Descontrol en la tenencia de armas en EE UU

El número anual de asesinatos en Estados Unidos equivale a un promedio de 93 por día y 222 personas sobreviven después de quedar heridas por un disparo. El número de armas en poder de los civiles suman 310 millones, lo que representa que de cada diez ciudadanos nueve están armados.

La abundancia de armas en poder de los ciudadanos genera niveles de violencia en Estados Unidos muy superiores a las de otros países desarrollados. Entre 2009 y 2016 se produjeron 156 tiroteos masivos, que se reconocen como tal cuando en un evento mueren más de cuatro personas.

En esos ataques fueron asesinadas 848 personas. Eso significa que cada año hay 22 tiroteos masivos en los que son asesinados 121 ciudadanos. Del total de los asesinatos el 54 % está relacionado con la violencia intrafamiliar.

El 63 % de estos asesinatos se da en la vivienda particular y en el 42 % de los casos el atacante tenía antecedentes de persona peligrosa. El 34 % de quienes dispararon no podían portar armas. Es evidente que los controles no funcionan (fuentes oficiales).

Los altos niveles de violencia y las matanzas en Estados Unidos no provocan reacción alguna en los políticos, sobre todo de los republicanos, y tampoco del presidente Trump.  Cuando pronuncia su discurso se encamina a minimizar el problema.

En el Congreso de Estados Unidos, los lobbies armamentistas que defienden la industria de las armas tienen un gran poder. Pregonan como un principio sagrado de la libertad individual, el poseer las armas que se quiera.

Las batallas de las organizaciones ciudadanas y de los políticos que luchan por prohibir la compra indiscriminada de rifles de asalto siempre fracasan. La industria de las armas hace valer su poder.

Nada hay en el horizonte que permita pensar que esta situación va a cambiar. La sociedad estadounidense se acostumbró ya a esos niveles de asesinatos y matanzas que forman parte de su realidad cotidiana.