al bono de 50 diputados, todavía vigente, que entrega el sistema electoral griego al vencedor. Los conservadores se han impuesto en la mayoría del país, como sucedió también en las elecciones europeas. Los electores en general, salvo algunas excepciones quieren definiticvamente un cambio. Syriza, así y todo, logró un “digno” 31,5%, mejor que el de los pronóstcos encuesteriles.

Tsipras reconoció la derrota diciendo: “Hemos luchado con la cabeza alta y hoy de la misma manera aceptamos la voluntad de la gente. Para llevar a Grecia hasta donde la hemos llevado, hemos sufrido un gran coste político”.

Mitsotakis habló inmediatamente después para celebrar la victoria. “Pedí un mandato fuerte y me lo han dado con generosidad”, se congratuló. Él, que se ha propuesto hacer de Grecia una nación para el empresariado, avisó de inmediato que el Parlamento no descansará en verano, que piensa luchar para crear riqueza y empleo y que ahora “comienza una bonita lucha” para el país. El líder derechista logró 158 escaños (contra 86 de Syriza),  una cómoda  mayoría en un Parlamento de 300 escaños.

Hace cuatro años,  Grecia se quedó sin aliento. Los griegos formaban líneas tranquilas y sombrías fuera de los bancos para sacar pequeñas cantidades de efectivo, mientras un bloqueo en el sistema financiero les impedía acceder a sus ahorros. Almacenaron alimentos enlatados y papel higiénico.

Tsipras como líder político reunió a los griegos para enfrentar a los acreedores internacionales, pero luego se revirtió y cedió ante sus demandas de austeridad.  Así ha sido entonces como los griegos han recurrido en las urnas al «renacido» partido de la Nueva Democracia de centro derecha liderado por Kyriakos Mitsotakis, un ex banquero educado en Harvard e hijo de un primer ministro en los años noventa.

Los paquetes de ayuda financiera

El primer paquete de ayuda financiera a Grecia fue aprobado por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional en junio de 2015. En ese momento se pusieron a disposición del gobierno griego 110.000 millones de euros (unos US$120.000 millones) para que pagara  compromisos con sus acreedores, en ese momento en su mayoría bancos privados de la región.

Pronto, sin embargo, se hizo evidente que ese monto no sería suficiente, por lo que un segundo rescate elevó la cifra total a 240.000 millones de euros. Y, en ambos casos, como condición para facilitar el dinero se impusieron una serie de medidas de austeridad. Estas han incluido drásticos recortes del gasto público, mayores impuestos y reformas al sistema de pensiones y el mercado laboral.

El gobierno izquierdista, que llegó al poder con una plataforma anti-austeridad, estuvo intentado renegociar algunas de las condiciones impuestas de cara a un nuevo paquete de rescate financiero. En su momento esto puso en crisis las negociaciones, las que llegaron a interrumpirse momentáneamente. Pero finalmente llegaron a acuerdo por un nuevo paquete por  53.500 millones de euros, y Tsipras dejó en el olvido las por él criticadas condiciones del comienzo, no tenía otro camino.

El cambio social «tsiprasiano»

Tsipras y su partido Syriza parece haber terminado en Grecia con una carrera reformista y un experimento social (imposible de concretar en un mundo capitalista). A su vez ha surgido en el país  una derecha nueva y más moderada que no se compara  con lo que ocurre en el resto de la región comunitaria.

Cuando Gran Bretaña se muda a abandonar la Unión Europea, los votantes en otras partes del bloque UE parecen comprometidos a seguir adelante. Así se podría describir el resurgimiento de la Nueva Democracia que se opone a la tendencia de los partidos más conservadores y de centroderecha europeos más extremos que luchan a cuialquier precio  por ganar las elecciones o por formar gobiernos mayoritarios en todo el continente.

Si en julio de 2015, Tsipras rechazó rescates internacionales, especialmente por el costo que le significaba económicamente a Grecia, se fue dando cuenta con el tiempo que no le quedaba otro camino  que seguir las exigencias de las organizaciones financieras internacionales para salir del atolladero.

Así,  Tsipras accedió a las demandas de la CE en Bruselas y del FMI en Washington y  logró restaurar la estabilidad en la economía que hoy crece nuevamente, aunque sea sólo a un 2 por ciento. Pero el desempleo continuó flotando por encima del 18 por ciento, un nivel notablemente alto para un país europeo.

Tsipras también impulsó algunas privatizaciones, recortó las pensiones, aumentó los impuestos y recortó el gasto para cumplir con los estrictos objetivos fiscales exigidos.

Para mantenerse en el poder, formó una coalición con un partido más pequeño, de extrema derecha, los griegos independientes. Utilizaron ese matrimonio político para promover su agenda nacionalista, pero se separaron de Tsipras cuando éste impulsó un acuerdo histórico pero impopular que permitió que el vecino de Grecia, Macedonia,  se cambiara el nombre a Macedonia del Norte.

Los neonazis de Amanecer Dorado, en cambio, se quedaron fuera de la Cámara, tendencia de extrema derecha que en Gracia no tiene cabida, pero lo logró Solución Griega que es una escisión del ultraderechismo, con 3,8%.

El Movimiento por el Cambio (Kinal), partido heredero del viejo Pasok, se confirma como irrelevante. Se quedó rozando el 8% de los votos, una cifra con la que no tendrá ninguna manera de influir en la formación de un gobierno. No ha logrado convencer a los decepcionados por Syriza, y la centroizquierda ha apoyado mayoritariamente a Tsipras.

El nuevo primer ministro Kyriakos Mitsotakis ya juró hoy en Atenas ante el presidente  griego Prokopis Pavlópulos. Entonces a partir de este lunes «los Mitsotakis» volverán a tener el timón de Grecia. Hijo del ex primer ministro Konstantinos Mitsotakis (1990-1993); hermano de Dora Bakoyannis, que fue alcaldesa de Atenas y ministra de Exteriores; y tío del nuevo alcalde de Atenas, Kostas Bakoyannis, el líder de Nueva Democracia es heredero de una de los linajes con más poder de Grecia. Se educó en el prestigioso colegio privado ateniense American College of Athens, al igual que la mayoría de los políticos y empresarios griegos. Su currículum incluye estudios en las universidades estadounidenses de Harvard y Stanford y también experiencia financiera en plazas como McKinsey o Chase Manhattan Bank.

Al concluir su comparecencia, el líder de Syriza, visiblemente emocionado, se abrazó a los suyos entre los aplausos de la sala. Pero el soldado Tsipras piensa seguir presentando batalla. Sacó pecho de lo hecho, diciendo que recogieron un país de rodillas y lo han llevado a la senda del crecimiento económico. “Hace cuatro años nos encargamos de un país al borde de la quiebra. Hoy dejamos un país libre (de rescates), en crecimiento y con reservas en sus cajas, con el interés de la deuda al mínimo histórico”, señaló. Después rápidamente prometió que no es un adiós, sino un hasta luego, porque en el futuro luchará duro para que la derrota sea sólo temporal. La izquierda radical que se encaró a Europa vuelve a las trincheras de la oposición.