Por Martín Poblete
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Entre los acuerdos de Bretton Woods inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, estuvo la distribución de cargos en las principales instituciones financieras internacionales, el FMI y el Banco Mundial, cuyas sedes se fijaron en Washington DC; la gerencia del FMI se dejó para un europeo, la presidencia del importante Comité Interino en sus dos reuniones semestrales para el ministro de hacienda del Reino Unido; la presidencia del Banco Mundial para un estadounidense. Mas adelante se creó el International Bank for Settlements con sede en Basilea, Suiza, una suerte de agencia de ajustes y conciliaciones de deudas soberanas morosas, cuya presidencia ha recaído en la mayoría de las ocasiones en un banquero inglés.
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Dichos acuerdos funcionaron bastante bien por algo mas de cuarenta años, pero con el fin de la Guerra Fría comenzaron a emerger voces críticas, primero entre intelectuales en instituciones privadas dedicadas al estudio e investigación de la diplomacia, del funcionamiento del sistema de relaciones internacionales, particularmente en las facultades pertinentes de las principales universidades en Estados Unidos y el Reino Unido; esta tendencia fue continuada en las facultades de economía, las escuelas de finanzas y negocios, así como en numerosos artículos en la prensa especializada occidental. Curiosamente, no hubo seguimiento en los países del llamado Tercer Mundo salvo algunos artículos aislados de retórica desarrollista/progresista.
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Cuando por primera vez surgió el nombre de Lagarde para liderar el FMI, el primer gobierno del Presidente Sebastián Piñera, con su ministro de hacienda Felipe Larraín, apoyó esa opción, a quien había conocido en Harvard; ahora, en el segundo gobierno del Presidente Piñera, con el mismo ministro de hacienda del primero, el gobierno chileno en toda probabilidad esperará el maniobrar de las cancillerías europeas y del gobierno en Washington, antes de tomar decisiones. Chile ya no tiene programas con el FMI, de todas maneras es importante saber como viene la mano; valga recordarlo, el ministro de hacienda concurre dos veces al año a la reunión semestral del Comité Interino del FMI y del Banco Mundial, donde se toman importantes decisiones eco-financieras.