Por Walter Krohne

En Chile se conoció este fin de semana el relato de un niño, que hoy ya es adulto,  maltratado en extremo cuando pequeño y,  en España, la víctima es mucho más actual, una niña de solamente cuatro años. No importa dónde estos dramas humanos hayan ocurrido, lo importante y grave es que este tipo de casos se registran a diario y son muy pocos los que se preocupan seriamente de ello  (vecinos o autoridades) como contó hoy la prensa mundial.

En Santiago de Chile, según el relato de La Tercera, a las 5 de la mañana de un día cualquiera llegó a su casa en el barrio de Las Condes (sector acomodado) un papá que regresaba de China,  seguramente de un viaje de negocios. Lo primero que hizo fue ingresar a la pieza donde dormía su hijo de seis años para preguntarle lo que había aprendido en el colegio cuando él no había estado en casa. ¿Qué aprendiste? Le preguntó al niño que dormía profundamente. “A sumar”, balbuceó el pequeño. “Entonces –prosiguió el padre- dime cuánto es 2 más 3”. El menor sintió un nudo en el estómago que le impidió responder correctamente la pregunta: Siete, dijo.

Esto enfureció al padre, quien agarró del brazo al pequeño y lo metió con pijama y todo a la ducha helada a las 5 de la mañana. Luego lo arrastró al escritorio y le gritó “y te pusiste a estudiar”, obligándolo a escribir en un cuaderno en blanco dos columnas por página con el resultado correcto: 2+3=5.

El niño, que hoy ya es un adulto de 28 años y dispuesto a querellarse contra su padre, contó el drama vivido frente a él que  en realidad no era más que un cobarde . “Eres  tonto, eres mongólico- le decía”,  lo que acompañaba con golpes combos y empujones. También lo hacía con sus dos hermanas a las que además supuestamente las violaba.

Este relato es de Chile, el dulce país de la paz verdadera y de los derechos humanos y sobre todo amante de los niños. Es al menos lo que se dice, aunque la realidad sea muy distinta.

Mientras tanto, en otro país del mundo, en España, se conocía hoy el drama de una niña de 4 años que fue maltratada por su madre y que terminó en la Unidad de Cuidados Intensivos en un hospital de Zaragoza, es decir allá o acá la imagen es la misma.

Los vecinos de la niña escuchaban sus gritos cada noche cuando recibía palizas, dicen los  del barrio donde vivía la niña (calle José Zamoray) que de madrugada, cuando todo el mundo dormía, se oían verdaderos alaridos como cuenta el diario El Español. Eran gritos de terror de una niña de 4 años  pidiéndole a su madre que dejase de golpearla. “Mama, no me pegues más que no lo volveré a  hacer”. Era el desgarrador pedido de ayuda de la menor, que hoy se debate entre la vida y la muerte.

Su madre, Elena Yebra, española de 35 años de edad, ha sido detenida por este motivo. También Constantin Mircea, su novio rumano de 30 años quien ha confesado haber sido el autor de la última paliza, la que mandó a la niña moribunda a un centro de urgencia médica con contusiones graves en la cabeza. “Esta vez se me fue la mano”, le confesó a los agentes que lo arrestaron.

En la vivienda de Zaragoza las palizas y los malos tratos eran ya  como el “pan de cada día”. Elena, la madre, ya fue sancionada con el retiro de la custodia de otros dos hijos (dos varones de 11 y 9 años)  a los que tuvieron que sacar de esa casa en 2010 para proteger sus vidas.

Tanto en el caso chileno como en el español hay muchas similitudes como el hecho de que todavía en el siglo XXI existan padres miserables capaces de maltratar y humillar a sus propios hijos.

¿Por qué nadie intervino?

Tanto en el caso chileno ni en el español surjen muchas interrogantes.

¿Por qué los vecinos en Zaragoza no llamaron antes a los servicios sociales y de seguridad españoles para evitar la tragedia? Típico, porque nadie quiere involucrarse en los problemas ajenos, lo que es consecuencia de una sociedad demasiado egoísta.

Y en el caso chileno con maltrato y además violación  ¿Qué es lo que falló?

La Fundación para la Confianza en Chile reconoce que en general, en ambos delitos, por cada denuncia hay otras 25 que quedan en silencio. Las madres o «convivivientes» tienen a veces una responsabilidad alta, porque prefieren callar antes de poner en riesgo su familia o su situación económica personal.

Lo peor es que no siempre el maltrato sicológico o la negligencia parental se entienden como una vulneración de derechos infantiles y se pasan por alto, como afirma José Andrés Murillo director ejecutivo de la Fundación antes mencionada en La Tercera.

Y en España:  ¿Por qué los Servicios Sociales no detectaron la situación que vivía la niña de sólo 4 años de vida especialmente cuando la madre ya había perdido la custodia de dos de sus hijos?

Nadie vio que la niña se estaba criando en un ambiente irrespirable y que podía temerse por su vida? ¿Por qué consideraron que Elena no estaba capacitada para criar a dos niños varones de 11 y 9, pero sí a una niña de 4? ¿Se le estaba practicando algún tipo de seguimiento especial a causa de sus antecedentes?

En Chile la violencia infantil es además una cuestión de estratos sociales. Así, un informe de UNICEF de 2012 ya mostraba que mientras la violencia sicológica llega al 17,3 en el nivel social o económico  bajo, subía a 24,2 en el alto.

El diario El Español, por su parte,  se ha puesto en contacto con Servicios Sociales del Gobierno de Aragón, pero «allí nos atienden con malos modos», escriben los periodistas. “No pienso darte información porque es una menor de edad”, le dicen al medio digital. “Nosotros no queremos información de la niña, sino de la madre. Queremos saber si con estos antecedentes y dos custodias retiradas, se le estaba practicando algún tipo de seguimiento especial o había alguna alerta al respecto”, insistimos hasta en 5 ocasiones. La respuesta es siempre la misma: “No vamos a darte información porque es una menor de edad”, repiten los Servicios Sociales.

Y lo mismo en Chile. Es decir no hay mucha diferencia al drama que vive Chile, con un Sename por los suelos. Es similar al caso de Zaragoza, en España. Todo esto es como darse contra una pared sin resolver nada.