Foto de Portada: El aeropuerto del futuro para Santiago de Chile ¿Será realidad?

Por Walter Krohne

Muchos lo dijeron y lo anticiparon por escrito: El proyecto de ampliación del aeropuerto de Santiago podría llegar a terminar en un «soberano desastre» y hoy ya se puede observar que esta millonaria inversión de US$900.000.000 está pasando por una crisis de responsabilidades, tanto del Ministerio de Obras Públicas (MOP) como de la empresa concesionaria Nuevo Pudahuel,  que  es una sociedad conformada por las multinacionales Aéroports de Paris, Vinci Airports y Astaldi Concessioni.

Pero es el caso, como lo ha denunciado la prensa local y hoy lo hizo el diario El Pulso, tanto el MOP como la concesionaria se culpan mutuamente de un retraso de las obras que aparece fuera de toda lógica, siendo los grandes perjudicados los usuarios del aeropuerto, es decir chilenos, latinoamericanos y pasajeros de todo el mundo que llegan hoy a Santiago a un terminal del «cuarto mundo». Según El Pulso,  el MOP asegura que no se autorizó el inicio de las obras porque la empresa no contaba con la aprobación de los seguros necesarios,  señalando  que Nuevo Pudahuel presentó un proyecto de ingeniería que no cumplía con la calidad técnica establecida en el contrato, lo cual ha retrasado su revisión y aprobación.

A lo anterior se agrega que hay insuficiencias técnicas y de forma en el  proyecto de ingeniería  presentado por Nuevo Pudahuel. Estos son los argumentos que presentaron los abogados del Ministerio de Obras Públicas (MOP), que solicitaron al Panel de Concesiones el rechazo de las acusaciones de la empresa concesionaria del aeropuerto Arturo Merino Benítez (AMB) de Santiago.

La firma recurrió a la instancia técnica- el 30 de mayo último-, para exigir una extensión en cuanto a plazos de entrega de las obras y advirtió  sobrecostos debido al atraso de la revisión técnica durante la pasada administración de la Presidenta Michelle Bachelet. Estos «sobrecostos» están en proceso de evaluación por la misma concesionaria que los presentaría al panel  en una futura solicitud de compensación. Explica que los perjuicios causados son producto de la pérdida de productividad de la mano de obra y recursos físicos.

El aeropuerto actual del caos

El MOP acusa, por su parte,  que Nuevo Pudahuel  no habría dado fiel cumplimiento al contrato porque la entrega de la información del proyecto fue incompleta, lo que retrasó en consecuencia el proceso de revisión y aprobación de la ingeniería, causando un atraso importante de la construcción.

A abril de este año, la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de Santiago registraba un avance de sólo un 20% y de acuerdo con el contrato debería estar terminado en su totalidad en noviembre del año 2020. Sin embargo, dado el atraso de las obras, la empresa estima que la apertura del recinto en su totalidad será  posible en junio 2021, pero quizá aún esta fecha tampoco pueda llegar a cumplirse por los problemas existentes.

Esto significa y así se entiende que el MOP plantea que fue la concesionaria la que no cumplió adecuadamente sus obligaciones al presentar un proyecto de ingeniería insuficiente y argumenta que por lo tanto es responsable «del entorpecimiento y la dilación del proceso de presentación, revisión y aprobación» de las obras.

Los abogados del MOP relatan que el 2 de agosto de 2016 el inspector fiscal no aprobó el inicio de las obras solicitado por Nuevo Pudahuel por no encontrarse aprobadas las pólizas de seguros (de responsabilidad civil y de catástrofe) necesarias para dar el vamos a la construcción.

«Esto-dice el ministerio- no facilitó la revisión de los antecedentes por parte del MOP”, todo lo contrarió, generó una ineficiente utilización de los recursos de revisión. En consecuencia, la calidad de las memorias de cálculo estructural fue deficiente.

Así  el MOP asegura que recién el 4 de noviembre de 2016 el inspector fiscal autorizó el inicio de las obras, sólo cuando los documentos y las polizas de seguros fueron aprobadas tal como lo exigía el contrato.

Tenga razón el MOP o la concesionaria, el tema es que, como ha ocurrido en varias obras de ingeniería en el país en los últimos años, Santiago al parecer no tendrá un nuevo aeropuerto en ninguna de las fechas hasta ahora estipuladas, porque  las empresas a cargo de la ingeniería no alcanzan a terminar las obras dentro de los plazos vigentes en el contrato.

El asunto es doblemente crítico: 1, la actual situación en que está funcionando el recinto con trabajos de alto riesgo y obra pesada están perjudicando a los pasajeros y a los vuelos en general, apareciendo en este momento el terminal Arturo Merino Benítez como el peor de toda América Latina ; y 2.- como se puede dilucidar el proyecto no se cumplirá como estaba pensado originalmente  y seguramente no contemplará en definitiva todas las necesidades que tiene una capital como Santiago en materia de terminal y tráfico aéreo. Esto no va a ser el terminal «uno punto cero» como se nos dijo y prometió. Como muchas otras cosas y obras  terminará quizá, ojalá que no, en otro proyecto fallido, como consecuencia de la burocracia y la escasa inspección de las obras concesionadas. Ya vimos el ejemplo del puente de Valdivia cuyas imágenes recorren el mundo causando risa y tristeza frente a un país que mentalmente parece no querer salir del subdesarrollo.