Si Washington en manos de Donald Trump entierra para siempre la amenaza de aplicar aranceles comerciales,  como es ahora el caso del acero y el aluminio, los jefes de Estado y de Gobierno europeos estarían dispuestos a mejorar los intercambios con EE UU.

Así se decidió este jueves en la capital búlgara Sofia en la nueva cumbre europea. En esta forma Europa está dispuesta a negociar cuatro capítulos, entre ellos una mejora en el acceso de los automóviles estadounidenses a su mercado, reclamando a cambio que las empresas  comunitarias puedan optar a la contratación pública en EE UU.

Entre la rotundidad francesa y la cautela alemana, la UE ha encontrado un punto medio que concita la adhesión de todos sus miembros. Europa considera que la relación comercial entre ambos bloques, la más intensa del mundo, es mejorable y está dispuesta a hablar de aspectos concretos. Solo hay una condición previa inexorable: la retirada de la amenaza de aranceles.

La Comisión Europea, con competencias exclusivas sobre política comercial en la UE, presentó en una reunión de líderes europeos cuatro elementos sobre los que discutir. El más atractivo —también el más difícil de pactar— consiste en dar a Estados Unidos algunas ventajas en la exportación de bienes industriales (incluidos los automóviles, en los que Trump ha centrado sus demandas). Washington pide rebajar el arancel que la UE aplica a los coches estadounidenses del 10% actual al 2,5%. De esa forma, la penalización se equipararía a la que soportan los vehículos europeos —muy competitivos— que se venden al otro lado del Atlántico. Bruselas estaría dispuesta a concederlo, a cambio de una apertura de la Administración Trump en el apartado más atractivo para Europa: que sus empresas puedan vencer el proteccionismo estadounidense y concurrir allí a algunas licitaciones públicas.

Más allá del apartado industrial, la UE propone aumentar el volumen de gas natural licuado que Estados Unidos exporta desde hace unos años. Esto permitiría también a la UE reducir la dependencia de suministradores como Rusia, que provee casi el 40% del gas que importa a la UE. Por último, Bruselas ofrece pactar mejoras en las reglas de funcionamiento de la Organización Mundial de Comercio, que disgustan a Estados Unidos, y ensayar una convergencia regulatoria (por ejemplo, en la seguridad de los automóviles) que reste trabas a los intercambios comerciales, como explicó el diario El País de España.

Los líderes de la UE insistieron en Bulgaria que la liberalización del comercio no es un elemento de negociación. «Queremos una exención ilimitada a las medidas propuestas sobre aranceles», dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

«Si Europa recibe una exención ilimitada a las medidas de aranceles propuestas, estamos dispuestos a mantener conversaciones con nuestro socio transatlántico, centradas en puntos específicos», añadió.

Los aranceles son «una política estadounidense que simplemente amenaza nuestros intereses económicos», señaló por su parte el canciller austríaco, Sebastian Kurz. «Vivimos en el siglo XXI y no tenemos interés en nuevas barreras comerciales», consideró.

Sanciones contra Irán abren la puerta a China

Klaus  Friedrich, experto de la Asociación Alemana de Fabricantes de Máquinas, declaró hoy a la Deutsche Welle que “la competencia de China se beneficia con las supuestas sanciones que EE UU aplicaría contra Irán”, tras retirarse del acuerdo nuclear que mantenía con ese país, y que contaba con el aval de China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania.

Agregó que “no creo que los negocios con Alemania y Europa se cancelen por completo. Probablemente se registrará una tendencia regresiva. Esto depende de dos factores: en primer lugar, Irán y la UE deben seguir comprometidos con el acuerdo nuclear. Solo en ese caso podremos seguir haciendo negocios con Irán. En segundo lugar, cada empresa deberá decidir por sí sola si quiere o puede seguir haciendo negocios bajo la amenaza de las sanciones estadounidenses. Algunas empresas se retirarán, pero otras seguirán operando en Irán. Pero es extremadamente difícil pronosticar cuántas se quedarán».

¿Se podría decir que las sanciones estadounidenses le abren la puerta a los fabricantes chinos de máquinas en Irán?, preguntó la Deutsche Welle y la respuesta de Friedrich fue la siguiente: “Así es, a menos que Estados Unidos sancione a los fabricantes de máquinas chinos y los presione al igual que a las empresas europeas. La otra pregunta es si el gobierno chino permitiría una medida de ese tipo”.