Arabia Saudita admitió este jueves que el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en su consulado de Estambul fue premeditado. El breve texto difundido por el fiscal general del reino, Saud al Mojeb, supone un nuevo giro respecto a la versión oficial que hasta ahora defendía que su muerte no había sido por decisión de las altas esferas que rodean al príncipe heredero Mohamed Bin Salmán(MBS).
Sin embargo, en una de las declaraciones realizadas por el presidente de Estados Unidos Donald Trump sobre este caso dio a entender, en The Wall Street Journal, que el príncipe heredero y hombre fuerte saudí, Mohamed Bin Salmán(MBS) -foto abajo-, tenía la última responsabilidad en la operación que acabó con la vida del periodista.
Por el momento, ni la policía turca ni los investigadores saudíes han logrado averiguar dónde está el cadáver de la víctima, informó el diario El País, aunque lo de “premeditación” no proviene de una fuente saudí sino turca.
En todo caso la versión oficial saudí no es completamente creíble en Occidente porque a menudo se entregan declaraciones que posteriormente son desmentidas o anuladas. En el mismo caso del periodista asesinado, las autoridades saudíes han cambiado su versión sobre los hechos en varias ocasiones. En un primer momento, afirmaron que Khashoggi salió del consulado por sus propios pies el mismo día 2, pero reconocieron el asesinato del periodista el pasado día 20. Entonces la Fiscalía afirmó que su muerte sucedió en una pelea en el interior del consulado en Estambul, una versión que ha sido considerada como insuficiente por parte de varios Gobiernos extranjeros.
Al reconocer la muerte del periodista, la Fiscalía anunció la detención de 18 personas y la dimisión de dos responsables de seguridad implicados en los hechos. En todo momento las autoridades han negado que el rey Salman y su hijo, el príncipe Mohamed, tuvieran conocimiento de los hechos. El príncipe Mohamed bin Salman afirmó que la muerte de Khashoggi es un “incidente odioso” y prometió que los autores rendirán cuentas a la justicia.
El diario “El Español” confirmó que los presuntos implicados en el crimen eran 18 y estarían a disposición de la Fiscalía de Riad. Ellos fueron arrestados por su relación con la desaparición y muerte del periodista y serán juzgados por las leyes saudís al término de una investigación que fue definida en Riad como “muy compleja”. Lo curioso es que el comando del servicio secreto del príncipe, denominado “Tigre” y que habría actuado en el asesinato, estaba también integrado por 18 personas.
Los hasta ahora sospechosos del asesinato, si son declarados culpables serán decapitados. “La pena de muerte es segura, declaró un funcionario saudí. Se aplica para todos los autores de asesinatos y especialmente en este caso que ha puesto en jaque al equipo diplomático, al servicio secreto, a la misma corte real. Y tanto más agravadas después de tratar de engañar a las autoridades.
De mantenerse la versión de que habría sido el príncipe quien mandó a matar al periodista, significaría que este poderoso representante del país árabe estaría dispuesto a asesinar a sus críticos y enemigos y después aplicaría la justicia en contra de los “verdugos” que él habría enviado al lugar del crimen. Esto es solamente una suposición porque una versión oficial hasta ahora no existe.
Cuando el pasado 2 de octubre Khashoggi entraba en el consulado de su país en Estambul (Turquía) lo hacía feliz y por su propios medios. Afuera quedó esperando su novia y él acudía a la cita el día y la hora señaladas para tramitar el papeleo de su divorcio en Arabia Saudita y poder contraer nuevamente matrimonión con una estadounidense.
Todo ha indicado hasta ahora que el crítico del régimen saudí fue asesinado y sus asesinos hicieron desaparecer sus restos. Khashoggi había sido declarado “enemigo” del régimen saudí por sus permanentes críticas a éste especialmente en el tema de los derechos humanos en sus artículos que escribía en The Washington Post (EE UU) y en The Guardian (Reino Unido).
Declaraciones y más declaraciones
El último domingo, el ministro saudí de Asuntos Exteriores, Adel al Jubeir, concedió una entrevista a la cadena estadounidense Fox News, en la que explicó los detalles que los servicios policiales de Arabia Saudita habían recabado de la investigación conjunta con sus «colegas turcos», lo que se entendió como que Riad ya reconocía el «asesinato dentro del consulado» y deslizaba que habían sido engañados «por los responsables del crimen».
Al Jubeir insistió en la información inicial de que Khashoggi había salido del edificio de Estambul por su propios medios. Esta versión provenía de los propios responsables de la legación diplomática. Al Jubeir agregó que el rey Salman había tomado «las riendas de la investigación instando a la Fiscalía a que se esclareciera todo el caso y se llevara a los responsables a juicio».
Los altos funcionarios del país petrolero son conocedores de que la imagen de Arabia Saudí no es buena en el mundo occidental. En sus palabras, está «distorsionada», más ahora que el príncipe heredero, Mohamed bin Salman (MBS), lidera un ambiciosísimo programa de reformas financieras, sociales y políticas que pretende «actualizar el país» y hacerlo partícipe de la economía global «en el lugar que le corresponde».
La noticia de que Khashoggi había sido asesinado y descuartizado en el consulado de Estambul fue desmentida de inicio por las autoridades de Riad. Y se siguió negando la posibilidad de que hubiese ocurrido algo así, incluso desafiando al presidente turco Recep Tayyip Erdogan, a que demostrara sus acusaciones. Incluso Erdogan pidió días después del horrendo asesinato que los actuales arrestados fueran procesados en territorio y bajos las leyes turcas, porque el crimen ocurrió en Estambul y no en Riad.
Parlamento Europeo
Por su parte, el Parlamento Europeo pidió este jueves a los Gobiernos de la Unión Europea (UE) que impongan un embargo conjunto a la venta de armas a Arabia Saudí. El texto, que llega tras un debate en el pleno sobre el episodio en Estambul, reclama una investigación imparcial del asesinato de Khashoggi y la colaboración plena de las autoridades saudíes.
En un informe reciente de Amnistía Internacional se acusa que Arabia Saudita está utilizando la pena de muerte como arma política para silenciar a la disidencia.
Yussuf Ali al Mushaikass, padre de dos hijos, fue ejecutado junto con otros tres hombres por delitos relacionados con el terrorismo, vinculados con su participación en protestas antigubernamentales en la Provincia Oriental, de mayoría chií, entre 2011 y 2012. Fue declarado culpable de delitos que incluían “rebelión armada contra el soberano”, “desestabilizar la seguridad y provocar la sedición uniéndose a un grupo terrorista”, “disparar en una comisaría de policía en Awamiyya dos veces, causando lesiones a un policía” y “participar en disturbios”. Según los informes, no se comunicó de antemano la ejecución a la familia de Yussuf al Mushaikass, que tuvo noticia de ella después, al ver en la televisión la lectura de una declaración del gobierno.
“Estas brutales ejecuciones son el episodio más reciente de la persecución que las autoridades de Arabia Saudí llevan a cabo contra la minoría chií. Se está utilizando la pena de muerte como arma política para castigar a esta minoría por atreverse a protestar contra el trato que reciben y para silenciar a otros mediante la intimidación”, ha afirmado Lynn Maalouf, directora de Investigación de la oficina de Amnistía Internacional en Beirut.