Por Enrique Fernández

Las imágenes que la televisión mostró sobre el atentado contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, dejaron en evidencia cuál es su capacidad militar para responder a una eventual invasión de Estados Unidos.

Y hablar de invasión no es descabellado, porque un año antes de aquel atentado, en agosto de 2017, el presidente norteamericano Donald Trump sugirió esa posibilidad durante una reunión privada en la Casa Blanca. La amenaza de Trump se conoció recién el pasado 4 de julio, día de la independencia de Estados Unidos. En la reunión participaron el entonces secretario de Estado, RexTillerson, y el general Herbert McMaster, que se desempañaba como Asesor de Seguridad Nacional. Ambos funcionarios ya no forman parte del equipo de Trump.

Hablando ante sus colaboradores con su habitual estilo directo, distante de toda diplomacia, Trump se manifestó partidario de invadir Venezuela para terminar con el régimen de Maduro, al que acusó de poner en peligro la seguridad regional en América Latina. Cuando algunos de los presentes le advirtieron que una acción semejante provocaría el rechazo de los gobiernos latinoamericanos, el mandatario insistió en su idea, recordando las invasiones de Estados Unidos a Panamá y Granada, en los años 80.

¿Cuál fue la reacción de Nicolás Maduro cuando se enteró de estas malas intenciones?

Al día siguiente de conocer esta versión, el jueves 5 de julio, el presidente venezolano habló durante un desfile cívico militar. Y también con su habitual estilo directo y lejos de cualquier diplomacia, amenazó a Trump con una formidable réplica militar si se atreve a lanzar una invasión a la tierra de Bolívar.

“Presidente Donald Trump –preguntó Maduro-, ¿usted cree que Venezuela se va a rendir?”

“Si ustedes nos agredieran, ¡nuestros ejércitos se expandirían por todos los campos de batalla de América Latina y el Caribe!”, agregó en tono enérgico y desafiante.

Lo que anunció Maduro, en consecuencia, no sólo fue una respuesta militar dentro del territorio venezolano. Amenazó a Trump con una lucha armada a través de “todos los campos de batalla de América Latina y el Caribe”.

Un mes después de aquel discurso se produce el atentado.

El 4 de agosto de 2018 Maduro no pudo seguir anunciando la “recuperación económica”, al intervenir en un acto militar para celebrar un nuevo aniversario de la Guardia Nacional. Dos explosiones dejaron en suspenso sus palabras, mientras sus escoltas se apresuraban a protegerlo con sus paneles anti balas. Su esposa, Cilia Flores, miraba hacia el cielo, desde donde surgieron los estallidos de dos pequeños drones cargados con explosivos. La onda expansiva de uno de ellos hirió a siete militares y el otro se estrelló con un  edificio cercano provocando un incendio.

Fue a partir de ese momento cuando los televidentes de todo el mundo y los lectores de los diarios a la mañana siguiente pudieron ver las imágenes de cientos de militares que huían de la explanada sin ningún orden ni disciplina, empujados por el pánico. Las pantallas gigantes instaladas en la principal avenida de Caracas también proyectaron esas imágenes por algunos segundos hasta que la transmisión cesó en forma abrupta.

“La estampida del personal militar, transmitida en vivo, deja muy mal parada a la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivariana) y a su alto mando militar”, dijo Hebert García Plaza, ex Ministro de Alimentación del gobierno de Maduro. García Plaza habla con autoridad, por sus conocimientos militares como ex general del Ejército venezolano, que salió del país cuando renunció a su cargo en el gabinete.

La vulnerabilidad de Maduro y los militares venezolanos también fue abordada, en términos sarcásticos, por el escritor peruano Jaime Baily, en un programa de televisión desde Miami. Al referirse a los soldados que huyeron de la explanada tras las explosiones, Baily se mostró sorprendido porque “se supone que son los bravos y valientes defensores de la dictadura”.

“Pero salen corriendo aterrados… Parecen Hermanitas de la Caridad… Carmelitas Descalzas… Dejan desprotegido al dictador, apenas celosamente custodiado por sus esbirros venezolanos”, ironizó el escritor conservador.

“Muy patético todo”, concluyó.

Un desconocido “Movimiento Nacional Soldados de Franelas” se adjudicó el ataque con los drones, al tiempo que Maduro responsabilizaba a la ultraderecha venezolana y al presidente colombiano Juan Manuel Santos. Pero Santos replicó que no tuvo nada que ver en esta historia porque ese sábado “tenía cosas más importantes que hacer”, ya que tres días después debía entregar el mando de la nación al nuevo presidente colombiano, Iván Duque.

El hijo del mandatario, Esteban Santos, fue aún más lejos y publicó en Internet una foto junto a su padre, con una leyenda que dice: “Maduro cree que yo estoy detrás de su atentado”. Y en la imagen, padre e hijo aparecen muertos de la risa…

Aporte de la Redacción central de Kradiario

Y lo anterior se vincula ahora con la decisión política» oficializada hoy por Colombia de retirarse de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), algo que ya había anunciado su presidente, Iván Duque, al considerar que esa organización se ha convertido en un «cómplice de la dictadura venezolana», como lo confirmó el canciller colombiano  Carlos Holmes Trujillo (foto abajo) en su primera rueda de prensa en el cargo.

«Ya lo habíamos dicho a lo largo de la campaña», dijo el ministro, aunque la nota no se ha enviado aún. pero está lista».

El Gobierno colombiano está en una fase previa de consultas con otros estados miembros de Unasur que, según ha explicado el canciller, pretenden tomar una decisión similar. «Si a raíz de esas conversaciones se consigue una reacción común, actuaremos en conjunto, pero si eso no sucede Colombia denunciará el tratado constitutivo», dijo Holmes Trujillo.

El nuevo Gobierno colombiano pretende liderar una «respuesta multilateral» a través del Grupo de Lima, el conjunto de 12 países latinoamericanos que ha tomado medidas frente al régimen de Nicolás Maduro. Entre otras, no reconocer las últimas elecciones en las que el mandatario se reafirmó en el poder y alertar sobre lo que consideran «graves violaciones a los derechos humanos» de la población venezolana. «Vamos a insistir en el fortalecimiento de un fondo humanitario de emergencia y en la creación de un enviado especial ante la ONU que coordine las acciones de varios países».