El que fuera el espía número uno en Alemania durante años, Hans-Georg Maassen, fue forzado a jubilar en forma anticipada al establecerse que le había causado un daño político incalculable en los últimos meses al gobierno que encabeza la democristiana Angela Merkel, informó el ministro alemán del Interior Horst Seehofer.

Maassen tiene solamente 55 años de edad y le quedaban aún diez años de servicio activo.

El motivo fue una serie de discursos y declaraciones realizadas por el ex funcionario alemán en los que calificó de ultraizquierdistas a los socialdemócratas, que son socios de la actual gran coalición de Gobierno con los democristianos. Al mismo tiempo dijo que eran ingenuos e hizo algunas críticas en los sectores de política exterior y de seguridad contra  la coalición gubernamental, hechos o intrigas que fueron la gota que rebasó el vaso y acabó con la paciencia de sus protectores dentro del Gobierno, entre los cuales aparece el propio ministro Seehofer (foto abajo), lo que se considera un factor determinante en el declive del Gobierno de Merkel.

Justamente la semana pasada la llamada “mujer de hierro” en Alemania anticipó su renuncia a la presidencia de su partido CDU, consciente de la mala imagen que ha ofrecido su Gobierno en los últimos meses lo que quedó demostrado en la gran derrota sufrida en las elecciones de Hesse por ambos partidos de la gran coalición y resultando, en cambio,  entre los triunfadores el partido de extrema derecha AfP (Alternativa para Alemania).

En un texto de despedida como jefe de los servicios secretos internos dirigido a sus colegas europeos, que este lunes reprodujo la prensa alemana, Maassen dijo que la medida en su contra ha sido para él una represalia de la  “izquierda radical”, en alusión a los socialdemócratas en el Gobierno.  A lo que Seehofer califico que había “utilizado formulaciones inaceptables”.

En esta crisis hay que destacar a su vez que  los partidos tradicionales deben anotarse recetas erróneas o inexistentes  para enfrentar severos problemas financieros y migratorios con consecuencias que están amenazando la estabilidad de toda Europa.

Si los socialdemócratas iniciaron su calvario cuando demostraron que no tenían fórmulas para afrontar el terremoto financiero de 2008, los conservadores hicieron lo propio cuando aplicaron como único remedio una austeridad que prolongó la enfermedad y el periodo de recuperación. Finalmente la consecuencia las pagaron los jubilados y los sectores de menos recursos que han seguido empobreciéndose.

El declive de la derecha, no obstante, es sobre todo consecuencia de sus errores para frenar a la ultraderecha. Los conservadores han endurecido su discurso y sus políticas contra los migrantes, lo que ha cebado aún más a partidos racistas y neofascistas “porque, entre el original y la copia, el elector prefiere al genuino”, como escribió el diario El País de España.

El ministro alemán Seehofer, ahora muy debilitado por sus enfrentamientos con la canciller y por los pobres resultados de su partido en las elecciones bávaras, consideró que a partir de ahora resultaba imposible mantener una “relación de confianza” con Maassen.

La posición contraria de Maassen a la política de refugiados con la que el gobierno de Berlín ha permitido la llegada de cerca de un millón y medio de refugiados desde 2015,  es conocida. Pero fue en septiembre cuando «el espía indiscreto» protagonizó una sonada polémica al relativizar las protestas de ultraderechistas en Chemnitz (este de Alemania) y poner en duda, sin aportar pruebas, la veracidad de las imágenes en las que neonazis daban caza a extranjeros. Su tesis contradecía además las palabras de Merkel, quien había condenado con energía la violencia en Chemnitz. ¿Le faltó a la Canciller (foto izquierda),  quizá, una mayor visión política?

La clase política casi en pleno pidió un castigo para Maassen y también para su “sostenedor en el poder”, el ministro del Interior Seehofer, quien hizo enormes esfuerzos para lograr una salida digna para el espía, sin conseguirlo finalmente. Indudablemente que esta es una crisis política que recién comienza o que continuará, porque vendría ahora la renuncia del «ministro ingenuo» y la designación de un reemplazante, suponen algunos analistas.

Merkel ha ofrecido en este episodio una imagen de debilidad al ser incapaz de contener los desmanes de su ministro de Interior.

Seehofer, que antes del verano protagonizó otra gran polémica al amenazar con derribar al Gobierno si no cerraba de forma unilateral la frontera entre Baviera y Austria, está siendo crecientemente cuestionado dentro y fuera de su partido.