La última semana fue el diario El Nacional de Caracas que tuvo que suspender su edición por falta de papel en Venezuela, lo que se ha señalado como una nueva represión del Gobierno de Nicolás Maduro para evitar la opinión opositora en el país. Sin embargo, esto no es todo porque en Nicaragua, también de la misma línea que Maduro, el Gobierno de Daniel Ortega instruyó a la policía para que ocupara las instalaciones de un medio noticioso independiente que ha documentado abusos de las fuerzas de seguridad del gobierno y paramilitares desde abril.

Carlos Fernando Chamorro, director del medio Confidencial e hijo de la expresidenta nicaragüense Violeta Chamorro,  y perteneciente a una familia que combatió duramente a la dictura de Somoza en la déceda de los sesenta, dijo a reporteros locales que la policía le negó el ingreso a las instalaciones el sábado. Chamorro luego presentó una queja en la sede de la policía, pero los agentes lo sacaron a empujones.

Chamorro acusó a las autoridades de confiscar propiedad privada, calificando el hecho como un “ataque brutal” contra la libertad de expresión”.

La policía allanó la oficina del medio el jueves y confiscó documentos y computadoras.

Confidencial publica noticias en línea y tiene un semanario impreso. Los programas nicaragüenses televisivos “Esta Noche” y “Esta

Portada de la última edición de El Nacional

Semana” son producidos en las mismas instalaciones.

Mientras tanto en Caracas, desde el viernes último  el diario El Nacional, que fue fundado hace 75 años, solamente publicará su versión digital.

La última edición impresa de El Nacional circuló el  viernes. La falta de papel, presiones políticas y la devastación económica sacan de la calle a este referente de la prensa venezolana.

Las rotativas se detendrán tras dos décadas de duro enfrentamiento con los gobiernos del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y Nicolás Maduro, a lo largo de las cuales decenas de medios desaparecieron.

“Han logrado silenciar la radio y la televisión y han hecho desaparecer a los medios impresos independientes”, dijo el dueño y editor del diario, Miguel Henrique Otero, refiriéndose al gobierno de Maduro, a quien en sus editoriales llama “dictador”.

Otero, que abandonó el país hace varios años debido a un proceso judicial que emprendieron las autoridades en su contra, declaró al periódico español ABC que las trabas en la venta de papel que impone la corporación estatal , que tiene a su cargo la importación de este insumo, llevaron a paralizar la publicación del rotativo.

“Llevamos 15 años de acoso” , expresó al denunciar que el diario y sus directivos han tenido que enfrentar demandas, amenazas permanentes, acciones tributarias y restricciones publicitarias. “Nosotros duramos más que los demás porque hubo solidaridad de otros periódicos latinoamericanos para que siguiéramos imprimiendo, pero al final no pudimos resistir”.

En una tribuna, el periódico anunció que “potenciará” su sitio web.»Era imposible seguir financiando el papel», comentó Argenis Martínez, vicepresidente editorial. El rotativo enfrentaba graves problemas desde el 2013, cuando el gobierno creó una corporación que monopoliza la importación y venta de papel para prensa. Más de la mitad de los 134 periódicos que circulaban entonces en Venezuela dejaron de imprimirse, según la ONG Espacio Público,  defensora de la libertad de prensa.

Los medios audiovisuales no han sido ajenos a lo que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) tilda de “escalada” contra la libertad de expresión. En el 2017 salieron del aire 52 radios y ocho canales de televisión, entre ellos CNN en Español.

El diario venezolano no escapó a la aplastante crisis económica reflejada en cinco años de recesión y una inflación que el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta en 10.000.000% en Venezuela para el 2019.

El Nacional, que llegó a tener 72 páginas en cinco cuerpos y varias revistas, había reducido sus ediciones a 16 páginas y limitado su circulación a cinco días a la semana. Ahorrando papel, el tiraje bajó a unos 5.000 ejemplares diarios frente a los 250.000 que registró en el 2014 los fines de semana.