Por el equipo de Kradiario
El poderoso Chapo, uno de los narcotraficantes más temidos en el mundo, ha puesto a la ciudad y al estado de Nueva York en alerta roja porque el juicio en su contra ni siquiera ha podido terminar con el indispensable procedimiento inicial de elegir a los integrantes del jurado, que deben ser personas a toda prueba y dispuestas a enfrentarse a los males provenientes del mundo del narcotráfico: amenazas de muerte, secuestros, ofertas de pagos de millonarias en coimas, extorsiones o amenzas de atentados o asesinatos en contra de sus familiares.
Este es el juicio neoyorquino por narcotráfico, quizá el más importante de la historia, que se ha intentado comenzar este lunes con Joaquín Guzmán Loera (alias El Chapo) sentado en el banquillo de los acusados, quien es calificado por el Gobierno estadounidense como “extremadamente peligroso”.
El problema es seleccionar a las doce personas que puedan tomarse cuatro meses de licencia laboral y a quienes no les importe sentarse a juzgar al hombre acusado de ser “el mayor criminal del siglo XXI”, todo esto por unos 40 dólares diarios.
La selección de un jurado para juicios en Estados Unidos siempre es complicada, pero lo es más todavía cuando la persona juzgada es El Chapo.
Aun así, el lunes, en el primer día del proceso de selección de jurados en la Corte Federal de Distrito en Brooklyn, no hubo mayores tropiezos; los potenciales integrantes no parecieron exhibir miedo del hombre sentado frente a ellos.
La defensa lo presenta como un campesino de una zona rural muy pobre en México. La fiscalía como un señor de la droga que encabezó un negocio de distribución con el que amasó una ingente fortuna y que dejó un reguero de sangre de enemigos que se interponían a su paso desde ambos lados de la ley. La comitiva penal para el traslado del preso mexicano, vigilada por helicóptero, estaría obligando a cortar el tránsito vehicular en el puente de Brooklyn hasta dos veces al día.
El Chapo, que es descrito por la Fiscalía como “malvado en extremo» y que tiene en su dossier varias fugas de cárceles mexicanas, fue extraditado a EE UU desde México la noche del 19 de enero de 2017.
Como fundador del cártel de Sinaloa, que sigue existiendo y es uno de los más poderosos de México y Centroamérica, El Chapo está encarcelado bajo régimen de aislamiento en un penal de la Corete Federal de Brooklin, estimado como el de mayor seguridad en Estados Unidos. Está recluido en una celda de 18 metros cuadrados durante 23 horas al día, donde nunca se apaga la luz. La sala que tienen reservada para las visitas es tan pequeña que los abogados dicen que deben tomar notas sobre las rodillas. También argumentaron que las condiciones de aislamiento eran extremas y estaban afectando al estado mental de su defendido.
La Fiscalía ha adoptado y sigue tomando las más enérgicas medidas de seguridad para el juicio ya que hasta teme que entre los representantes de los medios de comunicación se puedan infiltrar a la sala del tribunal integrantes de la organización criminal.
El cártel de Sinaloa, según también la Fiscalía, ha encontrado o creado nuevas vías para atender la creciente demanda de drogas en EE UU. Introdujo así el producto por la frontera de Texas construyendo túneles con aire acondicionado. Utilizó aviones e incluso un submarino y se calcula que este negocio le generó unos beneficios ilícitos valorados en 14.000 millones de dólares. El Chapo tiene además causas pendientes en los estados de California, Texas e Illinois.
Los integrantes del jurado
El juicio parte con la selección del jurado que decidirá si El Chapo es culpable o inocente. Estará integrado por 12 titulares y seis suplentes. Durante el proceso, el jurado estará aislado y protegido por guardias armados. Para impedir cualquiera infiltración en la sala del tribunal habrá apostados agentes con armas largas y unidades caninas. Ya hay instalado un segundo detector de metales frente a la sala del magistrado Brian Cogan.
Los abogados de El Chapo, que enfrenta cargos por 11 delitos cometidos como es el liderazgo del cártel de Sinaloa (castigado en EE UU con pena mínima de cadena perpetua), son Eduardo Balarezo, William Purpura y Jeffrey Lichtman. El primer cargo comprende acusaciones por conspirar para producir y distribuir cocaína, heroína, metanfetaminas y marihuana, uso ilícito de armas de fuego y blanqueo de dinero.
La cantidad de material recopilado por el gobierno es apabullante e incluye ya entre 300.000 y 400.000 páginas de documentos y miles de conversaciones grabadas en secreto, frente a lo cual los abogados de El Chapo acusan que este material fue entregado sin siquiera proveerles un índice para su revisión.
Es un relato que posiblemente comience a principios de los años ochenta cuando capos colombianos como Pablo Escobar controlaban la industria de narcóticos en Nueva York y Miami, lo que el gobierno estadounidense ha descrito como “una infraestructura de distribución” respaldada por traficantes mexicanos que se las arreglaban para contrabandear el producto desde Colombia hasta la frontera con Estados Unidos.
De campesino a capo mundial de la droga
Los procuradores indican que Guzmán Loera, quien empezó cultivando marihuana, se pudo distinguir de la competencia al mover la cocaína colombiana hacia Texas, Arizona y California con gran velocidad y eficiencia. Para finales de los años ochenta, su éxito «fomentó» la búsqueda de nuevos caminos para ampliarse, una decisión que, según los fiscales estadounidenses, conllevó a una guerra con el entonces Cartel de Tijuana.
Como parte de esa guerra fueron asesinadas figuras como el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, este último en un aeropuerto de Guadalajara en 1993, lo que llevó a una cacería policial por Guzmán Loera. Este eventualmente fue capturado y estuvo ocho años en prisión de alta seguridad, desde donde pudo mantener e incluso aumentar su imperio, de acuerdo con los procuradores. Y en una hazaña que se volvería uno de sus grandes trucos recurrentes se escapó en 2001, supuestamente metido en un carrito de lavandería. Después de esa fuga, dicen los procuradores, Guzmán Loera se refugió en las montañas de Sinaloa cercanas a Culiacán. Para evitar volver a ser capturado se armó de un “ejército de cientos de guardaespaldas fuertemente armados” y estableció un sistema sofisticado de comunicaciones con aparatos encriptados y “varias capas de intermediarios”.
Los fiscales afirman que, con ganancias a “niveles exorbitantes”, Guzmán Loera entonces expandió sus operaciones no solo dentro de Estados Unidos y México sino en Honduras, Costa Rica, El Salvador y Panamá, donde tenía pistas de aterrizaje secretas y recurrió al uso de submarinos para mover de una sola vez hasta seis toneladas de cocaína. Poco después, de acuerdo con los documentos presentados ante la Corte, estableció a sus lugartenientes en Sudamérica para que cuidaran de la red de suministro y amplió su negocio para que incluyera la marihuana y la heroína. Cuando se interesó en traficar metanfetaminas envió a asociados suyos a India y China, dicen los procuradores, para que consiguieran los ingredientes necesarios para fabricar esa droga.
El Chapo fue nuevamente apresado en 2014 por la Marina mexicana que lo encontró en su hogar en Culiacán, pero otra vez logró escaparse por un pasaje construido debajo de una tina que llevaba a una serie de túneles. Después de un mes de búsqueda lo encontraron de nuevo en Mazatlán y fue llevado a otra prisión de alta seguridad. De la cual, en 2015, se escapó de nuevo por medio de otro túnel construido en la ducha de su celda (ver foto derecha).
“La fama mundial de Guzmán ha llevado a que aparezca en la lista de los más poderosos y ricos de Forbes”, señalan los procuradores. “Estas últimas décadas han demostrado que la influencia de Guzmán no tiene límites”.
El próximo martes 13 de noviembre se realizarán las primeras declaraciones de la defensa y la Fiscalía, si es que el jurado termina de formarse. Los procuradores tienen listos sus argumentos para presentar cómo Guzmán Loera habría pasado de cultivar marihuana a ser un capo despiadado que portaba un rifle de asalto enchapado en oro y había comprado a varios policías.