Por Walter Krohne

Fueron cinco días de navegación en un  buque que zarpó desde Puerto Montt para realizar una excursión  o más bien una aventura que comprendió algunos canales de la Patagonia, pequeñas  localidades e  islas para finalmente   llegar al objetivo buscado:  la laguna y el Glaciar San Rafael.

Todo muy impresionante, especialmente para un pequeño grupo de pasajeros de otras nacionalidades (no chilenos)  que iban a bordo. Sin embargo fue una corta travesía que no puede ser calificado como «de descanso” porque los a menudos desembarcos en lanchas especiales que comprendieron el recorrido, que obligaban a los 98 pasajeros (por disposiciones oficiales de seguridad marítima) a colocarse chalecos salvavidas, como también las caminatas, terminaron  cansando a algunos (especialmente de la tercera edad), pero emocionando a todos con la presencia de tanta belleza natural  y selva pura con animales como lobos marinos, pájaros de distintos tipos (gaviotas australes), pingüinos y hasta ballenas en el marco de una exuberante vegetación.

Es cierto que las horas de comida, el o los  aperitivos o bajativos a bordo en dos bares bien equipados y abastecidos, con  tertulias hasta la medianoche,  con pasajeros de alto nivel social y cultural, hacían reducir rápidamente todo tipo de cansancios que también dejaban largas caminatas por islas casi deshabitadas (la tarifa incluía todas las comidas y bar abierto).

Toda esta belleza y este escenario de navegar por aguas tranquilas, pero  también a veces inquietas (cruce del Golfo Corcovado, por ejemplo),  forman parte de la ruta que realiza desde Puerto Montt el Skorpios II que Kradiario intenta evaluar en este relato.

La ruta de los chonos.

La historia de Skorpios  nos remonta a la de un emprendedor, Constantino Kochifas de ascendencia griega y ya fallecido en 2010, que comenzó como pescador y llegó a capitán tras impulsar la creación de la Naviera Skorpios en 1978. Huérfano de madre y con escasos medios, dejó el colegio antes de los 13 años y trabajó muy duro junto a su familia hasta lograr la construcción del actual grupo empresarial  que se compone de Skorpios con dos buques (el otro es Skorpios III realiza viajes similares en la ruta KAWESKAR en el mar austral partiendo desde Puerto Natales; y el primer crucero Skorpios I, que fundó la empresa,  ya no existe), una firma de transporte marítimo (Transmarko) y una maestranza.

Lo mejor que tiene el Skorpios II es la tripulación y su personal  a bordo (camareros y el personal de comedores y cocina) con buena gastronomía, bar abierto  y múltiples atenciones (*).

El editor de Kradiario en el puente de mando del Skorpios II es recibido por el capitán Oscar Aguilar

Quizá las acomodaciones del buque no sean  las ideales y no se comparan con las de  los cruceros internacionales, pero permiten un buen descanso por las noches, descontando ciertos ruidos molestos en las cañerías de la calefacción y el despertar todos los días entre 7 y 8 horas por un guía viajero que se hace llamar “el pajarito” por su silbido de canario que trata de imitar. Faltan dependencias de  servicios higiénicos   en la zona de comedores, y bares,  que sólo existen en los camarotes. Esto significa que cada vez que los pasajeros deseen ocuparlos están obligados a subir a pie por estrechas o empinadas escalas hasta las cubiertas donde se encuentran los camarotes que puede ser en la tercera o cuarta (unos cuatro pisos). Igualmente hubo fallas en la caja de seguridad del camarote, que no fueron superadas.

El buque, tras el zarpe de Puerto Montt, recala en Quemchi (Isla de Chiloé), donde se visita la casa-museo del escritor chileno Francisco Coloane y la iglesia histórica de este poblado, que no es más que eso, un poblado. Luego se  navega con destino a Puerto Aguirre (otro poblado), en el archipiélago de los Chonos. La navegación continúa  hacia el sur cruzando el Golfo Corcovado. Allí, la nave surca la rada San Rafael y el Canal Témpanos y entra a la Laguna San Rafael , fondeando a 2 kilómetros  del Glaciar.  Las excursiones se realizan en botes hércules, apreciándose los témpanos multicolores, donde se  ofrece a los pasajeros un whisky con hielo milenario del glaciar, pudiéndose presenciar una vista espectacular del glaciar y de múltiples témpanos que rodean las embarcaciones.

En la navegación de regreso a Puerto Montt,  la nave atraca en el Fiordo Quitralco (ver foto arriba), donde la empresa Skorpios tiene una residencia que ofrece a los pasajeros baños termales a 32 y 38 grados celsius.  La empresa Skorpios ofreció allí a los pasajeros un almuerzo que comprendió corderos y vacunos asados (ver foto abajo). De allí, la navegación rumbo a Chiloé se hace por los canales Moraleda y Pérez Norte. Tras cruzar nuevamente el Golfo Corcovado se sigue navegando Para arribar al islote Conejos, en el canal Queilen. Posteriormente  se navega entre las islas Lemuy y Chelín para llegar a Dalcahue, donde se visita una gran feria de artesanía y la iglesia histórica.

La coordinadora general de Kradiario, Milenka Soletic, observa el cordero Skorpios asándose.

Las ricos postres y tortas.

El «crucero gastronómico» termina con una cena ofrecida por el capitán una noche antes de arribar nuevamente a  Puerto Montt.

La oferta Skorpios es un buen motivo para abandonar ciudades tan estresantes como la misma capital de Chile. Es el único crucero que llega al mismo glaciar San Rafael, donde se puede presenciar la impresionante masa de hielo que desciende de montañas, cuyo volumen es mucho menor al que había en los años 1973 y comienzos del nuevo siglo. Es aquí donde se aprecia de frente el daño que está causando el calentamiento global que afecta al mundo desde hace décadas, mientras los líderes siguen discutiendo medidas de protección para evitar este problema, pero en muchos lugares éstas no se aplican o los responsables se niegan a aplicarlas como es el caso del presidente Donald Trump en Estados Unidos. Lo que nos falta es crear conciencia para evitar estas y muchas otras catástrofes ecológicas que vendrán si no se reacciona a tiempo y en la forma correcta.

Es necesario conocer lo que cuesta esta joyita:

Una pareja de Santiago requiere de cerca de 3 millones de pesos (más de  4.000 dólares) para poder pasar los cinco días que dura el viaje: Costo básico: $2.200.000, Traslado del aeropuerto al embarcadero: $ 50.000; Tasa de embarque: 42.000; Avión Santiago-Puerto Montt ida y vuelta: $ 153.000; Transporte de dos maletas en bodega de 23 kilos cada una por Latam: $ 88.000; Propina sugerida abordo: $68.000 (US$ 50 por pasajero); Embarque adicional (una noche antes del zarpe): $182.000. Total 2.783.000  (US$ 4.092)

(*) Capitán: Oscar Aguilar y tripulación integrada por cinco o seis oficiales mercantes;  Garzones: Ariel Sepúlveda, Juan Carlos Vargas, Jaime Fuentes, Luis Zanabria y Andrés Jerez; Cocineros: Arnaldo Ojeda, Mario Barría, Dagoberto Muñoz, Oscar Saldivia, Camilo Loncon y Jonhatan Ulé; Servicio de bar: Juan Orella y Víctor Loaiza.