Por Walter Krohne

Todo lo que hagan México y Estados Unidos frente a las migraciones, que involucran a miles y miles de centroamericanos que no tienen trabajo y viven en condiciones infrahumanas, es absurda e inútil. Este grupo humano ha caminado kilómetros y kilómetros desde hace varias semanas para encontrar una respuesta a sus interrogantes económicas y sociales y exigir que éstas sean atendidas.

Esta población continuará tratando de emigrar porque no tienen dinero y no pueden alimentarse ni tampoco pueden darle de comer a sus familiares. Por eso todo lo que hagan y conversen los presidentes de Estados Unidos y México, Donald  Trump y Manuel López Obrador (AMLO), parece ser, al menos en esta causa,   inútil y en vano.

Honduras, El Salvador y Guatamela se han convertido en países migrantes o “exportadores” de humanos que desean trabajar y vivir como  cualquier otro individuo normal y no como animales. Esa es la verdad que parecen no reconocer ninguno de los dos países: el gran imperio del norte y el oprimido México por las amenazas en su contra del primero,  que han incluido cobros draconianos por las exportaciones de productos mexicanos a EE UU. Si México no para la inmigración que precisamente no está formada por  mexicanos sino por centroamericanos (de terceros países en esta polémica), este país debe pagar las consecuencias según el argumento de Washington.  A estas alturas y niveles de miseria, los que emigran desde Centroamérica les da lo mismo los que les pueda ocurrir  en el trayecto, pero, así y a pesar de las consecuencias que para muchos han sido ya mortales, ellos están dispuestos a seguir luchando por sus derechos que en sus países no tienen porque viven bajo la opresión y huyen de la violencia permanente.

Desde octubre pasado avanzan hacia México las caravanas humanas con el único objetivo de pasar de allí a Estados Unidos, el denominado país de la esperanza o de los sueños. El problema surje  en  el hecho evidente de que la táctica para afrontar el problema está equivocada, porque en lugar de combatir en la frontera a quienes demandan “trabajo”, el presidente del país más rico del mundo, si estuviese dispuesto a ayudar,  debería impulsar un plan internacional para  que los problemas de toda esta gente no se resolviera con la huída sino con la permanencia en sus tierras, pero bajo otra condiciones. Este plan debería ser una fuente o mecanismo  para la creación de centros de producción de diversa índole, de acuerdo a las  condiciones y realidades que ofrecen estos países pobres y así permitir la creación de puestos de trabajo en los propios países para quienes hoy son emigrantes. La fórmula sería ir directamente al territorio en crisis a resolver los problemas y no perjudicar a otros como es el caso de México.

Honduars, por ejemplo, es uno de los países donde hay más violencia en la región centroamericana,  causada por la delincuencia y las mafias de las drogas. Estas son todas razones de porqué emigra esta gente y es la humanidad en general la que debe resolver este tipo de dramas.

El Salvador sufre un problema parecido, a pesar que allí se registran avances económicos, lentos pero hay pequeños progresos, aunque registra uno de los índices más  altos de criminalidad a nivel mundial.

Guatemala, por otra parte, sufrió la caída de los precios internacionales del café por haberse visto su producción afectada por las consecuencias del cambio climático con escasas lluvias y mucha sequía, lo que aparece ahora como una contradicción en la política de Trump,  porque fue el mismo quien retiró a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, poco tiempo después de haber asumido en la Casa Blanca. Es decir Trump se libera de aportar y luchar contra el cambio climático y también de aportar a mejorar la situación centroamericana, lo que podría hacerse  a través de una nueva Alianza para el Progreso o algo similar. En cambio abusa de México para resolver los problemas propios de EE UU que Trump no ha sido capaz de solucionar por su propia cuenta.

La Guardia Nacional de México es todavía un experimento. Acaba de ser creada y no ha probado su efectividad. Sin embargo, los 6.000 miembros sí podrían complicarle la vida a los centroamericanos por el sur de México. Esta fue al menos la exigencia que le hizo Trump  a López Obrador en el acuerdo al que llegaron recientemente en Washington  los representantes de ambos países para terminar o al menos reducir SI o SI las marchas de las migraciones que buscan trabajo. Si no es así podría  quedar México otra vez y muy pronto bajo las “garras” de Trump quien volvería a amenzar a López Obrador con la aplicación de impuestos con tasas de  hasta 25% a las exportaciones mexicanas a EE UU, lo que debe ser  preocupante para el gobierno socialista azteca.

Ya se sabe que la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos no fue capaz de parar a esta ola migratoria y cuando algo hizo, violó abiertamente los derechos humanos, como separar en distintos refugios a los  «padres emigrantes» de sus propios hijos.

La Guardia Nacional fue creada en México para intentar reducir la criminalidad originada por el narcotráfico y no para ayudar a EE UU. Cerca de unos 14.000 mexicanos han sido asesinados desde que AMLO asumió la Presidencia mexicana. Es en general una situación terriblemetnte dramática porque por una parte no se reduce la tasa de criminalidad en México y por otra AMLO cedió al chantaje de Trump, aunque es verdad que tenía muy pocas otras posibilidades sobre la mesa.

El problema es que Trump ya se dio cuenta que ante tales sanciones económicas México va a seguir cediendo también en el futuro ante Washington y por lo tanto está a la vista que podrían venir nuevas amenazas.

Frente a Trump, el gran perdedor es el ser humano en general y especialmente el ser humano humilde que quiere hacer algo nuevo para su pueblo como es el caso actual de México con AMLO. Hoy la Guardia Nacional mexicana ha tenido que avanzar hacia la frontera con Guatemala para parar a “una tropa de indocumentados y muertos de hambre», como dice Trump,  que deben aguantar día a día la opresión de un capitalismo inhumano que ha sometido e involucrado también a los empresarios y políticos corruptos de los tres países centroamericanos.

“Se ha hecho un gran esfuerzo para acelerar el ritmo”, reconoció el ministro de relaciones exteriores de México Marcelo Ebrard.  A los críticos les preocupa que la premura por desplegar a la nueva Guardia Nacional en unas funciones para las cuales no fue creada,  podría tener un costo mayor para las personas migratorias  y para México.

Según los analistas, sacar a las fuerzas de la Guardia Nacional de tareas policiales que son urgentes, como la batalla contra los carteles del narcotráfico en territorio mexicano, podría perjudicar la estrategia para combatir el crimen y revertir los altos niveles de violencia que se registran en México. Gracias a Trump y a su propia incapacidad para resolver problemas cruciales se ha arrastrado a esta región del mundo a una situación crítica. Sin embargo para Trump eso no es lo importante porque lo que  importa es lo que le atañe a América (EE UU)  y punto.