Igualmente los grandes consorcios mundiales ven con grandes ojos y garras los futuros negocios que podrían darse en el territorio norcoreano 

Por Walter Krohne

La cumbre  entre el presidente de Estados Unidos, Ronald Trump, y el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, abrió un abanico de especulaciones entre expertos y analistas de todo el mundo que coinciden plenamente que hasta donde se puede ver, el histórico encuentro en Singapur fue un éxito completo. Todo salió como se esperaba y fue bien planificado por los asesores, políticos, presidenciales de ambos países, de alta seguridad y también de los aparatos militares.

Este éxito dejó a Kim en una posición muy distinta a la que tenía hasta el último domingo, ya que ahora es reconocido como un estadista y negociador que fue capaz de lograr que el jefe de Estado de la mayor potencia nuclear del mundo viajara a Singapur y se sentara junto a él para hablar de un nuevo futuro en las relaciones de ambas naciones y también en las relaciones entre las dos Coreas.

Kim ya no es el «matoncito o presidente de escasa monta». Es hoy el estadista Kim Jong-un  que además dejó bien parado al propio Trump, especialmente tras una serie de choques y problemas que ha tenido desde hace meses con casi todo el mundo, el último fue en Canadá nada más ni nada menos que con los miembros de la Unión Europea, especialmente con la canciller alemana Angela Merkel, a quien Trump le origina urticaria y jaquecas.

Tanta perfección tuvo esta cumbre que hoy muchos opinólogos del mundo se han referido a Trump y a Kim como posibles candidatos al Premio Nobel de la Paz por el paso que ambos estuvieron dispuestos a dar tras la firma de un documento final de cuatro puntos.  Años de dificultades y tensiones quedaron atrás. Ningún gobierno estadounidense antes de Trump tuvo la decisión firme de dar este paso al frente y negociar con “una insignificante” pero “peligrosa” Corea del Norte que silenciosamente desarrollaba un arsenal nuclear, cuyo potencial real se desconoce hasta ahora.

“Todos lo piensan, pero yo nunca lo diría», comentó sonriente Donald Trump en mayo último, cuando comenzaban los rumores sobre su posible nominación al premio Nobel de la Paz, luego de concretar en Singapur su reunión con el líder supremo norcoreano Kim Jong-un y las versiones y visiones se multiplican y apuntan ahora a un premio conjunto de ambos.

Trump y Kim firmaron en Singapur un documento que reafirma el compromiso de Corea del Norte para una «desnuclearización completa de la península coreana», un desarrollo que algunos querrían que fuera recompensado con el famoso galardón.

No obstante, los especialistas del Comité Noruego son prudentes sobre el tema, en particular por la personalidad de los dos protagonistas: uno pateó el tablero de la diplomacia internacional, haciendo que Estados Unidos incumpliera algunos de sus acuerdos multilaterales y utiliza una retórica por momentos xenófoba, mientras que el dictador norcoreano es un reconocido culpable de numerosas violaciones a los derechos humanos.

A  pocos meses de la existencia en el mundo de una peligrosa tensión nuclear, se ha dado comienzo entre los dos presidentes a un nuevo intento de paz en la península coreana, aunque algunos expertos, como Asle Sveen, un historiador del Premio Nobel, opina que de “cumplirse un desarme real en la península coreana, sería muy difícil no dar el premio». Si bien el académico indicó que sería «una situación extraña», agregó que personas con un pasado bastante violento recibieran el premio Nobel de la paz».

Sin embargo, Geir Lundestad, secretario del comité Nobel entre 1990 y 2014, repetía regularmente que «el Nobel no es un premio para los santos». Este martes, matizó: «Tampoco es necesario llevar esta lógica hasta el extremo».

«Esos dos personajes tienen enormes pasivos: Kim es uno de los peores dictadores del mundo y Trump está destruyendo las estructuras políticas y económicas que Estados Unidos creó luego de 1945 y que todos aprovechan», dijo Lundestad, quien dice celebrar la desnuclearización aludida por Kim, pero sólo si ésta es entendida en Pyongyang como “el desmantelamiento completo, verificable e irreversible de todas las armas y programas nucleares norcoreanos”.

Incluso antes del encuentro de Singapur, varias voces, como la del presidente surcoreano Moon Jae-in, el expresidente estadounidense Jimmy Carter o el canciller británico Boris Johnson, afirmaron que Trump merecería el Nobel. En la pugna también entraría el mandatario surcoreano, Moon Jae-in, quien se reunió con Kim en la frontera de la península hace ya algunas semanas.

Hay si varios problemas

Con respecto a la desnuclearización de la península coreana, a la que Kim se comprometió en la parte que le toca a él, es un término que preocupa seriamente a los expertos, porque el mismo  forma parte de la jerga diplomática y  puede significar cosas distintas en instancias diferentes. Esta preocupación se ocupa del  tercer punto de la declaración conjunta firmada en Singapur, donde ambos mandatarios se comprometieron a “hacer las diligencias pertinentes para alcanzar la absoluta desnuclearización de la península coreana”.

Hay que pensar si que en dicha península hay sólo dos países: Corea del Sur y Corea del Norte, la primera se despidió de su arsenal nuclear ya en 1991 tras el retiro de estas armas por parte de Washington, pero la segunda sigue con su arsenal, a pesar que este punto ya jugó un papel importante en las negociaciones de 1992 entre Pyongyang y Seúl. En aquel momento, ambas partes suscribieron dos acuerdos: uno, con miras a fomentar la reconciliación de sus cúpulas, y otro para propiciar el desarme atómico. Corea del Norte intentó en vano incluir exigencias como la retirada de las tropas estadounidenses de Corea del Sur y el compromiso de que ninguna potencia nuclear del mundo la amenazaría. Sin embargo, por estas cláusulas no aceptadas, el conflicto entre ambas Coreas siguió avanzando.

El tema económico  afila las «garras» de los inversionistas más ambiciosos

El analista Jo Bryan Harper  (Consejo Europeo de Investigación) escribió que entre las especulaciones tras la firma del documento en Singapur está desde luego las impulsadas por  los economistas e inversionistas,  que ya comenzaron a elucubrar sobre el futuro del país asiático. Aunque cabe suponer que Pyongyang quiere dejar de estar aislada políticamente e implementar reformas que le den impulso a la economía nacional, nadie sabe a qué modelos puede recurrir para ello. Corea del Norte ha dejado claro que no desea seguir los pasos de la República Democrática Alemana –la comunista–, que terminó siendo anexada por la República Federal de Alemania. Pero, ¿qué opciones tiene ese país en un momento en que, tanto Estados Unidos como sus vecinos, Corea del Sur y China, lo tienen en la mira por las posibilidades de negocios que ofrece su territorio, rico en minerales?

Todo apunta a que esa apertura, de consumarse, comenzará enfocada en zonas económicas especiales como Kaesong, señaló Harper. Ese paso estaría alineado con el modelo de reforma aplicado en China en la década de los noventa bajo la égida de Deng Xiaoping. Pyongyang obtuvo experiencia en la combinación de mano de obra barata con capital extranjero y know-how con la fábrica intercoreana en la ciudad fronteriza de Kaewong; un proyecto suspendido en 2016.

Corea del Sur dejó de apoyar esa iniciativa cuando cundió la sospecha de que las ganancias de Corea del Norte estaban siendo invertidas en el desarrollo de su programa nuclear. Pero en mayo de 2018, la empresa Hyundai, que solía apoyar la fábrica binacional de Kaewong, ha anunciado que se prepara para reiniciar proyectos económicos en suelo norcoreano. También el Gobierno surcoreano dijo estar analizando escenarios alusivos a una mayor cooperación bilateral.

Algunos ejemplos

Seúl está interesada en la generación de energía en Corea del Norte, en la construcción de infraestructura terrestre que conecte a ese Estado con sus vecinos del norte y del sur, y en el desarrollo de su industria minera: las reservas minerales del país regido por Kim Jong-un están valoradas en seis millones de billones de dólares; en el subsuelo norcoreano se consigue desde oro, hierro, zinc y grafito hasta las tierras raras codiciadas por la industria tecnológica, explica Harper en un análisis.

También hay empresas coqueteando con la idea de erigir gasoductos que conecten a las dos Coreas con Rusia. Los precios de las propiedades en las fronteras norcoreanas con Corea del Sur y China se han ido elevando progresivamente en los últimos meses. El pasmo del crecimiento económico en el noreste chino ha estimulado el interés en el fortalecimiento de los nexos económicos con Corea del Norte. Y en Pekín crece el temor a una sola Corea aliada con Estados Unidos.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le prometió a Corea del Norte que sería «muy rica” si desmantela su arsenal nuclear y le abre la puerta a los inversionistas estadounidenses.

¿Será por esta razón que Rusia se apresuró este martes a celebrar el acuerdo alcanzado en Singapur por Estados Unidos y Corea del Norte?

«Ahora solo podemos celebrar el hecho de que se haya dado un paso adelante tan importante. Por supuesto el diablo está en los detalles, y aún tenemos que saber las especificaciones. Pero el puntapié, hasta donde comprendemos, se ha dado», dijo Sergei Ryabkov, viceministro de Relaciones Exteriores ruso, según la agencia de noticias rusa TASS.