El caso de Venezuela coloca una vez más a Rusia y Estados Unidos frente a frente y es muy probable que justamente por la vía de las superpotencias pueda encontrarse una via de solución para esta crisis.
Tras el reconocimiento del Presidente de EE UU Donald Trump en Washington quien reconoció como presidente de Venezuela a Juan Guaidó, (presidente de la Asamblea Nacional de Caracas). Se conoció en las últimas horas una dura declaración de Rusia.
“Vemos en las acciones descaradas de Washington una nueva demostración de la ignorancia total de normas y principios del derecho internacional», declaró el ministerio ruso del Exterior refiriéndose al apoyo abierto de Estados Unidos al autoproclamado presidente interino de Venezuela, el opositor Juan Guaidó.
«Exhortamos a los políticos venezolanos razonables opuestos al gobierno legítimo de Maduro, a que no se conviertan en peones de una partida de ajedrez extranjera», prosigue el comunicado.
Por su lado el Kremlin aseguró este mismo jueves que Nicolás Maduro es el «presidente legítimo» de Venezuela, y denunció la «usurpación del poder» por parte de la oposición.
En medio de una multitud que lo aclamaba, Juan Guaidó se autoproclamó presidente encargado de Venezuela este miércoles, recogiendo el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países de la región entre ellos Chile y Argentina.
«El juramento del opositor ‘presidente interino de Venezuela Juan Guaidó y su inmediato reconocimiento por Estados Unidos y otros países busca acentuar la división de la sociedad venezolana, incrementar la confrontación en las calles y continuar la escalada del conflicto», señaló la Cancillería rusa. No hay que olvidar que Rusia está colaborando fuertemente con Venezuela, también en el campo militar. Igualmente apoyan a Venezuela Egipto, China e Irán, entre otras naciones.
Nicolas Maduro, entretanto, rompió, relaciones diplomáticas con Estados Unidos en respuesta al reconocimiento de Wahsington a Guaidó como nuevo presidente venezolano.
A pesar de la decisión de Maduro, Estados Unidos respondió que mantendrá a sus diplomáticos en Caracas.
Según Moscú, la creación premeditada en Venezuela de una «dualidad de poder», es decir, la formación de un centro alternativo de toma de decisiones, «lleva directamente al caos, a la destrucción de la bases del Estado venezolano».
La nota rusa subrayó que en las «acciones descaradas de Washington» Rusia observa «una nueva demostración de desprecio total de las normas y principios del derecho internacional y un intento de arrogarse el papel de juez de los destinos de otros pueblos».
«Salta a la vista el propósito de aplicar el guión ya probado de derribo de gobiernos indeseados», agregó.
Moscú dijo ver «con enorme preocupación» los avisos de una serie de países «en el sentido de que no se puede excluir una intervención militar desde el exterior», y advirtió contra «semejantes aventuras que pueden tener consecuencia catastróficas».
El Ministerio que dirige el canciller Serguei Lavrov subrayó que solo los venezolanos pueden decidir su futuro y tachó de «inaceptable la intromisión foránea destructiva, sobre todo en momentos en que, como ahora, la situación es extremadamente tensa».
«Hacemos un llamado a los políticos venezolanos sensatos que se encuentran en la oposición al gobierno de Nicolás Maduro a que no se conviertan en peones de una partida de ajedrez ajena», subrayó.
«La tarea de la comunidad internacional es ayudar al entendimiento entre las diversas fuerzas políticas de Venezuela», concluyó.
Rusia, uno de los pocos aliados fuertes de Caracas, salió a criticar en duros términos los hechos sucedidos este miércoles en Venezuela. Denunció este jueves lo que considera una injerencia en asuntos internos del país caribeño, que pueden abrir la vía al caos y a un «baño de sangre».
«Una injerencia extranjera destructora (…) es inaceptable. Es una vía directa hacia la anarquía y el baño de sangre», dijo el ministerio ruso de Relaciones Exteriores en un comunicado.
Preocupante aparece la declaración del presidente estadunidense, Donald Trump, en el sentido de que la Casa Blanca considera todas las opciones en caso de que el gobierno de Nicolás Maduro responda con violencia a la autoproclamación de Guaidó.
Es lamentable que en esta circunstancia gobiernos como el de Brasil y el de Colombia –países vecinos de Venezuela, para mayor gravedad– hayan decidido acompañar a la Casa Blanca en esta aventura injerencista que podría ser el inicio de una nueva agresión histórica de la superpotencia en América Latina y cuyas consecuencias para la región serían desastrosas de necesidad. Ante los impresentables posicionamientos de Washington y de varios de sus aliados en el área que se apresuraron a reconocer como presidente de Venezuela a Juan Guaidó, contrastan las posturas de la Unión Europea, de México y Uruguay.
La primera, si bien llamó a realizar elecciones libres a la brevedad en la nación sudamericana, se abstuvo de otorgar cobertura diplomática al golpismo; por lo que hace a nuestro país, cabe felicitarse por el hecho de que haya retomado uno de los principios tradicionales de la política exterior nacional y se haya deslindado de los afanes por desconocer al gobierno de Nicolás Maduro.
En cambio, la cancillería mexicana, en una acción conjunta con Uruguay, exhortó a las partes en disputa y a la comunidad internacional a reducir las tensiones, a evitar una escalda de violencia que pudiera agravar la situación y a encontrar una solución pacífica y democrática frente al complejo panorama venezolano y a emprender un nuevo proceso de negociación incluyente y creíble, con pleno respeto al estado de derecho y los derechos humanos.
Cabe esperar, por último, que las voces de la razón y de la legalidad internacional prevalezcan por sobre quienes pretenden impulsar en Venezuela un conflicto que llevaría destrucción, muerte y sufrimientos mayúsculos a los habitantes de esa nación.