Por Jessika Krohne

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Cada año es más difícil obtener un cupo en algún colegio particular de alto nivel en Santiago. Niños, algunos de tres años recién cumplidos, deben someterse a un largo proceso de exámenes para poder tener una opción de matrícula, la que recién harán efectiva un año después.

Paralelamente los padres, muchas veces, también tienen que cumplir una etapa adicional en este proceso de postulación y matrícula al verse obligados a participar en una entrevista que deben aprobar, ya que en muchos colegios rige la política de aceptar a la familia más que al niño,  que es quien va a estudiar.

En algunos casos, la mayoría de los padres postulan a sus hijos hasta en cinco colegios distintos para poder tener alguna oportunidad de quedar en uno. En la mayoría de ellos, el costo del examen es en promedio de unos 60.000 pesos (unos 96 dólares).

En el colegio alemán de Santiago la cantidad de postulantes superaron este año los 530 para 160 vacantes. Así,  hijos de ex alumnos e incluso de hermanos (que ya son alumnos regulares) no pudieron todos ser considerados  para ser matriculados en el prekinder del 2019.

En el Santiago College, los cupos eran mucho menores frente a una cantidad muy elevada de postulantes.

El Sek cerró las postulaciones dos horas después de haberlas abierto. El 1 de marzo a las 8 horas se podía postular y quienes lo hicieron a las 10 quedaron fuera. Hay otros colegios que ni siquiera las abrieron.

¿Qué está pasando en Chile donde supuestamente la tasa de natalidad es más baja, pero donde entrar a un colegio se hace cada vez más dificultoso?

Podríamos hablar tal vez de que el poder adquisitivo de los chilenos ha mejorado y los padres están dispuestos a gastar más dinero para darle a sus hijos una garantizada buena educación, lo que va unido al escaso logro que se ha alcanzado en el desarrollo  de la educación estatal.

Sabemos que Santiago está creciendo y en todas las comunas, especialmente en la zona oriente, se puede ver el desarrollo urbano con la construcciones de edificios de altura. En barrios donde había 10 casas, ahora hay tres torres de 112 departamentos cada una. Hay mucha más gente por cada diez  metros cuadrados construidos que hace algunos años y esto repercute en el momento de buscar colegios en distintos lugares de la capital chilena.

Los padres apuntan hoy a una educación de calidad, donde este incorporado también el aprendizaje de idiomas como también el deporte sea parte importante de la malla educativa, además que tenga una excelente infraestructura y se realicen actividades en beneficio de la comunidad. Eso aún no lo logran los colegios municipales y mientras no tengamos una mejor educación gratuita, el problema no se va a resolver como se espera que ocurra alguna vez en el futuro.

Por el momento rige en Santiago  el principio de admisión «al revés» en el sentido que son los colegios los que elijen a los alumnos que desean aceptar y no son los padres los que elijen el mejor colegio  para sus hijos, como debiera ser.

La PSU es la principal herramienta de selección que tienen las universidades, por lo que sus resultados permiten evaluar el desempeño académico de un establecimiento a lo largo del tiempo.

Los resultados muestran que son los colegios particulares cuyas mensualidades se encuentran entre los $170.000 y los $640.000 los que mayoritariamente integran la lista de los puntajes más altos  de la PSU. En cuanto a su distribución, 61 se ubican en la Región Metropolitana, los que se concentran en cuatro comunas: Las Condes registra 15, Providencia tiene 11, Vitacura cuenta con 10 y Lo Barnechea con 9 establecimientos. En cuanto a su orientación: 45 pertenecen a congregaciones o movimientos religiosos católicos.

Entre los 271 establecimientos que registran puntajes sobre 600 en los últimos 10 años, hay un selecto grupo cuyos promedios superan los 639,67 puntos. Son 95 particulares, dos subvencionados y tres municipales.