Foto de Portada- Sánchez y Macron cuando eran «socios»; pero el Mercosur los separa
Falló el acercamiento del jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, con el mandaraio galo Emmanuel Macron que había comenzado muy bien después de las elecciones europeas del 26 de mayo último, y falló por el Mercosur (bloque formado por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), con el cual la Unión Europea tiene un acuerdo de negociación pendiente desde hace 20 años para un tratado de libre comercio.
Este punto produjo un serio desencuentro entre ambos presidentes, tanto es así que Sánchez decidió «cambiar de socios» para acercarse más a la canciller alemana Angela Merkel y al primer ministro de Holanda Mark Rutte.
Sánchez envió este viernes una carta al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pidiéndole que haga un último esfuerzo para tratar de llegar a un acuerdo en la Unión para cerrar un acuerdo comercial con los estados latinoamericanos. «Estamos en una encrucijada. La UE no puede permitirse ceder ante argumentos populistas y proteccionistas sobre la política comercial», dice la misiva que también es apoyada por Merkel y Rutte y lleva además la firma de los primeros ministros de Portugal, Suecia, Letonia y República Checa.
Macron está abiertamente en contra de concretar este acuerdo con América Latina y así lo señaló en una carta enviada a Juncker con el argumento de que este tratado podría desestabilizar la producción y el sector agrícola europeo.
Sin embargo el gobierno español alega que se trata precisamente de una iniciativa española, pero Macrón escribió «nos gustaría expresar nuestra profunda preocupación sobre una serie de cuestiones en las negociaciones con Mercosur, incluyendo algunos productos agrícolas sensibles», dice su misiva que es apoyada además por los primeros ministros de Irlanda, Bélgica y Polonia. El aumento de las importaciones de vacuno latinoamericano es su principal inquietud porque «nos amenaza directamente».
Frente a estos argumentos, España y sus aliados alegan que un acuerdo con el Mercosur sería una «señal potente» frente a las guerras comerciales promovidas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. «Es un pacto clave para el sistema comercial multilateral en su conjunto. Puede mostrar a todos los socios que el sistema funciona, enviando el mensaje de que el comercio internacional es mutuamente beneficioso si se basa en el diálogo, la cooperación y reglas justas», dice la carta.
Pero a Sánchez, como socialista, parece no preocuparle el hecho que deberá firmarse el acuerdo también con el presidente ultra derechista de Brasil, Jair Bolsonaro. Su argumento, en este sentido, es que el acuerdo con el Mercosur obligaría a Bolsonaro a comprometerse con el acuerdo de París de lucha contra el cambio climático, sobre el que tiene dudas, porque aparece como requisito para cerrar el trato.
Desde América Latina han sido el propio Bolsonaro y su homólogo argentino, Mauricio Macri, los que han dado un impulso a las negociaciones en las últimas semanas con declaraciones al máximo nivel defendiendo que un acuerdo inminente es posible.
Dentro de los bloques hay voces que coinciden en destacar los enormes beneficios económicos que tendría un acuerdo de libre comercio. La UE exporta al bloque latinoamericano 66.000 millones de euros en bienes y servicios cada año. Una liberalización de los intercambios podría duplicar estas cifras, según el estudio de impacto de la Comisión. Y es que en la actualidad existen muchas barreras comerciales entre Brasil y Argentina y Europa. Los exportadores comunitarios pagan más de 4.000 millones al año en aranceles, a lo que hay que sumar las dificultades de acceso al mercado o a los contratos públicos. Además, los europeos aspiran a ser el primer bloque en el mundo que firme un pacto con el Mercosur, uno de los últimos territorios vírgenes para el comercio internacional, que supone un mercado de más de 275 millones de personas.