Por Walter Krohne Ver video con Informe Especial sobre Karadima producido por TVN
La expulsión del ex párroco de El Bosque Fernando Karadima de la Iglesia Católica (88) es la mejor decisión en años que haya tomado el Vaticano con respecto al escándalo de pedofilia y abusos sexuales que afecta hasta hoy al clero y a la jerarquía de esta Institución religiosa en Chile.
“Es la mano dura que hacía falta”, dicen algunos teólogos y analistas, la que comenzó a aplicarse tarde – “más vale tarde que nunca” como tituló hoy El Mostrador-. Hace sólo días fue expulsado también de la Iglesia el ex sacerdote Cristián Precht.
Esta historia es como una bomba de tiempo que ha ido estallando en varias etapa o ha tenido distintos capítulos, primero con denuncias aisladas, luego con casos más masivos como el de “la familia” en Rancagua y el de los maristas. La visita que realizó el Papa a Chile, a pesar de la mala información que tenía o traía, ha sido finalmente muy decisiva para crear nuevas bases o cimientos destinados a reconstruir una Iglesia que está por el suelo desde hace mucho tiempo.
Si bien en su visita a Chile, en enero pasado, el Santo Padre mostró un desconocimiento de la realidad sobre la cual se levantaba una Iglesia que quería ser Santa (basura, mugre y barro). Especialmente frente al caso del ex Obispo de Osorno Juan Barros (foto derecha) su respuesta fue débil o muy poco clara, al señalar que en lo que se denunciaba (encubridor de Karadima) no había ninguna prueba concreta. Este hecho fue utilizado en su posterior visita al Perú donde el Papa fue recibido con letreros en las ventanas de las casas que decían: “Aquí sí hay pruebas, Santo Padre”.
El cardenal Ricardo Ezzati Andrelo, ex arzobispo de Santiago, en una declaración de prensa declaró: “Quiero decir que esta misma mañana, la decisión papal fue comunicada a Fernando Karadima Fariña”, quien vive hasta hoy en la casa de ancianos San José del sector santiaguino de La Dehesa.
Ezzati, uno de los principales encubridores del escándalo eclesiástico agregó que “en primer lugar, lo que el Santo Padre firma no está dentro de lo que hace ordinariamente, la de hoy es una decisión excepcional. Lo ha hecho por el bien de la Iglesia y en la Iglesia está todo el Pueblo de Dios, desde las personas que han sido víctimas y han sufrido de los abusos al bien de los fieles, que están llamados a caminar en rectitud de vida, y de los sacerdotes, que están llamados a caminar de acuerdo a los grandes valores de su vocación y en bien de la sociedad”.
Sus palabras han tenido distintas reacciones porque el mismo, que ya está fuera del cargo que ejercía como Arzobispo de Santiago, es ciertamente un encubridor y por lo mismo sus palabras han sido calificadas también de “cínicas o hipócritas”, aunque en general, en el mundo católico, la decisión papal ha originado gran alivio. Otro encubridor es el cardenal emérito y ex Arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz, que en un momento declaró que «la fama que tenía Karadima le hizo desestimar las denuncias en su contra», en una carta enviada a la Conferencia Episcopal.
Desde luego, el Papa tiene plena potestad jurídica para tomar la decisión contra Karadima. Habla muy bien de él aunque la misma fue tomada con excesivo retraso. Ha sido un período negro para esta Iglesia que solamente se explica con la burocracia interna de la institución, porque este escándalo puede compararse con un gran incendio de una casa que no ha podido ser apagado por falta de agua. Faltó el coraje y la valentía de reconocer los pecados cometidos.
Al respecto Ezzati dijo que “el Código de Derecho Canónico lo expresa muy bien. Tanto el decreto como el comunicado de la Santa Sede son en el ejercicio de su potestad ordinaria, que es suprema, plena inmediata y universal en toda la Iglesia”.
¿Y qué pasa ahora con el daño profundo y casi incurable causado a las víctimas en distintos casos conocidos en ocho años? ¿Lo decidirá la justicia o quién?
La decisión del Papa ocurre ocho años después que las víctimas dieran a conocer los abusos cometidos por el excura Karadima. Fue en 2010 cuando Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo (foto derecha) denunciaron por primera vez en medios de comunicación los vejámenes sufridos a manos de Karadima en la parroquia de El Bosque en Providencia.
“Algo se quebró en mi”, declaró Hamilton en su momento, en una entrevista con Radio Biobío tras denuncioar haber sido abusado por Karadima. Esto dio curso a una investigación canónica que halló culpable al exprelado recibiendo una primera condena de prohibición de ejercer el sacerdocio y retirarse a una vida de oración y penitencia. La Justicia chilena, sin embargo, determinó que «los delitos habían prescrito».
Días antes el Papa expulsó también de la Iglesia al sacerdote Christian Precht por abusos sexuales contra menores. Este caso podría llegar ahora a la Justicia, como se asegura.
Lo de Karadima es un caso emblemático y su nombre aparece siempre, como el “origen del Mal” en todas las denuncias que han surgido sobre sacerdotes y religiosos que han cometido abusos, sobre todo por su posición entre los sectores acomodados de la capital y porque fue formador de varios sacerdotes que luego tomaron puestos de influencia dentro de la iglesia.
Justamente una de las primeras acciones del Papa Francisco al conocer parte de la verdad en enero último fue invitar a Roma a Cruz, Hamilton y Murillo, escuchar las pruebas y luego pedirles disculpas públicas por lo ocurrido. Otro paso fue aceptar la renuncia de los 32 Obispos chilenos.
Las críticas fueron tan profundas y reiteradas que el Papa argentino decidió buscar mas pruebas y mandó al obispo Charles Scicluna a Chile para que indagara lo que verdaderamente ocurría en la iglesia chilena. Todo esto terminó con la salida de Juan Barros de su cargo, pero también de otros de sus colegas.
Reemplazo de Ezzati
Según versión del diario La Tercera (edición de este viernes), varios nombres han surgido como eventuales reemplazos del renunciado arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati. Desde otros prelados, como Fernando Chomali -de Concepción y quien la semana pasada se reunió en Roma con el Pontífice-, hasta pastores extranjeros y sacerdotes locales. Todos suenan entre las opciones para encabezar la arquidiócesis. Francisco, sin embargo, mantiene la incógnita. Luego de tres oleadas de aceptación de renuncias de obispos, en las cuales se han ido siete de ellos, aún no define al nuevo pastor de la capital. Y la expectación crece.
Es decir, todo esto está recién comenzando.