En Perú el presidente peruano Martín Vizcarra perdió al parcer el camino conductor que lo estaba llevando a un régimen democrático con más fuerza al sorprender con una declaración que estremeció a la región sudamericana de naciones. Dijo que no descartaba cerrar el Parlamento opositor a través de un mecanismo permitido por la constitución si el Legislativo frena sus iniciativas para someter a una consulta popular reformas del sistema político y judicial.
Para algunos analistas, estas declaraciones ponen fin a una tregua entre el gobierno y el Congreso liderado por la opositora Keiko Fujimori, hija del ex dictador, desde que el mandatario asumió la presidencia hace cinco meses.
En una entrevista con la televisora CNN, Vizcarra (izquierda) comentó esta semana que en la constitución “está establecida la cuestión de confianza que, si no se da, permite el cierre del Congreso. Hemos dicho que no descartamos ni una medida para lograr el objetivo de luchar y de destruir la corrupción que tanto daño le ha hecho al Perú pero que ahora estamos decididos a combatirla”.
La cuestión de confianza, inspirada en el parlamentarismo europeo, es un mecanismo de control y equilibrio de poderes que puede ser usado por el gobierno o por el Congreso. El artículo 134 de la constitución sostiene que el presidente puede disolver el Parlamento si éste le niega la solicitud de “confianza” a dos consejos de ministros. El Congreso ya ha negado una vez la confianza a un consejo de ministros en septiembre de 2017 y si vuelve a hacerlo, podría ser disuelto por el mandatario.
Cuando durante la entrevista con CNN se le comentó que de clausurar el Congreso sería calificado de “golpista” por la oposición, Vizcarra dijo que lo haría cumpliendo los procedimientos constitucionales. “Lo que queremos es fortalecer las instituciones y luchar contra la corrupción, para ello están los mecanismos en la constitución y estamos siendo rigurosos en su cumplimiento”.
Perú sufrió el cierre del Congreso en 1992 (5 de abril) cuando el entonces mandatario Alberto Fujimori (1990-2000), padre de la actual líder de la oposición Keiko Fujimori (izquierda) , usó por primera vez esa atribución.
Lo ocurrido con Fujimori fue realmente impactante porque durante la transmisión por televisión de de su discurso en el Parlamento, tropas del Ejército, de la Marina y de la Fuerza Aérea llegaron al Congreso de la República, el Poder Judicial, el Ministerio Público, entre otras instituciones para tomar el control de ellas. También fue intervenida la sede de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y otros sindicatos también hubo intervenciones militares.
Pese a la resistencia de parlamentarios de oposición, el Congreso fue disuelto y posteriormente se convocó a elecciones para la formación de un Congreso Constituyente. El fujimorismo obtuvo amplia mayoría y tras su formación, se debatió, se aprobó y se promulgó la nueva Constitución de 1993, que le permitió posteriormente a Alberto Fujimori postular a la re-relección, ganando las elecciones de 2000.
Los hechos ocurridos inmediatamente después del mensaje a la nación, solo fueron difundidos por medios internacionales, ya que miembros de las Fuerzas Armadas ingresaron a canales y emisoras de radio, y obligaron a seguir con la transmisión normal, sin informar sobre lo que ocurría en las instituciones estatales y en la calles. El gobierno decretó un toque de queda y comenzó una serie de detenciones a políticos, empresarios y políticos.
Vizcarra reconoció que su gobierno tiene una bancada parlamentaria pequeña pero que “se puede gobernar haciendo planteamientos que sintonicen con el pedido de cambio que piden todos los peruanos”. El golpe de Fujimori de 1992 es comparado con lo que está sucediendo ahora entre el Ejecutivo y Legislativo peruanos.
Las iniciativas de Vizcarra han impulsado su popularidad mientras que las simpatías hacia Keiko Fujimori han caído a su mínimo histórico, de acuerdo con varias encuestas. Según un sondeo de agosto de la firma Ipsos Perú publicado por el diario El Comercio, 76% votaría contra la reelección de congresistas y 55% aceptaría el retorno de un Congreso bicameral.
Vizcarra, que fue elegido vicepresidente en 2016, asumió la presidencia en marzo en reemplazo del renunciado Pedro Pablo Kuczynski, quien dimitió inmerso en un escándalo por la presunta compra de votos de congresistas a cambi o de que apoyaran su gestión.
¿Es necesario el referéndum?
El presidente Vizcarra cambió la coyuntura política cuando planteó el referéndum para superar la crisis política y de corrupción que afecta a los tres poderes del Estado. Y acertó cuando dio participación y voz a la población que estaba angustiada. Ella espera que el Congreso de la República cumpla con dar el pase a la consulta y que procese los proyectos de ley presentados por el Ejecutivo, aunque sean deficitarios como han señalado los constitucionalistas. El Congreso deberá discutirlos y mejorarlos si tienen voluntad política para llegar a las urnas.
Pero según el discurso confrontacional de Keiko Fujimori no quieren dar voz del pueblo que hace tiempo les da la espalda con la caída de aprobación en las encuestas. Error político porque la gente quiere el referéndum aunque sea tachado de medida populista, lo espera para decidir.
Como se preguntó el diario peruano Crónica Viva, «es necesaria la consulta para la reforma política y de la justicia? ¿Es indispensable para luchar contra la corrupción? No hay respuestas contundentes pero es importante canalizar la protesta y la indignación por la vía democrática. No significará soluciones inmediatas, que no las hay, pero arrojará puntos de partida y definiciones esenciales respecto de las instituciones bajo fuego como son el Legislativo, el Poder Judicial, el Consejo de la Magistratura. Si el Congreso dilata el referéndum o lo distorsiona haciendo ver que no es prioritario frente a otros problemas tan graves como la salud o la recuperación del norte la población notará claramente la maniobra y será suicida para un Legislativo ya severamente criticado. Hay mucha gente en las calles, en especial jóvenes con la conciencia limpia, que quieren participar de un cambio para combatir a quienes se creen los dueños del Perú desde sus escaños profundamente devaluados. No lo son y será peor si pretenden no saber distinguir entre lo urgente y lo importante».