El video muestra la situación en que el abusador sexual vive protegido en el viejo mundo.

La justicia alemana habría desestimado la posibilidad de perseverar en una denuncia por abuso sexual, cometido en ese  país, por el exobispo chileno (chillanejo), Francisco José Cox.

El religioso es acusado también de al menos tres casos de abusos sexuales ocurridos en Ñuble y  La Serena durante las décadas del ’70, ’80 y ’90.

Desde la Fiscalía de Coblenza, a cargo del caso, detallaron a través de un comunicado público que “según el artículo 182 del Código Penal, vigente hasta 2008, solo los menores de 16 años estaban protegidos contra el delito de maltrato de menores. En uno de los casos denunciados la víctima tenía 17 años en el momento del delito. Tampoco había indicios de que la parte agraviada pudiera ser considerada como una persona bajo tutela (o entregado al cuidado de), en el sentido del artículo 174 del Código Penal”.

Los hechos se remontarían a 2004, cuando el denunciante visitaba la casa donde vivía Cox, donde mantenía charlas de formación con otros jóvenes de Schoenstatt.

El viceprovincial de la congregación, Patricio Moore explicó a El Mercurio que según el relato de la víctima «el afirma que monseñor Cox se le habría acercado, intentando abrazarlo y le habría dado un beso»

Nuevos informes llegados desde Santiago de Chile  no dejan bien parado al Movimiento Apostólico de Schoenstatt. En el transcurso de la revisión actual de casos de abusos sexuales perpetrados en territorio chileno, varias personas presentaron cargos contra Cox, quien desde hace más de 15 años vive en el santuario de Schönstatt,  cerca de Coblenza.

El superior general del Instituto de Padres Schönstatt, Juan Pablo Catoggio, explicó por escrito a la Deutsche Welle que Cox requiere asistencia permanente y muestra una incipiente demencia senil. El canal chileno «24 horas”, en cambio, mostró imágenes del exobispo la semana pasada, donde no se aprecia desorientación o perturbación alguna. Cox no quiso realizar ningún tipo de declaraciones a dicha estación televisiva que lo visitó por sorpresa. El prelado argumentó que no puede decir nada «sobre las demandas en Alemania y Chile”, y añadió: «No es mi problema”, dijo en una entrevista realizada por el periodista Francisco Moreno.

 «Orientación sexual obsesiva»

Al mismo tiempo, el semanario chileno «The Clinic», tradicionalmente crítico con la iglesia, publicó un extenso texto en su sitio web bajo el título «Los archivos secretos de Cox”. En él se describe en detalle cómo los miembros de la jerarquía eclesiástica chilena se opusieron, al principio, a que se dieran a conocer las acusaciones de abuso sexual contra Cox, lo que compromete hoy a los cardenales Ricardo Ezzati y Francico Javier Erázurriz. Diez años antes, un cura indignado habría informado a los obispos que había presenciado un abuso sexual. Pero la única respuesta que obutvo fue que la situación de Cox era «conocida» en la comunidad de Schönstatt, a la que pertenecía el arzobispo desde 1965.

En el texto se habla de una «orientación sexual obsesiva» de Cox, «demasiado visible para pasar inadvertida». Cox también habría reunido a clérigos con características similares como empleados. Además se menciona que durante los años de Cox en el Vaticano, entre 1980 y 1985, una monja lo habría sorprendido en una situación íntima con un joven. Esto podría ser la explicación del regreso de Cox a Chile en 1985.

El Vaticano lo envió al extranjero

Esto indica que el Vaticano envió a Cox deliberadamente a Alemania para protegerlo. El arzobispo renunció a su cargo repentinamente en 1997, luego vivió en Colombia y, básicamente, nunca regresó oficialmente a Chile. «En 2002, la Congregación Episcopal en Roma le pidió a nuestro instituto que lo recibiera en una de nuestras casas, razón por la cual ha estado viviendo en la casa central de los Padres de Schoenstatt durante muchos años, en Vallendar «, dijo el superior general Catoggio la semana pasada.

En 2002, Cox llegó a Schoenstatt, donde vivió en uno de los edificios del extenso campus. Dos años más tarde, volvió a cometer un delito sexual. Según expuso el fiscal de Coblenza este lunes, el  ex obispo chileno «habría abusado sexualmente de un joven boliviano, quien en 2004 tenía 17 años de edad”. La víctima participaba en un programa de estudios de los Padres de Schönstatt en Vallendar (cerca de Coblenza).

¿Cómo reaccionará el Vaticano?

La víctima, cuyo nombre sería Abel, que ahora reside en Estados Unidos y cambió de nombre, informó en noviembre de 2017 al encargado de aclarar abusos de la asociación Padres de Schoenstatt Internacional. Solo después de una investigación eclesiástica en EE. UU., en la que las declaraciones de la víctima fueron «consideradas creíbles», se presentó la denuncia a principios de agosto de 2018 ante la fiscalía de Coblenza.

En el caso de Cox, muchos parecen sospechar que se puede tratar de un delincuente en serie. Se desconoce por qué la congregración de Schönstatt no se puso en contacto con la justicia chilena desde 2002.

Muchos ahora miran hacia Roma. El superior general destacó que había informado tanto al Vaticano, a la fiscalía y a la diócesis: «El asunto está ahora en manos de la Congregación de la Fe en Roma». Allí, no hay información sobre tales procedimientos, pero no se puede descartar que el papa Francisco expulse a Cox de la Iglesia Católica ante la conmoción reinante en Chile por los casos de abusos sexuales.

Sin celular y con prohibición de salir. Así quedó el exobispo de Chillán, Francisco José Cox, luego de las medidas restrictivas que le impusiera el movimiento de Schoenstatt, Patricio Moore, viceprovincial de la congregación, dijo al diario El Mercurio que a raíz de las nuevas denuncias que han surgido contra el exjefe religioso de Ñuble, la congregación optó por quitarle algunos de sus privilegios.

«Se le quitó el teléfono celular, también el de su pieza. Todas las llamadas pasan a través de otra persona, que verifica quién es. Tampoco puede salir de la residencia», explicó Moore.

A lo anterior agregó que Cox tampoco puede salir de la residencia, que se ubica en un sector rural.

«Esto no es una cárcel, pero el además tiene dificultades para moverse, porque necesita de un ‘burrito'» dijo el religioso.

Fuentes:  Deutsche Welle y prensa internacional.