Por Jessika Krohne
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Vivimos en un mundo cada vez más acelerado con una tecnología que avanza a pasos agigantados y no nos permite respirar tranquilos
Se dice que la vida ahora es más fácil que antes, ya que hoy uno tiene mucho más ayuda que cuando no existían los electrodomésticos que facilitan las labores domésticas o cuando las personas caminaban kilómetros y kilómetros diariamente por la falta de medios de transporte adecuados como de los que ahora disponemos. Es cierto, pero ¿por qué ahora hay más trastornos de ansiedad y depresión que antes?
Explicaciones pueden haber muchas, pero claramente hay dos razones muy relevantes: por un lado, el mundo avanza cada vez más rápido y eso angustia a la gente. Si antiguamente esperábamos años para una innovación, hoy en día en semanas vivimos novedades y va cambiando el mundo a una velocidad nunca antes vista.
Por otro lado, cada vez la gente tiene menos contacto entre si. Todo se hace por internet; Amazon dio un giro en el mundo del consumo y ahora gran parte de los productos se adquieren a través de internet, por compra online, como se dice. En otras palabras ya no se requiere acudir a una tienda de retail para comprar lo productos que se necesitan.
Esto, si bien permite optimizar el tiempo, por otro lado fomenta el aislamiento social. Incluso los productos más básicos como los de supermercados, hoy en día pueden adquirirse a través de diferentes aplicaciones. Ya no tenemos que movernos de nuestro escritorio de trabajo o de casa. Suena bien, pero también aleja a las personas de la sociedad.
Estas aplicaciones se han incorporado en la sociedad moderna actual para quedarse. Realizar las compras del supermercado a través de ellas, es una modalidad que se hace cada vez más común.
Esto está generando un aislamiento peligroso en la sociedad que está convirtiendo la vida misma de las personas en “tecnológica e impersonal” que impide cada vez más la existencia de contactos humanos y las relaciones personales ya no son como eran antes.
Los celulares son hoy casi parte de nuestro cerebro. No funcionamos sin ellos y nos desesperamos si no los tenemos cerca. Nos sentimos totalmente extraños si este pequeño aparato, que contiene todo lo que creemos necesitar, no esta cerca nuestro. Estamos en todo momento conectados, pero de una forma totalmente impersonal, sin contactarnos físicamente con el otro, sin vernos las caras, los gestos, la comunicación no presencial (sólo a través de wife), que son elementos tan importantes para el bienestar del ser humano.
Todo esto genera angustia, ansiedad y desconcierto. Nos sentimos desamparados, ya que vivimos en un mundo inseguro, en un mundo que cada vez nos parece más lejano y más frío.
La comida es cada vez más procesada, lo que hace sentirnos con más sueño, más desanimados y con trastornos estomacales y gástricos. No nos tomamos el tiempo para cocinar en la casa y comemos en cualquier parte. Eso empeora nuestra calidad de vida.
Tenemos que modificar nuestro estilo de vida. Nosotros somos los responsables de nuestra propia vida y nuestro bienestar. Que el estrés no nos consuma; éstas tareas parecen ser difíciles en un mundo como en el que vivimos, pero es algo que se puede y debemos lograr.