Por Daniel Lillo
El impulso sexual es propio del ser humano, la libido una fuerza de la naturaleza, negarla es negar la naturaleza humana, hombres y mujeres desde la pubertad sienten este impulso.
El erotismo, la sensualidad, la vestimenta provocativa, el maquillaje, los perfumes, tienden a estimular el impulso sexual, genera la atracción entre las parejas, favorece el placer y/o la reproducción de la especie.
Negar este impulso es absolutamente antinatural, de allí que el celibato impuesto por la iglesia a sus clérigos y religiosas, genera las peores perversiones. Más que un “camino de santidad” es un camino a la perdición, el objeto y la orientación sexual pueden cambiar, la falta de una relación natural hombre-mujer, puede llevar a relaciones homosexuales o lésbicas o buscar satisfacer estos deseos con niños o niñas a quienes muchas veces padres ingenuos entregan a sacerdotes para fortalecer su espiritualidad y guiarlos por el camino recto que señalaría la religión.
Los abusos a menores por parte de sacerdotes ya está archiprobado en todos los países y los escándalos han ahuyentado a los antiguos fieles de las iglesias y sacramentos, cada vez menos jóvenes se ven en misas u oficios religiosos. La ausencia de vocaciones sacerdotales es cada vez más notoria. En la región de Valparaíso, el Seminario de Lo Vásquez otrora cuna de nuevos sacerdotes y también de abusos sexuales, incluso de altos dignatarios católicos, hoy prácticamente carece de ocupantes.
Congregaciones como los Maristas, Jesuitas, Capuchinos, Franciscanos, Mercedarios, Schoenstatt u organizaciones religiosas antes de gran prestigio como el Opus Dei, Los Legionarios de Cristo, el Sodalicio, han sido sacudidas por escándalos sexuales. ¿Sucedería esto sin el celibato? En mi opinión los degenerados siempre existirán en cualquier ámbito, pero sin duda que sería un remedio efectivo y la canalización adecuada al poderoso instinto sexual reprimido en hombres y mujeres consagrados.
La ola de denuncias no solo sacude a la Iglesia Católica sino también a las Iglesias Evangélicas, donde no se practica el celibato, pero que han demostrado no solo ser un lucrativo negocio para sus pastores y que surgen como callampas en todo el mundo con diversas denominaciones, sino también lugar para abusos sexuales de quienes tendrían la misión de guiar por un camino de virtud a sus feligreses.
Sacerdotes, monjas, pastores dotados de un cierto poder “espiritual”, lo han usado para los peores excesos, derribando con sus pecados los pilares de la fe, haciendo que la gente se pregunte ¿Si existe Dios cómo permite estos abusos de parte de quienes se han entregado a su servicio?
En mi opinión este este es un destape que muchos no queríamos ver (aunque intuimos que algo no cuadraba en la historia de esta costumbre del celibato, el cual tenía sentido como una entrega total al servicio en pos de un gran ideal posible…y confiando en la gran fuerza espiritual que podía respaldar esta entrega). Pero actualmente la realidad es más transparente a los hechos. Creo que este celibato debería ser optativo y no una obligación para los que quieren servir a la sociedad de esta manera. Es complicado el asunto, sobre todo en términos de financiamiento para el que renuncia al celibato y tiene que mantener una familia, sobre todo si es numerosa. Y también, otro alcance: deberían afinarse el tipo de examen psicológico y psiquiátrico a los que ingresan a este servicio (supongo que se a avanzado en estos conocimientos en el siglo que estamos….espero)