Por Jessika Krohne
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Hay muchos mitos acerca del amor y muchos estudiosos aseguran que no dura para toda la vida, incluso otros son más negativos y dicen que dura solamente 7 años como máximo. Efectivamente el amor va cambiando a lo largo de una relación de pareja, se va modificando la intensidad y también la manera de amar.
Helen Fisher es experta en definir las diferentes etapas del amor. Ella es una antropóloga y bióloga estadounidense. Investigadora del comportamiento humano en la Universidad Rutgers, ha estudiado el amor romántico desde un punto de vista científico durante aproximadamente 30 años. Fisher describe con lujo de detalles sus diferentes etapas y los aspectos característicos de cada una de ellas. Dichas etapas están además asociadas a una serie de cambios neurológicos, psíquicos y fisiológicos. Las etapas son las siguientes:
Primera etapa enamoramiento: en esta etapa todo es color de rosa. Hablamos de un amor muy intenso. Hay mucha euphoria, energía y entusiasmo lo que hace dormir menos en esa etapa. Vivimos en un estado totalmente en las nubes y donde solo nos importa la persona que tenemos al frente. Las relaciones sexuales son muy frecuentes e intensas y el deseo muy alto. Es una etapa donde hay mucha idealización frente a la persona que tenemos al frente, por lo tanto no se recomienda tomar decisiones importantes en esa etapa. Esta primera etapa del amor puede durar entre 1 año y 18 meses. Cuando transcurre este tiempo, no significa que el amor se acaba sino que simplemente va tomando una forma distinta.
La segunda etapa es el amor romántico. Este puede durar hasta los cuatro años de relación. Se tiende a estabilizar la unión de pareja. En esta etapa pueden surgir los primeros conflictos importantes y también por primera vez se empiezan a resaltar los aspectos negativos del otro. Disminuye la idealización hacia el otro pero aparece el mayor compromiso con el otro. Hay una sensación de más estabilidad y de querer proyectarse a futuro con la persona que uno tiene al frente. Formar una familia y un hogar en conjunto. En esta etapa claramente los sentimientos son distintos, pero eso no significa que la pasión se haya agotado. Depende de la pareja de mantenerla viva. Definitivamente esta es una muy buena etapa si la pareja sabe llevar bien la relación.
La tercera etapa es el amor maduro: en esta etapa cobran relevancia el apego, afecto, la ternura y el compromiso estable. La psicología evolutiva plantea que para criar a los hijos y perpetuar la especie es necesario que la lujuria y el amor romántico den paso a esta estabilidad como escribe Rodrigo Jarpa en su último libro. La pasión se convierte en afecto y se dirige la atención que antes era exclusivo para la pareja al hijo que nació. Eso es algo normal y natural que ocurre. Esto no significa que más adelante no se vuelva a sentir la pasión y la vida íntima recupere un rol más protagónico.
Para sobrellevar esta etapa de una forma positiva, la clave está en hacer cosas nuevas con tu pareja y dedicarse tiempo en conjunto. Reservar espacios exclusivos para la pareja es fundamental. “Cualquier actividad placentera juntos puede desencadenar sentimientos de satisfacción y bienestar en la pareja y despertar la pasión”, como relata Helen Fisher.