Por Walter Krohne
¿Cuánto tiempo falta para que la Iglesia Católica pueda mostrar su cara sin abusos sexuales de ningún tipo? ¿años, décadas o siglos? Nadie lo sabe pero mientras esto no ocurra no volverá la confianza en la mas poderosa institución religiosa del planeta.
Sin que se les considere un fenómeno nuevo, los abusos de obispos y sacerdotes a monjas no son un fenómeno desconocido para el Vaticano, pero si es cierto que han sido ocultados por mucho, mucho tiempo, a los que se agregan ahora la larga crisis de abusos clericales a menores que, según La Vanguardia de Barcelona, hace temblar los cimientos de la máxima sede eclesial en Roma.
El Papa Francisco acaba de reconocer por primera vez que las mujeres de la Iglesia católica también han sufrido violencia sexual.
“Ha habido sacerdotes y también obispos que han hecho esto. Y yo creo que todavía se hace”, admitió el Pontífice mientras volaba en el avión papal.
El tema fue tratado ya ampliamente por el diario vaticano L’Osservatore Romano, cuya directora -la feminista Lucetta Scaraffia-, comentó que si se seguía cerrando los ojos ante este escándalo –todavía más grave por el hecho que el abuso a mujeres comporta la procreación, y por lo tanto es el origen del escándalo de los abortos impuestos y de los hijos no reconocidos por sacerdotes– la condición de la opresión de las mujeres en la Iglesia no cambiará nunca”.
El fenómeno está en el punto de mira del Vaticano desde hace décadas. Hace 25 años, la monja Maura O’Donoghue envió el resultado de un sondeo en 23 países que expuso la situación especialmente crítica en África, donde los curas que temían al virus del VIH veían a las religiosas como la manera más segura de tener relaciones sexuales. Otro informe reveló en 1998 que, en ese continente, los abusos sexuales a las monjas eran “muy comunes” y que algunas veces, cuando una monja se quedaba embarazada, el sacerdote insistía en un aborto, y mientras ella era forzada a abandonar su congregación, al cura simplemente lo cambiaban de parroquia. “Parece imposible que una monja rechace un sacerdote que pide favores sexuales porque «ha sido educada para verse a sí misma como inferior, a ser servil y a obedecer”, decía el mismo estudio.
“Aún existe la imagen de la mujer tentadora”, dice la periodista del diario del Vaticano que ha denunciado la crisis, porque cuando Francisco reconoció esta «verdadera tragedia» humana tomó como ejemplo una decisión de su antecesor Benedicto XVI que clausuró la comunidad francesa de Saint Jean, donde hubo un presunto proceso de manipulación psicológica para acosar a las monjas y hacerlas sentirse culpables.
“Pienso que con lo que ha dicho el Papa ahora las monjas tendrán más valentía a la hora de denunciar”, señala la periodista Scaraffia.
Miles de niños abusados por curas

Fuente cadena SER de España
El nuevo informe judicial, revelado en 2018 y que se refirió a documentos internos de seis diócesis católicas en el estado de Pensilvania, Estados Unidos, los que muestran que más de 300 “sacerdotes abusadores” han sido acusados, de forma verosímil, de abusar sexualmente de más de 1.000 niños.
“Creemos que la cantidad real de niños cuyos registros se perdieron o que tenían miedo de presentarse es de miles”, dice el informe del jurado investigador.
“Los sacerdotes violaron niños y niñas, y los hombres de Dios que eran responsables de ellos no solo no hicieron nada, sino que lo ocultaron durante décadas. Monseñores, obispos auxiliares, obispos, arzobispos, cardenales han sido protegidos en su mayoría; algunos de los nombrados en este informe han sido promovidos. Hasta que eso cambie, pensamos que es demasiado pronto para cerrar el libro sobre el escándalo sexual de la Iglesia católica”, se lee en el informe.
Y este informe se refiere solamente a seis diócesis en Estados Unidos. ¿Qué dicen los informes del resto del mundo?
El columnista Julio Alcañaraz de Clarín de Buenos Aires, escribió que «el caso de la Iglesia chilena, pleno de historias de abusos sexuales y complicidades de una jerarquía hundida en el desprestigio, ha funcionado como detonador atómico de los escándalos que desde principios de este siglo sofocan al catolicismo mundial, con serios contragolpes en el mismo Vaticano y el propio Papa. El último alboroto lo protagonizan una parte de las 4.000 monjas que hay en Chile, el doble de los sacerdotes, que han roto el silencio y denunciado los estupros y violaciones que sufrieron hasta de sus sacerdotes confesores.
El tema ha excitado nuevas revelaciones del mismo fenómeno en otras partes del mundo, pero sobre todo sirve para destacar una desverguenza mayúscula que las altas esferas del Vaticano –el Papa de turno en primer lugar- llevan a cuestas sin resolver y utilizando la subcultura de siempre: tapar todo lo mejor posible, privilegiando “el bien de la Iglesia” por encima de las víctimas.
Es el caso de la Iglesia de Africa, que oficialmente resulta la realidad que más crece en un catolicismo que en Europa y América, cuna de la historia y del verdadero poder de una estructura que gobierna a 1.300 millones de bautizados, retrocede ante el avance de una mentalidad laica y agnóstica que domina en Occidente. En casos como Brasil, el “boom” de los evangélicos está por desplazar en número de fieles al que era el país con más católicos del mundo, señaló el columnista argentino.