Por Jessika Krohne

www.psicologiaglobal.cl

Una familia ensamblada es aquella en la cual uno o ambos miembros de la pareja tienen uno o varios hijos de uniones anteriores. Pueden ser viudos, divorciados o madres solteras. Eso no es algo nuevo. Ya en los cuentos de hadas se hablaba mucho de las madrastras, padrastros e hijastros; palabras que en general tenían una connotación bastante negativa y describía una relación dificultosa con contenidos de envidia, celos e intrigas.

En la actualidad, este concepto se ha formalizado y ha estado cada vez más presente en literaturas y textos informativos. Hoy se habla mucho de una familia ensamblada cuando se junta una pareja con hijos de otras uniones anteriores.

En Chile las familias ensambladas son cada vez más frecuentes, como escribió en la revista Mujer Catalina Pulido.  Las cifras son impactantes, ya que el 70,7% de los niños que nacieron en Chile en 2013 provenían de parejas que no estaban casadas. En solo 25 años el cambio ha sido elocuente, tomando en cuenta que en 1990 la estadística era 34,3%, según el Registro Civil, y en 1960 sólo representaban el 15,9% de los nacimientos. El alza tiene todo que ver con la Ley de Filiación de 1998, que terminó con la figura del hijo ilegítimo y con niños que al nacer fuera del matrimonio eran ciudadanos de segunda clase, pero también con la Ley de Divorcio, que impulsó la opción de rehacer tu vida junto a otra persona. Con esto en cuenta, es fácil deducir que buena parte de ese 70,7% corresponde a niños de segundas uniones que muchas no se casaron. Y ellos son los protagonistas de la nueva familia chilena. La familia ensamblada, que incluye a las segundas parejas de viudos, de divorciados y de madres solteras, según estadísticas del Registro Civil.

“Hoy llama la atención que el número de familias en esta condición aumenta en todos los niveles socioeconómicos, pero en una mayor proporción en los niveles más pobres”, explica Rodrigo Castro, decano de esa facultad de la Universidad del Desarrollo.

Es más, el aumento es tal que en el quintil más pobre llega a representar un tercio del total de familias de ese segmento.

“Es un aumento importante dentro de una tendencia de los últimos años en la sociedad chilena, incluso latinoamericana”, dice Catalina Arteaga, académica de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile.  No sólo hay más familias de este tipo: los chilenos las están reconociendo más. “Somos una sociedad más tolerante a aceptar distintos tipos de conformaciones familiares”, dice Arteaga. ¿Por qué? Porque la práctica o la realidad van mucho más rápido que las construcciones socioculturales o las creencias. “En el discurso podemos decir muchas cosas sobre lo que estamos o no de acuerdo, pero en la práctica, se ven otras cosas que nos estamos atreviendo a ver y a reconocer, nos gusten o no”.

Las cifras de las familias ensambladas van a seguir subiendo a causa del aumento de los divorcios y de los matrimonios en segundas nupcias. Las proyecciones sugieren que a la larga una importante cantidad de personas se volvería a casar más de una vez a lo largo de su vida.

En la consulta psicológica acuden muchas familias ensambladas, ya que las dificultades en la vida diaria no son pocas. Cuesta mantener los límites y el orden dentro de ella y muchas veces hay dificultades con los hijos y en otorgar los permisos y las reglas dentro de la casa.

Aquí es importante que ambos  padres se pongan de acuerdo y actúen como equipo frente a los niños. Las reglas deben ser transmitidas de parte de ambos padres por igual independiente del parentesco. Hay que evitar las desautorizaciones frente a los niños. Eso es fatal para la armonía y el bienestar en la familia. Hay que aclarar  y definir bien quienes son los progenitores y ser justos en la distribución de las tareas y los permisos.

Igualmente los espacios dentro de una casa deben estar bien y equitativamente repartidos. Todos deberían tener un espacio propio dentro de un hogar o compartir una habitación teniendo todos los mismos derechos.

Una comunicación fluida y clara es fundamental para mantener el bienestar dentro de la casa.