La periodista mexicana Anabel Hernández, que vive escondida en algún lugar del mundo, denunció que en los últimos diez años han sido asesinados unos cien periodistas en México como consecuencia de su trabajo de informar e investigar y que este año ya van cinco de estos asesinatos, lo que representa uno por mes.
Al recibir en Berlín el Premio de la Libertad de Expresión concedido por la Deutsche Welle (Freedom of Speech Award), la periodista Hernández remarcó que aparte de los periodistas asesinados en México fuera del país, en el extranjero, otros setescientos han sufrido el mismo destino, según informó la UNESCO.
El organismo de la ONU afirma que en la última década México es el país en donde han sido asesinados más periodistas, más que en Afganistán, donde hay una guerra declarada.
“Pero aún con la gravedad de lo que pasa en mi país, el reporte advierte una cosa que debe encender una alerta a todos: se producen más asesinatos de periodistas en los países «sin conflictos armados”. Algo está pasando, dijo la periodista galardonada. «Cada año aumenta el asesinato de periodistas en todo el mundo. Los periodistas vivimos el tiempo más violento de la historia reciente, lo que afecta el derecho humano de la sociedad a estar oportuna y verazmente informada. Cada periodista muerto repercute en cientos que ante la violencia se quedan en silencio».
Pero ¿por qué nos están matando? ¿Por qué nos amenazan? ¿Por qué nos encarcelan? ¿Por qué nos quieren silenciar?, se preguntó Hernández, y agregó “el mundo vive tiempos oscuros en todos los sentidos, en todos los ámbitos. A donde miramos todo es confuso, no hay claridad, no hay transparencia, no hay rendición de cuentas. Las fronteras se diluyen, los modelos económicos ya no se diferencian realmente unos de otros. Las distancias entre la izquierda, centro y derecha se acortan. En tantos países del mundo parecen la misma cosa, poniendo en gran riesgo la democracia y las libertades que tantos sacrificios ha costado ganar”.
Hoy en muchas naciones su destino no lo deciden cotidianamente sus ciudadanos sino grupos que cada día concentran más poder político, económico, tecnológico y social. Se adueñan de los recursos naturales, de nuestras mentes a través del control de plataformas de comunicación y redes sociales, y nos imponen un modelo de vida, de «éxito”, de «felicidad” que les genera más beneficios. Para ellos no hay fronteras ni muros, solo privilegios e impunidad. Operan en el marco de lo legal y lo ilegal, la delincuencia organizada no solo está en los carteles de droga mexicanos sino también fuera de México en empresas, bancos y bolsas de valores.
Los intereses de esos grupos generan guerras, desestabilización política y económica, corrupción, enfermedades, violaciones graves a derechos humanos, éxodos, explotación sexual, explotación laboral, injusticia social en todas sus formas, esclavitud. Fabrican drogas y estimulan otra clase de vicios. Entre más consumidores, más dinero en sus bolsillos.
A estos grupos les gusta la oscuridad, la opacidad, de eso depende su existencia y el logro de sus objetivos. A la sociedad le faltan instrumentos para comprender esta realidad y cómo funcionan esos grupos de interés. Cuáles son sus mecanismos. Sin comprensión no hay generación de alternativas, no hay posibilidad de cambio y un futuro mejor se desvanece.
Hernández agregó en su discurso durante la ceremonia de entrega del Premio que “el periodismo libre, independiente, comprometido con la verdad y la precisión es indispensable para entender esa realidad. Nuestro deber, hoy más que nunca, es poner nombre y apellido a esos que concentran el poder, no importa cual sea su nacionalidad, raza o religión. No importa si son primeros ministros, presidentes, congresistas, banqueros, empresarios, políticos, líderes religiosos o si son jefes de algún cartel de la droga. A los periodistas nos corresponde descubrir qué hacen, cómo lo hacen, por qué lo hacen y quiénes son sus cómplices”.
“Y por eso nos están matando. Por eso esta cacería contra los periodistas y medios de comunicación independientes. El periodismo, sobre todo el periodismo de investigación tiene caminos, conoce atajos, a los que a veces ni siquiera las instituciones de justicia tienen acceso. En innumerables ocasiones llegamos a la verdad a la que ni fiscales ni jueces llegan, porque muchas veces, sobre todo en países como México, están condicionados a esos grupos de poder”.
Los miembros de ese club de poderosos muchas veces logran sustraerse de la justicia formal, o cuando esta llega, llega demasiado tarde. Pero no se pueden sustraer del periodismo independiente, perseverante, preciso. Ellos quieren ser intocables y para un periodista libre, un medio de comunicación libre, no hay intocables.
Sin verdad y rendición de cuentas, no hay democracia ni equidad. No solo está en grave riesgo ejercer nuestro deber y derecho de informar, sino el derecho de cada ciudadano a tener información verdadera y oportuna para tomar decisiones libres.
Si esos grupos unidos son más fuertes, los periodistas independientes también. Debemos crear reglas para trabajar conjuntamente, fijar un marco de intereses comunes, plataformas versátiles para difundir la información. Trabajar en producir mapas de riesgo en todo el mundo y así focalizar esfuerzos. Ninguno aquí quiere vivir con miedo, pero vivir en silencio tampoco es vivir.
México es considerado por todos los organismos internacionales como el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. El 99 por ciento de los asesinatos y ataques a periodistas está impune hasta el día de hoy.
Este premio no es para mí, que hoy puedo estar aquí, es para los más de 125 periodistas que han sido asesinados, y para todos los que día a día siguen haciendo con ética y entereza su trabajo. Nos quieren muertos, nos quieren en silencio; pero seguimos en pie y hacemos escuchar nuestra voz”, fue el mensaje de la periodista ganadora del Premio Libertad de Expresión de la Deutsche Welle (Red mundial de Radio y Televisión de Alemania).