Por Walter Krohne

La renuncia de Javiera Blanco a su cargo en el Consejo de Defensa del Estado (CDE)  fue un alivio para gran parte del mundo político, quizá hasta para la propia ex Presidenta Michelle Bachelet, quien la nombró  en ese cargo días antes de que dejara La Moneda, decisión que pocos comprendieron porque la lista de ineficiencias y escándalos anotados en el curriculum de la ex ministra era larga y muy complicada.

Lo más probable es que Bachelet quiso  premiar la lealtad de Blanco hacia ella dándole un cargo prácticamente vitalicio, hasta los 75 años, y muy bien pagado (7 millones de pesos mensuales).

Fue vocera de su campaña y durante el gobierno siguió siendo  su amiga y confidente, ocupando los cargos de ministra de trabajo y previsión social, donde se originó un  problema de irregularidades en jubilaciones y sueldos en la Gendarmería; y también ministra de Justicia y derechos humanos, donde con el  Servicio Nacional de Menores (Sename)  su gestión fue catalogada de desastre nacional, porque se supo de niños muertos por descuido,  violencia, castigo a niños y para rematar, también prostitución y drogas en los recintos de menores.

Sin embargo su llegada al nuevo organismo  fue triste al no ser recibida allí con los brazos abiertos. Al parceer los restantes abogados, que en general no estuvieron de acuerdo con la elección de Bachelet,  no tuvieron ninguna otra posibilidad que  no fuera ponerle piedras en el camino a la ex política cercana y apoyada por la Democracia Cristiana en su momento,  especialmente por el ex ministro del Interior Mario Fernández Baeza.

La situación parece que fue muy tensa hasta el punto que caló muy hondo en  la poco exitosa ex funcionaria de Estado, viéndose obligada a renunciar, porque su nombramiento generó incomodidad en los otros consejeros.

Alguno de los cerebros  del progresismo como Clarisa Hardy, directora de la Fundación Horizonte Ciudadano, de la ex Mandataria, cuando le preguntaron el domingo en Estado Nacional que si había sido un grave error de Bachelet al nombrarla, Hardy dijo no, ella no ha cometido ningún error. La que lo cometió realmente fue Javiera Blanco que aceptó el cargo sin negarse para nada. ¿Cómo se iba a negar frente a un cargo vitalicio que hasta podría haber levantado con el tiempo su deteriorada imagen?

La misma Blanco, de 46 años,  dijo en una entrevista de fin de semana con El Mercurio que tomó esta decisión,  tan fría y tajante,  debido a que su presencia le causaba “incomodidad a los demás consejeros”.

Las situaciones que generaron incomodidad fueron las tres investigaciones en curso que pesan sobre Blanco: la denominada arista Ascar del Sename,  presunto mal uso de fondos para contrataciones en Gendarmería y la que apunta al uso de gastos reservados en Carabineros, tal como reconoce la ex ministra, aunque sigue insistiendo en su inocencia.

“En ninguna de las tres imputaciones tengo responsabilidad alguna. He esperado dos años para ser escuchada. En dos de ellas todavía no he podido declarar”, afirma Blanco, añadiendo que “ha habido una campaña sistemática de desprestigio, de descrédito en su contra, que ha sido bien dolorosa, tediosa, injusta (…) Creo que ha habido ensañamiento”, agregó.

Ahora, el Presidente debe nombrar al reemplazante  de Blanco (hombre o mujer)  y por las circunstancias actuales  deberá ser un abogado que tenga méritos intachables, porque “un consejero tiene que ser una persona con capacidades técnicas probadas, con experiencia en litigios y con un pergamino suficiente como para pertenecer a esta institución”, que no tenía precisamente la ex confidente de Bachelet. Según el integrante del CDE Raúl Letelier tendrá que ser alguien dispuesto/a a enfrentar al organismo, tras 20 meses de una polémica gestión como la de Blanco.

¿Que se nos puede decir ahora de Blanco cuando ya todo parece historia?

En su momento casi todos los sectores políticos e institucionales, también oficialistas y ex dirigentes de la Democracia Cristiana (diputado René Saffirio, por ejemplo),  calificaron a la ex secretaria de Estado como una de las principales responsables frente a la desprotección de los menores como también del deplorable  funcionamiento del Servicio Nacional de Menores (Sename).

Asi fue, pero «en ese momento no eran tanto  los niños los que importaban, ni tampoco la misma ministra», porque todos tenían una mirada política desesperada que no era otra cosa que blindar de cualquier modo la imagen de la Presidenta Bachelet, lo que se hizo ante la vista y paciencia de todo el mundo.

No hay que olvidar la acusación constitucional en contra de la ministra Blanco que Nicolás Eyzaguirre y otros ministros,  quizá también el de Interior Mario Fernández,  apoyaron su rechazo a cualquier precio hasta que lo consiguieron, porque de lo contrario la imagen presidencial hubiese quedado por los suelos y no en la forma de como salió finalmente Bachelet de La Moneda convertida en «la nueva líder del feminismo».

El bombón llegó al final cuando a Bachelet la premiaron desde la Unicef de la ONU (donde hoy ella trabaja)  “por su compromiso con la infancia”  blindando así también a Blanco (julio de 2017). Así es la política  ¿mal entendida, quizá?

Pero este año (enero)  otro informe elaborado por dos expertos de las Naciones Unidas reveló todo el  horror del Sename, justamente en la misma fecha en que el Papa estaba también en Chile afectado por otra conducta humana horrorosa,  también practicada en parte por chilenos, como son los abusos sexuales y casos de pedofilia registrados al interior de la Iglesia Católica. Todos estos hechos darían para escribir un libro de historia mayor que pudiera analizar  la mentalidad chilena, la irresponsabilidad estatal y las mentes perturbadas que actuaron tanto en la Iglesia como en el Sename (hasta ahora aparecen o se denuncian mes a mes nuevos casos de curas pedófilos o abusadores sexuales y la situación en el Sename debe seguir igual).

La ONU determinó que el Estado es directamente responsable de las violaciones llevadas a cabo en los Centros de Reparación Especializada de Administración Directa, así como las ocurridas en los organismos colaboradores. “Ello, no solo por falta de supervisión, sino también porque dichos centros (…) deben ser considerados agentes del Estado”.

Otro documento rechazado por la Cámara de Diputados acusaba a la ex secretaria de Estado Blanco  de “negligencia inexcusable” y que la crisis que sufrió el Servicio Nacional de Menores se “agudizó” en presencia de la ex autoridad, pero ganó la politiquería y ella salvó su pellejo ayudado hasta por el ex candidato presidencial Alejandro Guillier como también por el ex ministro del Interior, Mario Fernández Baeza, quien se complicó poco tiempo después no tanto por la defensa de Blanco, sino por la Operación Huracán en la Araucanía que inventó, si inventó,  el entonces director de Carabineros General Bruno Villalobos, engañando y complicando a altos personeros del Gobierno de Bachelet.

Huracán fue un verdadero plan siniestro y mentiroso que convenció a algunas autoridades  y también  a la misma Presidenta Bachelet de quien el general era también uno de sus protegidos  como lo fue Blanco hasta el final. Fue ¿esta política protectora de sus más cercanos y amigos la característica principal de Bachelet como presidenta? Decimos esto porque la misma conducta presidencial pudo apreciarse en su primer mandato.